Los diez lugares de Ana Castrillo: emociones en lo cercano

Pablo Torres
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El encanto de Castilla y sus parajes le transmiten mucha paz y tranquilidad

Ana Castrillo disfruta de un café, una de sus bebidas favoritas, en el Real Monasterio de San Zoilo - Foto: Ana Castrillo

PASIONES: Su mayor pasión son los viajes. Tras recorrer numerosos países de Europa, como República Checa,  se aventuró el pasado verano en su mayor reto, un recorrido de 30 días por la India. Otro de sus grandes gustos, tan simple como lleno de encanto, es la búsqueda del café perfecto.

TRAYECTORIA: Ana Castrillo es licenciada en Biotecnología por la Universidad de Salamanca y máster en Microbiología aplicada por la Universidad Autónoma de Barcelona. Además, trabajó en el laboratorio de bioquímica y microbiología del hospital Río Carrión.

Los diez lugares de Ana Castrillo

1. Las esclusas de Ribas de Campos.  «Es un sitio que descubrí gracias a  mi hermana hace un par de años, concretamente, en navidad. Lo que más me impresiona del lugar es la escena aparentemente ruin y abandonada que proyecta, a pesar de ser todo lo contrario. Es un sitio realmente bonito si lo sabes apreciar. El contraste de luces que hay, sobre todo al atardecer, sumado a la vegetación que crece en el interior del agua, crea un escenario propio de una película».

2. La cafetería del Real Monasterio de San Zoilo. «Un sitio que me transmite mucha paz. Además, estar con buena compañía lo mejora muchísimo. Suelo ir siempre con mi padre, ya que el edificio fue en su día el seminario donde estudió. Ha cambiado mucho desde entonces. Lo han restaurado y el complejo ahora cumple las funciones de cafetería, restaurante y hotel. El hecho de poder tomar un café rodeada de vegetación, sin ruido, en un lugar como éste y con tanta historia detrás, me encanta».

3. La Dársena. «Uno de mis sitios preferidos en la capital. Lo percibo como un punto intermedio de la ciudad, porque está a pocos minutos del centro, pero a la vez es parte de las afueras. Tiene un gran encanto si lo sabes apreciar».

4. El Mondo Lirondo. «Me encanta su café. Está riquísimo, de los mejores que he probado. En muchas ocasiones voy exclusivamente para tomármelo. Además, el local, decorado con tanto gusto, se sale un poco de lo tradicional».

5. El paseo por el Canal de Castilla. «En la cuarentena hice mucho este recorrido y le cogí cariño. Era una especie de desconexión para mí. También mola pasear por los caminos, al borde del agua, girarte y ver las maravillosas vistas de la ciudad, con la catedral de fondo y el skyline palentino. Es algo que me transmite mucha tranquilidad».

6. La plaza de la catedral. «Es preciosa. Además, se respira mucha calma, ya que, aunque sea un emblema de Palencia, no es una zona demasiado transitada ni masificada. Eso, para mí, le da más magia al lugar. Me parece que la Bella Desconocida es el nombre más apropiado que se podía poner. Muchas veces, no sabemos, y me incluyo yo también, apreciar lo que tenemos. En este caso, creo que lo que alberga nuestra ciudad es un tesoro a la altura de muchas otras catedrales célebres de nuestro país. Deberíamos ser nosotros los primeros en reivindicar la riqueza que tenemos».

7. Villoldo.  «Es mi pueblo, no hay nada más que decir. A todo el mundo le encanta su pueblo. Una localidad tranquila, pequeña y llana, muy propia de Castilla. Un lugar que me hace feliz con muy poco. Apenas tiene un bar, una piscina, un hotel y una confitería, pero los que somos de un pueblo sabemos que no se necesita mucho más. Y qué decir de las fiestas. Nos juntamos todos y las disfrutamos cada año como si fuera el último. Lo que le hace especial, tanto a este como a todos los pueblos, es la gente, la compañía que está todos los años contigo, que crece contigo y que disfruta cada verano. Allí he pasado todos los agostos desde que tengo noción de la vida. De Villoldo vengo y siempre será una parte de mí. Un sitio donde desconecto antes de volver a reconectar. Se podría decir que es mi lugar seguro, mi zona de confort».

8. La carretera de Ribas de Campos. «No tengo ninguna explicación de por qué me gusta. De hecho, solo he pasado una vez, pero esa vez quedó grabada para siempre en mi memoria. Ni siquiera sé el punto ni el tramo exacto que recorrí, pero sí recuerdo a la perfección la sensación de aquel momento. En mi cabeza, miraba por la vantanilla y me sentía recorriendo los campos de la Toscana italiana en una película. Uno de esos momentos que te hacen cerciorarte de que no es necesario irte muy lejos para poder disfrutar del paisaje. Ni siquiera tienes que ir a los sitios convencionales, solo a aquellos que consigan transmitirte diferentes emociones».

9. La entrada sur de Palencia. «Puede parecer raro, pero, de nuevo, esto se traduce en sensaciones. Me gustan mucho las vistas cuando entras a la ciudad por esta carretera. Se divisa a lo lejos el skyline y simboliza el principio de la ciudad, esa ciudad a la que, siempre que vuelvo, lo hago con las mismas ganas e ilusión. Me gusta, sobre todo, cuando paso en coche con el atardecer de fondo. El cartel luminoso del Carrefour, sumado a las luces de las farolas y el cielo anaranjado, conforman un escenario precioso».

10. El instituto Jorge Manrique.  «Es muy bonito. Mantiene intacta la esencia de su época, por lo que entrar en él es una vuelta al pasado. Además, es el instituto donde estudié, y eso siempre trae buenos recuerdos. Cuando iba, siempre se me venía a la cabeza el instituto de Harry Potter, Hogwarts. Esa similitud fue una de las razones por las que quise estudiar allí, y por eso me cambié de centro en bachillerato. Las grandes ventanas del edificio, el claustro, los altos techos, la biblioteca, etc. Es todo fantástico. En lugares así, se hace mucho más ameno aprender».