Ilia Galán

Ilia Galán


Cuando todo caiga

06/11/2023

Si hay una guerra mundial, si una crisis económica salvaje nos azota, si España se deshace en diversas zonas, si todo cae, si se hunde el comercio internacional y ya no llegan frutos del África o de las Américas, no podremos nutrirnos de ordenadores o automóviles ni de petróleo o de otros combustibles. Siempre necesitaremos de los alimentos y del campo, no solo para devorarlo. 
Necesitaremos de un refugio en la naturaleza, renovarnos con esa grandiosa obra de arte divina que se nos ha entregado como un don y que a menudo devastamos.
Leo aquí que una iniciativa del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación es un programa que lleva a conocer a la juventud las explotaciones agrarias y ganaderas palentinas que los acogieron durante cinco días para intercambiar información sobre técnicas y modos de trabajar. Parece un programa Erasmus, pero en vez de ser en toda Europa se hace con muchachos de varios lugares de España y no en la universidad sino en el campo, que es y siempre será un sector esencial, mientras lo que comemos no se pueda generar de modo industrial (como las proteínas o carne sintética, hortalizas en grandes cultivos de agua y sin tierra, etc.). De este modo aprenden unos de otros y mejoran sus modos de trabajo, aumentando la productividad. Son estancias formativas en los lugares donde hay experiencia, entre empresarios ya maduros de Palencia. Jóvenes agricultores o ganaderos se mueven para aprender de otros que han cultivado también su experiencia, ganancia nueva. Intercambio de gentes y de ideas, de prácticas y sabiduría.
Algunos politicastros desde Madrid o desde Bruselas han hundido el sector agropecuario de muchas maneras, permitiendo exportaciones a bajo precio desde Marruecos, por ejemplo, o trayendo corderos desde Nueva Zelanda sin apenas impuestos mientras los autóctonos no salían adelante; no se fomenta la cría de corderos o animales ni se apoya a ganaderos o agricultores. Vienen los de otras zonas del planeta, con enorme gasto energético de barcos contaminadores de aguas y a ellos se les abre sin control todas las puertas.
Comercio de lo cercano, sentido común olvidado.