El nuevo presidente de Vitartis, Santiago Miguel Casado, reclamó a la Consejería de Agricultura un plan de la industria agroalimentaria que cuente con una línea que fomente «el crecimiento de las empresas con fusiones, absorciones y colaboraciones», de manera que les permita abordar los proyectos que «de manera individual, son prácticamente imposibles».
Durante su participación en 'Los desayunos de Ical', Santiago Miguel Casado reconoció que uno de los grandes problemas del sector es el del dimensionamiento y, por ello, consideró que el plan de la Junta para la agroindustria debe contar con líneas de apoyo al crecimiento de las empresas porque «no es lo mismo exportar que internacionalizarse», es decir, contar con centros de trabajo fuera de España. Y esto último, «es imposible sin tamaño».
Centró así su reflexión sobre el plan en el problema de la envergadura de las empresas y los obstáculos de la regulación al crecimiento. Y es que, aunque las administraciones públicas «identifican esa situación como una debilidad e intentan convencer a las empresas de que tenemos que coger tamaño, hay muchas que se lo piensan» por las exigencias «a todos los niveles».
«Hay empresarios que eso lo ven como un hándicap y prefieren quedarse como están», confesó el nuevo presidente de Vitartis, revelando que uno de los principales problemas es el gran salto que se produce al superar los 250 empleados, ya que a nivel normativo pone a esa empresa «en la misma liga que el que tiene 14.000».
Para evitar ese temor al crecimiento, que está llevando a «contrarrestar competitividad» al sector, pidió que no se detenga el acompañamiento cuando se adquiere tamaño ni al pasar de los 250 empleados, porque «no se puede dejar a la empresa en el circo romano de las grandes, porque no cuenta con las mismas herramientas y no se la puede medir como a las multinacionales».
También lamentó que el hecho de ser industria pero pertenecer al sector agroalimentario les deja «en un limbo» porque estas empresas «no encajan» en las convocatorias de la Consejería de Industria, «incluso para las ayudas».
Por ello, reiteró la necesidad de que haya un plan de la industria agroalimentaria que tenga en cuenta a las empresas del sector. De hecho, el nuevo presidente de Vitartis mostró su esperanza en que «esta vez» sí se contemplen, desde la Junta, las líneas de actuación que plantean cada cuatro años en el clúster con su plan estratégico.
Nuevo Perte adaptado.
En la misma línea crítica se mostró con respecto al Perte agroalimentario, porque aunque «las intenciones eran buenas, la realidad es que no ha llegado el dinero a la economía real». Debido, a juicio del nuevo presidente de Vitartis, a que «el marco era muy complejo para poderlo cumplir y muy limitado en el tiempo para poderlo pedir».
De hecho, lamentó la obligatoriedad de que cada proyecto contase con la colaboración entre diferentes empresas, de distintos tamaños, múltiples sectores y diversas comunidades: «Era como querer hacer el pino puente en el aire, demasiadas cosas», sentenció.
Ahora, y ante la tesitura de que salgan nuevas líneas más fáciles» a través de un nuevo Perte, el presidente de Vitartis consideró que «sería bueno adecuarlo a la idiosincrasia del sector», para evitar otro error cometido, a su juicio, en la primera convocatoria, en la que se habló «demasiadas veces» del Perte de la automoción como ejemplo «porque no había referentes». «Pero la automoción, aunque tiene muchísima industria auxiliar debajo, arriba está muy concentrada, y en el sector agroalimentario no sucede lo mismo», concluyó.