Ilia Galán

Ilia Galán


Regadíos

12/02/2024

Renovar las instalaciones acuíferas en la zona de regadío que nutre el Bajo Carrión es empeño institucional hoy, la Junta ha destinado los dineros para buenos proyectos. Más de cuarenta millones ayudarán, según dicen, a siete mil quinientas hectáreas para estar mejor regadas, para producir más, si se aprovecha. 
En estos tiempos baldíos, entre necios políticos en el Parlamento, parece buena inversión, cuando agricultores y ganaderos se levantan, revolucionarios, contra la opresión de normativas e impuestos, alza de precios que impide que compense trabajar nuestras campiñas. Siempre tendremos que comer y si un día el mundo estalla, lo que podría ocurrir con una crisis financiera nueva, con nuevas guerras, con epidemias siniestras, al menos al ser productores de grano y ganados, de plantas varias, tendremos para mantenernos, mientras tal vez en otras regiones pasarán hambrunas. Tierra de Campos es la nuestra, fecunda en producción de cereales, en corderos y otros alimentos suculentos, el sector primario es esencial para cualquier estado que pretenda ser independiente y no esclavo de otros, porque lo primero es comer, vestido y techo, que el resto viene luego.
Es curioso cómo en los ministerios de nuestro gobierno en Madrid hay muchos que no saben cómo se vive en aldeas y pueblos, las que les sustentan y nutren a todos. El mundo agrario ha sido durante milenios el mayoritario, pero ahora parece que quieren estrangularlo y que solo unos pocos, con inmensos latifundios, lo manejen: multinacionales o grandes empresas, capitalismo del duro. Que se despueblen las aldeas, que los ganados hayan perdido en lo sano y estén con artificios y químicos mejunjes engordados, que nos envenenemos poco a poco con lo que comemos, que las ciudades revienten con ociosos, todo esto poco importa a quienes desde Madrid arruinan nuestros campos. La tendencia ha sido entregar todo a macrogranjas monstruosas donde usan de animales como si solo fueran números, hacinados horrendamente, para nutrir los bolsillos de unos pocos, y encima subvencionados. Defender debo a los pequeños, ¡libres agricultores y ganaderos!