Hay héroes que se llevan toda la gloria y son recordados para siempre y héroes que se quedan con la de un día y luego caen en el olvido. Algo así pasó ayer con Cesc Fábregas, que anunció su retirada y apenas tuvo repercusión en muchos medios. Yes injusto porque nadie sabe qué hubiese sido de esa España invencible de dos Eurocopas y un Mundial si no hubiese marcado el penalti decisivo a Italia en la eliminatoria de cuartos de final ante Italia en 2008. Los 'infranqueables' cuartos...
A media tarde, anunció el catalán «con gran tristeza» que, después de 21 temporadas en activo, había llegado el momento «de colgar las botas» y poner fin a una carrera en la que había militado en clubes como el Barcelona -el de sus amores, donde estuvo en dos etapas-, Arsenal, Chelsea o Mónaco y en la que conquistó un Mundial y dos Eurocopas con la selección española.
«Después de 20 años increíbles llenos de sacrificio, dedicación y alegría, es hora de decir gracias y adiós al deporte rey. Me ha encantado cada minuto», explicó en un mensaje publicado en sus redes sociales el hasta ayer jugador del Como de la Serie B italiana, a cuyo equipo filial empezará a entrenar al tratarse de una entidad y un proyecto que no pueden ilusionarle «más».
Por tal motivo, explicó que «no todo es tristeza» ya que el «encantador» equipo transalpino se «ganó» su corazón «desde el primer minuto» y llegó a su vida en el «momento perfecto» de su carrera.
«No olvidaré jamás mis primeros días en el Barça, el Arsenal, el Barça de nuevo, el Chelsea, el Mónaco y el Como, los guardaré todos como un tesoro», añade el futbolista, que confiesa que a sus 36 años ha vivido todo tipo de experiencias «que ni en un millón de años» pensó que podría llegar a vivir.
«Desde levantar la Copa del Mundo, las Eurocopas, hasta ganarlo todo en Inglaterra y España y casi todos los trofeos europeos ha sido un viaje que nunca olvidaré», añade Fábregas, que agradeció la ayuda durante toda su trayectoria deportiva de compañeros, entrenadores, directivos, aficionados y especialmente a su familia.
Asimismo, no se olvida de los adversarios que intentaron «derribarle», a quienes agradece que le hayan hecho «más fuerte», continúa en el escrito.
Por último, el internacional español considera que ha merecido la pena «con creces» su carrera por «los grandes recuerdos y amigos» que ha hecho por el camino. «También he aprendido tres idiomas y me he vuelto más compasivo y sabio a lo largo de mis viajes», concluye Fábregas, cuyo papel en la Roja nunca será lo suficientemente valorado. Todo un secundario de lujo para una generación de oro.