Una mártir inesperada

M.R.Y (SPC)
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La muerte de Mahsa Amini desató una inédita ola de protestas contra un régimen persa que estuvo contra las cuerdas

Ilustración: Ion Echeveste

Hace casi un año, el 13 de septiembre de 2022, los cimientos del régimen de los ayatolás comenzaron a tambalearse. Mahsa Amini, una joven kurda de 22 años había sido detenida en Teherán por la Policía de la Moral por usar «inadecuadamente» su hiyab, el velo islámico e iba a recibir una «clase de educación y orientación». Después de tres días de arresto y tortura, falleció bajo custodia de las autoridades, que no dudaron en asegurar que el deceso se produjo por un ataque al corazón de la chica y que nada tenía que ver sus brutales represalias en esa muerte. Sin embargo, en su cadáver se reflejaban signos de violencia.

Parecía un caso más de la represión iraní contra las mujeres, pero realmente fue la gota que colmó el vaso para una sociedad cansada de las continuas violaciones de los Derechos Humanos en la república persa. Así, el país vivió una oleada de protestas sin precedentes, respaldadas por la comunidad internacional y por personas influyentes en el mundo de la cultura y el deporte. Como gestos simbólicos, la quema del velo islámico y cortes de pelo que recorrieron el mundo. Y en Irán, manifestaciones multitudinarias al grito de «mujeres, vida, libertad» y «muerte al dictador» que se sucedieron durante meses.

Antes de 1997, la pena para una mujer que no llevara velo o enseñara parte de su cabello era de 74 latigazos. Después de esta fecha el castigo se limita a una advertencia que puede conllevar penas de entre 10 días y dos meses de prisión. Pero en el caso de Amini, se les fue de las manos hasta el punto de ser un punto de inflexión. Inesperadamente, la joven se convirtió en la mártir de una causa cada vez más al alza: las mujeres están cansadas y quieren tener más libertad. Muchas ya retan al régimen con una vestimenta que no cumple la ley. Y a partir de ese momento, aprovecharon para levantar su voz. Más aún porque el Gobierno de Teherán estudia ahora imponer hasta cinco años de cárcel para quienes no lleven el velo puesto correctamente.

Y no solo las mujeres. También son cada vez más hombres los que se están sumando a esta causa, cansados de la represión y la violación constante de los Derechos Humanos por parte del régimen de los ayatolás. Y de ahí que las protestas que se han sucedido durante este último año hayan sido multitudinarias.

No en vano, Amini fue incluida en la lista Forbes del pasado año como una de las 100 mujeres más influyentes del mundo. No es para menos. Aunque ella nunca los supo, el impacto de su muerte sirvió para desencadenar un movimiento revolucionario en un país reprimido que ha tenido que modificar parte de sus normas para evitar mayores problemas.

Así, la Policía de la Moral que detuvo a la joven fue suspendida durante 10 meses y, aunque ha regresado a las calles, la represión que ejerce es mucho menor. Además, si al principio se produjeron decenas de miles de detenciones y las manifestaciones se saldaron con miles de muertos por la violenta intervención de las Fuerzas de Seguridad, ahora la situación parece más en calma, aunque aún hay decenas de personas encarceladas y condenadas a la pena capital por su participación en esas protestas.

Queda por ver cómo reaccionará el régimen persa la próxima semana, cuando, sin duda, el recuerdo de Mahsa Amini volverá a las calles y el dolor por una injusticia que la población no quiere que vuelva a suceder. Las futuras manifestaciones tendrán que tener, en esta ocasión, una diferente reacción por parte de las autoridades, porque, sin duda, desde el exterior analizarán con lupa cualquier tipo de represión que vuelva a poner en pie de guerra al mundo.