Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


La bronca se traslada al Senado, por obras

08/01/2024

Será la Cámara Alta, porque en la Baja están de obras en los escaños, el escenario esta semana de la bronca parlamentaria presumiblemente más feroz que recordemos en tiempos. Porque lo que, entre otras cosas, se va a debatir el miércoles es nada menos que la proposición de Ley Orgánica de amnistía "para la normalización institucional, política y social en Cataluña". Puede que en Cataluña, lo admito, esta ley sea balsámica para apaciguar temporalmente algo --algo-- la calculada 'vendetta' del independentismo anclado en Waterloo; pero, desde luego, en el resto de España, especialmente en la Villa y Corte, esa normalización está muy lejos de ser un hecho. Y claro, el tema de la amnistía, que posiblemente se aprobará en primera instancia esta semana, está suscitando una auténtica bronca nacional. Lo vamos a comprobar, si nadie lo remedia, que lo dudo, esta misma semana en el Senado; y el lugar elegido para la batalla también tiene su miga.

Tengo la sensación de que, incluso dentro de los partidos mayoritarios, la amnistía, que es el último de los pasos dados por Pedro Sánchez en su política de acercamiento al mundo secesionista, está provocando fricciones ciertas, aunque se note poco. En el PSOE, porque persisten algunos focos, no desde luego en el círculo de La Moncloa, que aún enarcan las cejas ante la velocidad y falta de explicación y de ortodoxia legal como se ha producido esta aproximación a un mundo que hasta hace seis meses era tabú. En el PP, porque esa contraofensiva legislativa que se pretende, con la entiendo que precipitada introducción en el Código Penal de la figura de la 'deslealtad constitucional', que conllevaría hasta la prohibición de los partidos que no acaten esa lealtad, les parece a no pocos un desafuero jurídico.

Así que si ya en el seno de los propios partidos mayoritarios anida una cierta inestabilidad, qué decir del encontronazo entre ellos dos. Da la impresión de que nunca estuvieron más lejanas las posiciones, hablando tanto de lo general como de lo específico. Y desde luego, el Gobierno va a ganar la votación, salvo sorpresas hoy impensables, por más que la sorpresa, lo inesperado, sea la tónica general en la chiflada política española. Fíjese usted en que hasta el debate crucial que marca el inicio de la Legislatura ha de producirse, por aquello de las prisas y que no se nos enfade Puigdemont, en el Senado, en período no parlamentario (enero), de manera extraordinaria y por supuesto innecesaria y recién regresados todos de las vacaciones navideñas.

El PSOE ganará la votación, sí. Lo que no sé es si ganará el debate, venciendo pero no convenciendo. Ahí, las dos Españas pueden quedar en tablas porque nadie les entienda, ni al uno ni al otro. Porque si, contra todo lo que se ha dicho y está en las hemerotecas, el Gobierno está argumentando mal la necesidad de una amnistía que, en el fondo y en la forma, es una exigencia de Junts y de Esquerra Republicana de Catalunya para sostener al Gobierno de Sánchez, la verdad es que en la oposición dan la impresión de no haber aquilatado muy bien cómo oponerse. Y no será tratando de superar la ofensiva desbocada de Vox como el PP ofrezca esa sensación de oposición moderada y reflexiva que el país necesita y que es la esencia del partido que preside Núñez Feijóo.

Así que la bronca, en toda su magnitud, está servida, y no será precisamente Junts, el partido de Puigdemont y de la guerrera Míriam Nogueras, quien contribuya a apaciguarla, sino más bien a provocar disgustos al Gobierno al que apoya, y a la oposición, por supuesto, y a todos. Porque no son precisamente guerreros ni esta bronca lo que conviene a la buena marcha de un país en pleno período de cambios, no solo políticos, ni a la concordia entre la parte más 'irredenta' de Cataluña --vamos a llamarlo así-- con el resto de España.

Todo el argumentario monclovita, basado en que lo que se pretende es algo semejante a una conllevanza orteguiana con el independentismo catalán (y vasco), puede derrumbarse por los suelos ante este clima de apresuramiento, incomprensión, falta de diálogo y absoluta ausencia de transparencia con los que se inaugura, ya esta misma semana, el curso político. No es esto, no es esto, lo que nuestra democracia precisa.