Antonio Álamo

Antonio Álamo


Diálogo

26/10/2023

A la vista del conflicto bélico existente en estos momentos en Oriente Medio es inevitable recurrir a la Alianza de Civilizaciones y al futuro papel de la Unión Europea. Aquel proyecto auspiciado por José Luis Rodríguez Zapatero y gestionado por su ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, surgió en mitad de un rebrote terrorista mundial y seis meses después de su triunfo en las elecciones generales de marzo de 2004, en unas circunstancias trágicas puesto que tres días antes de los comicios se había producido en España un atentado terrorista de magnitud descomunal que causó la muerte a 192 personas e hirió a otras 1.600. Fue presentado en la ONU.
No fue la primera iniciativa ni era novedosa en contenido, como se dijo, porque como recordó el palentino Juan José Tamayo, se anticipó en 1977 el intelectual francés marxista Roger Garaudy, posteriormente convertido al Islam. Más tarde, en 1998, la propuesta de Garaudy la retomó  en parte el entonces presidente de la república islámica de Irán, Mohammad Jatamí, quien planteó la necesidad de desarrollar un «Diálogo entre civilizaciones» como elemento necesario para construir un mundo sin conflictos. También fue refrendada en la ONU e incluso tuvo un insospechado valedor en el anterior presidente español, José María Aznar, quien llegó a afirmar que «el diálogo es importante para salvar los prejuicios que existen en todos los campos, que dificultan el acercamiento entre los pueblos y hacen que la fractura sea inevitable, la separación ineludible y la confrontación segura».
El resultado de aquella iniciativa lo contempla ahora en directo el planeta entero. Buenas palabras y diálogo, sí, pero ni un solo compromiso materializado. Y miles de muertos, como otras veces. El futuro papel que tenga la Unión Europea en este asunto es tan difícil de predecir como el número de la Lotería en el que recaerá el gordo del sorteo de Navidad. Eso sí, los ciudadanos del continente van a quedar ahítos de declaraciones de buena voluntad y alusiones a la necesidad de abrir un corredor humanitario. O de pactar una tregua. Para los dirigentes europeos, en cambio, tiene que resultar espantoso sobrevivir ofreciendo cada día un menú de frases de imposible digestión.