«Hay mucha gente que no sabe lo que es el relato breve»

Pablo Torres
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La sala de audiciones de la biblioteca pública acoge el próximo martes, a partir de las 19 horas, la presentación del libro 'Todo cambia en un instante', de Beni Domínguez. Esta recopilación de 12 relatos breves es el segundo libro del autor

Beni Domínguez - Foto: DP

Un conjunto de 12 relatos breves compone el último libro de Beni Domínguez, Todo cambia en un instante. Esta obra, que se presenta dividida en dos partes a modo de vinilo, recopila una serie de historias en las que el protagonismo de la mujer es el denominador común. Desde «la cuidadora quemada por su trabajo» hasta el idilio entre un taxista y una prostituta, las historias son tan variadas  como sus propias protagonistas.

La recopilación, según detalla su autor, requiere de una «doble lectura», e incluye tanto historias que invitarán a la reflexión como momentos cómicos e «irreverentes». Esa distinción está muy patente en el libro, pues está dividido en dos caras, la A y la B, las cuales contienen seis relatos cada una.

Todo cambia en un instante es la segunda publicación de Domínguez. Su primera obra, Delirios de un sátiro enajenado, fue publicada en 2021 y con un registro de carácter fantástico.

¿Qué es lo que pretende transmitir con su colección de relatos Todo cambia en un instante?
Es una selección de relatos desde el 2001 al 2008. Son todo cuentos donde las protagonistas son mujeres. Me di cuenta que, entre las lecturas, había algunas más serias y otras más irreverentes, así que decidí partirlas en la cara A y la cara B como si fueran un antiguo disco de vinilo. La primera de ellas, contiene los más canónicos, mientras que en la segunda hay más humor. 

En total, hay 12 relatos, seis en cada cara. Hablo de todo: mujeres con problemas con el alcohol, la ludopatía, mujeres a las que les han sido infieles, la historia de la choni que quiere progresar en la vida o la historia de amor entre un taxista y una prostituta, entre otras cosas. En todos estos relatos hay un punto de inflexión. 

Una novela es más fácil de explicar. Al final, es una obra donde hay un conflicto y pasan cosas. Los relatos, sin embargo, son tan cortos que es como explicar un chiste: no puedes contar demasiado.  

¿Cómo hace para combinar el dolor y el humor en una misma obra?
Ahí está el oficio. Mis libros siempre tienen una segunda lectura. En la primera, te puedes quedar con lo superficial, la trama y el final sorpresivo. La segunda, por su parte, es similar a una cebolla con sus diferentes capas: hay más reflexión, las cosas que aparentemente parecían más livianas en realidad no lo son tanto, se emplea el humor para relatar desgracias, etc. Por eso siempre digo que mis libros se tienen que leer dos veces: una para entretener y otra para reflexionar. 

Muchas veces, los lectores pasan por alto la cuestión de la que estoy hablando. Quizás estoy haciendo referencia a, por ejemplo, el suicidio, pero sin llegar a mencionarlo. Gracias a esa segunda lectura, se quedan sorprendidos por la profundidad del tema.

Al fin y al cabo, la gente se acerca a la literatura por diferentes motivos: algunos para desconectar, otros porque tienden a lo nostálgico... son distintos tipos de lecturas. 

¿Cuál de los dos sentimientos es más difícil de conseguir a través de la literatura?
Las dos cosas son muy difíciles. Estamos en una sociedad llena de inputs por todos los lados: Netflix, la televisión, la radio… no somos unos lectores inocentes como los de principios de siglo, cuando los escritores tenían que detallar hasta cómo era una cortina. Ahora, estamos frente a un perfil muy activo que está continuamente a la espera de ver si te pilla, así que tenemos que hacer encaje de bolsillo para sorprender. Siempre estoy ante el mejor de mis lectores.

¿El lector va a esperar en la primera página lo que se va a encontrar en la última?
No, no tiene nada que ver un relato con otro. Todo es inesperado. Hay escritores que sí mantienen el mismo estilo, y te puedes esperar más o menos lo que va a ocurrir, pero conmigo no. Tengo esa capacidad de poder cambiar de escenario, personajes y trama a los cinco minutos, y eso es lo que hace atractivo al libro. 

Las dos caras que se muestran en Todo cambia en un instante, ¿son a su vez sus dos caras como escritor?
No, tengo más. Cuando hice el libro me di cuenta de que tenía una cara más seria y otra más granuja, pero también tengo una faceta fantástica y otros cuentos que no puedo enmarcar en ninguna de las tres anteriores. Soy muy polifacético. 

¿Es más difícil hacer relatos de corte realista que de ficción?
Con la ficción es más fácil sorprender porque no tienes techo. El realismo es distinto porque tiene que ser muy coherente y no puedes sacar un conejo de la chistera. 

Para mí es más fácil atacar al lector desde la fantasía, ya que con la realidad es probable que haya vivido situaciones peores que las que estoy contando.

¿Diría que el punto de inflexión en cada una de las historias es, además del protagonismo de la mujer, el denominador común de Todo cambia en un instante?
Sí. En todas las historias sucede algo que le cambia la vida a sus protagonistas, tanto para bien como para mal. 

A pesar de que las historias sean independientes tienen ese factor en común.

¿Por qué opta por la recopilación de obras cortas en lugar del relato único?
En 1998 ayudé a una amiga a hacer una tesina de geografía hispánica. Me encantaba leer, pero jamás me había encontrado con el relato breve. El trabajo estaba basado en el cuento literario. Gracias a ayudarla, con 28 años, descubrí el género y me quedé prendado. 

Desde entonces, solo leo dos o tres novelas al año y por compromiso. Después de descubrir el cuento, no he podido con este formato, ya que en la página 80 ya se me empieza a hacer bola. 

Hay mucha gente, incluso grandes lectores, que no sabe lo que es el relato breve. Por lo que sea, las editoriales apuestan por la novela y ese es el canon, pero el relato es apasionante. Hay que descubrirlo y por eso es por lo que lucho cada día.