Vestimenta cofrade teñida de dolor

J.B.I.
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Cientos de palentinos y visitantes siguen con respeto y fervor el acto de la Vestición de cofrades en el atrio de San Francisco, como antesala de una atractiva procesión de las Cinco Llagas

Vestimenta cofrade teñida de dolor - Foto: Sara Muniosguren

Mucho fervor, vistosidad, seguimiento de cientos de palentinos y visitantes, buena organización y vistosidad. Así se puede resumir el buen desarrollo en la tarde-noche del Lunes Santo, donde es patrimonio de la ciudad la Vestición de cofrades y posterior procesión de las Cinco Llagas, actos organizados por la cofradía penitencial de Nuestro Padre Jesús Crucificado y Nuestra Madre Dolorosa y, en esta ocasión, celebrando su septuagésimo aniversario al fundarse en 1953. En el atrio de la iglesia de San Francisco, llenó la plaza con una actividad didáctica y muy atractiva, dado que se explicó de forma pormenorizada cada uno de los componentes de la indumentaria del cofrade: la túnica, el cíngulo, el capirote, la capa y la medalla.  El peculiar acto de la Vestición de la Pascua palentina se produce cuando la imagen del Crucificado salió de su sede en San Francisco y a pocos metros se cruza y se puso en frente de la imagen de Nuestra Señora situada a la entrada de su capilla, donde ambas imágenes se fundieron en un solemne baile antes de que la procesión de las Cinco Llagas iniciase de forma multitudinaria su largo recorrido. 

Como antesala, y con la atenta mirada de los palentinos y los foráneos, dos hermanos de cada cofradía subieron a un escenario en el templo de San Frascisco para colocarse su atuendo, mientras un sacerdote explicó cada uno de los elementos que lo componen.  Esta iniciativa sencilla demuestra la unidad que reina entre las cofradías penitenciales y hermandades palentinas de cara a conmemorar la Semana de Pasión, 

En la procesión, que comenzó a continuación, se realizó una meditación a cada una de las cinco llagas de Cristo. Desfila una única talla, Nuestro Padre Jesús Crucificado, una imagen del siglo XIV atribuida al escultor Alejo de Vahía. No será la única vez que recorrerá en la Pascua las calles de la capital, ya que si el tiempo lo permite, la pieza más antigua de la Pasión palentina participará durante la mañana del Jueves Santo en la procesión del Indulto (Cristo de la Misericordia) y el Viernes Santo por la noche en el desfile penitencial del Santo Entierro (cofradía Santo Entierro).

Vestimenta cofrade teñida de dolor
Vestimenta cofrade teñida de dolor - Foto: Sara Muniosguren
compañía dolorosa. Los hermanos de la cofradía penitencial de Jesús Crucificado y Nuestra Madre Dolorosa son los encargados de organizar el cortejo que acompaña a Nuestro Padre Jesús Crucificado, mientras se medita ante cada clavo que hirió las manos y los pies del Hijo de Dios clavado en la cruz y ante la lanza que atravesó el costado del Señor para comprobar su muerte, es decir, cada una de sus llagas.  Este acto tiene un doble significado, pues, además de demostrar parte del sufrimiento de Cristo, acerca a cofrades y devotos a las cinco iglesias del casco histórico palentino, ante las que realizan las paradas. Tras abandonar la plaza Mayor, San Agustín fue el primer templo en recibir la imagen de Jesucristo crucificado para recordar la primera llaga. Después, la comitiva dirigió a la plaza de León hasta llegar a San Pablo, ya que la iglesia conventual es donde tuvo lugar la segunda llaga. La tercera parada se realizó en la capilla del Nazareno, cuando el paso retomó su recorrido por Santo Domingo de Guzmán, las plazas Carmelitas, Santa Teresa de Jesús, de la Inmaculada –momento que los cofrades saludan al Santísimo expuesto en la catedral–, las calles Jorge Manrique, Juan de Castilla, Barrio y Mier, Mayor e Ignacio Martínez de Azcoitia y, por último, se regresa a la plaza de San Francisco.