La bochornosa caída de Trump y la crisis de autoridad que sufre Putin parecen anunciar que los líderes autoritarios comienzan su declive. A los radicales de derechas se les acaba el ideario trumpiano mientras los radicales de izquierdas espantan de sus filas a los moderados. Pero, a veces, las democracias necesitan estos sustos para caer en la cuenta de los peligros y volver a valorar los derechos civiles e individuales que disfrutamos. El ascenso de VOX en Cataluña ha puesto las pilas a Esquerra, ya no pretenden la independencia mañana por la mañana, mejor lo aplazan a un largo recorrido. 
Desde el punto de vista económico, y a la vista del envejecimiento de la población y la merma de natalidad, España necesita la llegada de una media de 250.000 inmigrantes cada año para atender las necesidades laborales de la industria, el turismo y el campo. Mientras los sectores económicos reclaman la regularización de estos trabajadores, VOX los desprecia, culpa y criminaliza. 
Los discursos planos y viscerales captan a las mentes simples, alienadas y rabiosas a las que es más fácil rechazar que comprender y enriquecerse con la integración. Para las mujeres supone graves riesgos. Nos quieren robar nuestros derechos, los puestos de trabajo, devolvernos a la cocina y a la esclavitud sexual, privarnos de la decisión de ser o no ser madres, de defendernos del acoso y, por último, hasta robarnos el día en el que recordamos al mundo que somos la mitad de la población y advertimos que no vamos a consentir ni un paso atrás, ni en nuestra casa, ni en el trabajo, ni en la sociedad. En 1975 la ONU instituyó el Día Internacional de la Mujer e invitó a todos los estados a celebrarlo, no van a cambiarlo unos pelamanillas ególatras que buscan la foto y el ruido más que otra cosa. www.elisadocio.com