José María Nieto Vigil

Sin Perdón

José María Nieto Vigil


Pensiones

17/03/2023

Recuerdo con cierta nostalgia, supongo que por cuestiones de la edad que uno va teniendo, mis conversaciones con Juan Carlos Guerra Zunzunegui, cuando allá por el año 2000, en plena transición de milenio, charlábamos animadamente sobre el estado de bienestar español. Ambos creíamos entonces que nuestro modelo era insostenible económicamente y demográficamente. Pensábamos que debía producirse una reorientación política de nuestro sistema impulsando su transformación en sociedad de bienestar. Entonces, sin hacer ciencia ficción, apostábamos que la edad de jubilación para los españolitos de a pie sería de sesenta y siete primaveras, antes del 2020 y, sin ninguna sombra de duda, de setenta años de edad a comienzos de la década de los treinta. Qué razón nos asistía en nuestras particulares diatribas.
Mis alumnos de hace dos décadas pueden dar fe de cómo señalaba estas cifras en mis clases de Geografía económica. No se trata de ninguna intuición, o de una alegre interpretación sin más. Es una cuestión demográfica como telón de fondo de la cuestión, con acres repercusiones sociales y económicas. Las pirámides de población no engañan. Envejecimiento de la población, caída de la natalidad, aumento de la esperanza de vida, o la falta de relevo generacional… son algunas de las raíces del problema. La Demografía es una ciencia que considera los aspectos cuantitativos y cualitativos de población que permiten establecer estrategias de actuación. Se veía venir el tsunami que tenemos encima.
Las respuestas que poder dar, antes necesarias, ahora extremadamente urgentes, son –perdónenme la simpleza-: incentivar políticas natalistas; ayudas directas a las familias; políticas reales de empleo -especialmente entre nuestros jóvenes-; control del despilfarro del erario público y, por descontado, una verdadera reforma de las pensiones –no una tirita para contener una hemorragia descontrolada-.
A nuestros pensionistas no se les está regalando nada, tampoco a los que cotizamos y contribuimos a la 'caja de las pensiones' –léase Fondo de Reserva de la Seguridad Social-. A mí no me gusta el chocolate del loro.