Camino Lebaniego Castellano: Por llanura y montaña

César Ceinos
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El tramo palentino del Camino Lebaniego Castellano, que pasa a Cantabria por Piedrasluengas, combina los interminables horizontes de Tierra de Campos con los verdes paisajes de la zona norte de la provincia tras cruzar la comarca del Boedo - Ojeda

Camino Lebaniego Castellano: Por llanura y montaña - Foto: Óscar Navarro

Un viaje por el tramo palentino del Camino Lebaniego Castellano muestra al visitante lo que Ambrosio Garrachón destacó cuando escribió la letra del Himno a Palencia. Es decir, «vega y valle, llanura y montaña», al cruzar la provincia desde el sur hasta el norte. Incluso, recorriendo esta ruta se observan los campos que hicieron de la región el granero de España.Eso sí, para adentrarse en las cuencas de Orbó y Santullán hay que desviarse un poco. Pero eso ya sería antes de cruzar a territorio cántabro. 

Los primeros pasos de este itinerario pueden darse en la capital, donde existe un lugar íntimamente relacionado con el monasterio lebaniego, que en sus inicios llevó el nombre de San Martín de Tours.Es la ermita de Santo Toribio, que está dedicada al fundador del cenobio de Camaleño en el siglo VI. Pero no es el único. El libro de actas de la catedral recoge que en 1455 se aprobó un estatuto que permitió ausentarse a los capitulares para peregrinar a Roma,Santiago de Compostela, Oviedo y Santo Toribio de Liébana.

El recorrido, que está recogido en una guía que editó la Diputación, sale de la ciudad a través de las sirgas del Canal de Castilla. La gran obra de ingeniería hidráulica de los siglos XVIII y XIX será el hilo conductor del camino hasta Alar del Rey. A través de una orografía que no presenta aún grandes dificultades para el peregrinaje, el cruceno pasará por Grijota, que tiene, entre otros atractivos, el puente de los Cinco Ojos, que salva el cruce del Canal con el ríoValdeginate o las esclusas deEl Serrón. Más adelante se encuentra Calahorra de Ribas, el lugar donde arrancaron los trabajos de esta infraestructura en 1753. Tras pasar por Amayuelas de Abajo se encuentra Piña de Campos, que atesora un museo de arte sacro en la iglesia de San Miguel, y Frómista, villa vinculada al Camino de Santiago con numerosos atractivos como la iglesia de San Martín o la cuádruple esclusa del Canal. Punto de paso de los peregrinos que van a Santiago de Compostela también es Boadilla del Camino, donde destaca su rollo de justicia gótico. Aún en la comarca de Tierra de Campos se ubican Requena y Osorno La Mayor, municipio con gran riqueza arqueológica.El dolmen de La Velilla y parte de la romana Dessobriga se encuentran en este lugar de la provincia. Tras un pequeño tramo burgalés que cuenta con el puente de Abánades, la ruta vuelve a territorio palentino por Herrera de Pisuerga, una ciudad con un importante pasado romano. El viaje junto al Canal de Castilla concluye en Alar del Rey, precisamente la localidad donde nace su ramal Norte.

A continuación se adentra de lleno en la comarca del Boedo-Ojeda para superar los mil metros de altitud sobre el nivel del mar y llegar a la Montaña Palentina.En este tramo, existen numerosos atractivos, como el monasterio de SanAndrés de Arroyo y el desfiladero del Diablo de Villaescusa de Ecla, y localidades como Prádanos de Ojeda, Santibáñez de Ecla,Cozuelos de Ojeda y, ya llegando a tierras  montañesas, Perazancas de Ojeda,Dehesa de Montejo y Vado.
Unos kilómetros más adelante está Cervera de Pisuerga, que posee una gran cantidad de lugares de interés, como la iglesia de Santa María del Castillo, el museo etnográfico Piedad Isla, la casa del Parque Natural Montaña Palentina o el eremitorio de San Vicente. Después de dejar atrás la localidad donde se cruzan el Camino Lebaniego Castellano y el Camino Olvidado a Santiago irán apareciendo pequeñas localidades, como Arbejal, Vañes,Estalaya (con su Roblón y su Bosque Fósil) y San Salvador de Cantamuda, donde destaca, por encima de todo, la colegiata. En estos lugares la orografía dificulta más la caminata (o el viaje en bicicleta), aunque muchos visitantes se quedarán prendados de los picos y los paisajes que se pueden admirar en esta zona de la provincia, que son totalmente diferentes a los horizontales y de color cambiante (según la estación) de la comarca de Tierra de Campos.

Las últimas localidades de la provincia antes de dar el salto a Cantabria son Lores, Casavegas y Piedrasluengas, donde existe un gran mirador. Tras coronar el puerto comenzará un prolongado descenso por territorio cántabro que lleva a los crucenos hasta Avellanedo, Pesaguero, Piasca, Frama y Potes. Desde la capital de la comarca de Liébana aún faltan 3,4 kilómetros para llegar al monasterio de Santo Toribio, donde se conserva el Lignum Crucis.

ONCE ETAPAS. En total, este itinerario consta de unos 218 kilómetros. La propuesta de la Diputación, que también es la que aparece en las credenciales específicas del Camino Lebaniego Castellano, propone once etapas.La primera parte de la seo capitalina y concluye en Amayuelas de Arriba (31,2 kilómetros). La segunda llega hasta Frómista (14,3 kilómetros desde el punto de llegada anterior). 
La tercera, a Osorno (21,5 kilómetros); la cuarta, a Herrera de Pisuerga (26,6 kilómetros); la quinta, a Alar (9,7 kilómetros); la sexta, a Perazancas de Ojeda (19,2 kilómetros); la séptima, a Cervera de Pisuerga (17,1 kilómetros); la octava, a San Salvador de Cantamuda (17,1 kilómetros); la novena,  a Camasobres (12,7); la décima, a Pesaguero (16,8) y la última, a Santo Toribio (23,4).