Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Que sea la última vez (hasta 2027)

23/07/2023

Claro, votar cada cuatro años es un requisito básico, pero no suficiente, para tener una democracia sana. Andar votando cada menos tiempo también altera la democracia, como pueden alterarla esas campañas electorales huecas, broncas, mendaces, semejantes a la que concluyó el viernes con una 'jornada de reflexión' decimonónica, que evidencia el desprecio del legislador hacia el raciocinio de los ciudadanos.

Vamos este domingo a las urnas con la incertidumbre de si habrá que acudir nuevamente a ellas antes de tiempo, porque la estructura política del país no se consolide con los votos recogidos. ¿Corremos en efecto el riesgo de volver a los agónicos tiempos de 2016-2018, o de repetir lo mismo que en 2018-2023, a base de coaliciones sin más sentido que hacerse con el poder? Habría que evitarlo, y no quiero con esto, desde luego, tratar de sugerir el voto hacia ninguna formación. Solo me atrevo a decir que hoy debería cerrarse una forma de hacer política hasta ahora. Pero ¿cómo? Pues, la verdad, no me parece tan difícil: le ofrezco cinco puntos de reflexión con los que probablemente estará de acuerdo mucha más gente que en desacuerdo.

1.-Hay que llegara un pacto para reformar puntos sustanciales de la normativa electoral. Que la formación de una mayoría para gobernar no dependa de un pacto entre extraños compañeros de cama. La coalición nacida en 2020 ha sido un desastre. Y ahora estamos abocados a ser gobernados nuevamente por una coalición, de signos diametralmente diferentes, pero en todo caso inquietantes en uno u otro extremo.
2.-Hay que llegar a un pacto para que gobierne el más votado, naturalmente a cambio de permitir a la oposición ejercer como tal. Resulta increíble en un país europeo que el jefe del Gobierno no reciba durante meses al líder de la oposición, por ejemplo. Sería muestra de patriotismo y de madurez democrática que el perdedor cediese escaños 'condicionados' al ganador para que pueda gobernar en solitario, sin chantajes ni presiones.
3.-Hay que reformar sustancialmente las campañas electorales. La prohibición de publicar sondeos en la última semana supone un trato paternalista hacia el ciudadano. La Junta Electoral habría de tener más poder ejecutivo para frenar malas prácticas, que por cierto han abundado en las últimas campañas en España. También los debates televisados habrían de regularse mínimamente, para evitar el caos patente en esta ocasión.
4.-Gobierno y oposición, u oposiciones, habrían de suscribir un acuerdo de bases ante la ciudadanía. Hay una decena de materias, desde la educación, la sanidad y la justicia hasta la configuración territorial, la garantía de la unidad de España y la política exterior, pasando hasta por la independencia de los medios públicos, que deberían ser objeto de pactos férreos que evitasen el fraccionamiento de la sociedad como viene ocurriendo en los últimos años.
5.-El pacto más importante a suscribir tendría un carácter institucional. El reforzamiento de la Corona y un Estatuto de la Jefatura del Estado, con derechos y obligaciones, no tendría por qué implicar una reforma de la Constitución --que es cuestión a abordar también, con los tiempos y precauciones precisos-- y debería potenciar el papel moderador del jefe del Estado en momentos como las inminentes consultas para lograr la investidura del candidato ganador, sujetas a no pocas incertidumbres y ambigüedades constitucionales.

Todo ello puede resumirse, obviamente, en un principio: no se puede seguir con la política 'testicular' de confrontación por la confrontación, de la toma del poder a cualquier precio, de falseamiento de las realidades del país, que se ha seguido hasta ahora. Ya sé que hay otras elecciones 'menores', pero sin duda importantes, en autonomías históricas y europeas, en el horizonte de 2024. Pero quienes aspiran a representarnos deberían garantizar que no tendremos otras legislativas hasta cuando toquen, es decir, 2027. Y que estas campañas de pesadilla, alejadas de la ética, de la estética y del sentido común, no se repetirán nunca jamás. Basta ya de esto.

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