La sociedad palentina mantiene vivo el recuerdo del 11-M

Pablo Torres
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Las autoridades se concentraron ayer, al mediodía, a los pies del Ayuntamiento y de la Diputación, para guardar un minuto de silencio en memoria de las víctimas. Dos de las 193 eran palentinas

Varias autoridades palentinas se concentraron ayer al mediodía a las puertas del Consistorio para guardar un minuto de silencio por el 20 aniversario del 11-M - Foto: Óscar Navarro

Palencia guardó ayer, al mediodía, un minuto de silencio por el 20 aniversario de los atentados del 11-M. Las autoridades de la provincia se sumaron a este acto conmemorativo, que se desarrolló de forma simultánea a los pies del Consistorio y del palacio de la Diputación, para recordar a las 192 víctimas que dejó aquel episodio, el más trágico de la historia democrática española. «A día de hoy, sigue estando vigente en la memoria de todos los españoles. Es un acto de terrorismo que no olvidaremos nunca», subrayó ayer el vicepresidente segundo de la institución provincial, Urbano Alonso.

El 11 de marzo de 2004 es una fecha que nunca desaparecerá de la memoria de los españoles.  Aquel día, del que ayer se cumplieron 20 años, alrededor de las 7,40 horas, estallaron diez bombas en cuatro trenes de la red de cercanías de Madrid casi de forma simultánea. Las estaciones de Atocha, El Pozo, Santa Eugenia y la calle de Téllez se convirtieron en el escenario de la tragedia. Entre los 192 fallecidos, (193 con Francisco Javier Torronteras, el GEO de la Policía Nacional que falleció en un piso de Leganés durante una operación policial días después para capturar a los terroristas cuando uno de ellos se inmoló) hubo dos palentinos: Donnino Simón, de Guardo; y Félix González, de Guaza de Campos. 

La mañana del atentado, Donnino y su esposa, Cristina López, se disponían a coger un cercanías para desplazarse a sus respectivos puestos de trabajo, algo que no solían hacer, pues normalmente acudían en su vehículo particular. Una avería en el mismo hizo que ese día cambiaran su medio de transporte. Ambos se encontraban en el tren 21435 detenido en el apeadero de la estación de El Pozo del Tío Raimundo cuando uno de los explosivos se detonó, provocando una nube de humo que les causó la muerte por asfixia. La localidad minera se sumó al dolor del país y, en especial, al de las familias de los fallecidos, con una multitudinaria manifestación que reunió a unos 7.000 guardenses después de que fuera sabida la noticia de que un vecino estaba en la lista de las víctimas.

Varias autoridades provinciales guardaron ayer, a las puertas del palacio provincial, un minuto de silencio por el aniversario del 11-MVarias autoridades provinciales guardaron ayer, a las puertas del palacio provincial, un minuto de silencio por el aniversario del 11-M - Foto: R. A. R

Félix González, subteniente del Cuerpo de Especialistas del Ejército del Aire, cogió, como cada mañana, un tren para acudir a su puesto de trabajo. La preocupación entre sus familiares se desataba pocas horas después, debido a que no contestaba al teléfono y no se le podía localizar. Tras conocerse la noticia de lo sucedido, su familia se desplazó hasta Madrid, donde, con los datos aportados, los médicos forenses le identificaron como uno de los fallecidos. 

El Ayuntamiento de Guaza de Campos decidió, tras aprobarlo en un pleno, dar su nombre a la calle en la que nació. 

El vicepresidente segundo de la Diputación quiso mandar ayer su apoyo a las familias y recordarlas «el homenaje que hoy -por ayer- rinden los españoles y los vecinos de Palencia». 

Imagen de la histórica manifestación el 12 de marzo de 2004Imagen de la histórica manifestación el 12 de marzo de 2004 - Foto: Óscar Navarro

Solo el destino quiso que no hubiera más víctimas mortales nacidas en la provincia durante los atentados, pues entre los casi 2.000 heridos se encontraron vecinos de Dueñas y Espinosa de Villagonzalo, tal y como informó Diario Palentino en aquellos tristes días. 

Asimismo, José Antonio Quirce, natural de Amusco, fue testigo directo de los hechos. Este maquinista se encontraba en la vía 10 de la estación de Atocha, esperando a que los pasajeros bajaran del tren que conducía, cuando tuvo lugar la primera explosión, a unos 20 metros de donde se encontraba. «A causa de la primera explosión, mi tren fue desplazado en el aire. Hubo momentos de pánico, todos querían salir de la estación». Así relató a este periódico cómo vivió desde dentro el atentado, en unas declaraciones que fueron publicadas en la edición del 12 de marzo de 2004. «Cuando salí de la máquina, ante mí había un desastre humano. Intenté, al igual que muchos otros, ayudar a la gente que pretendía salir de la estación, sin saber muy bien cómo porque el humo lo ocultaba todo. Era un espectáculo desastroso. Veías a  gente en las vías y a muchos viajeros que, siguiendo el camino de los raíles, intentaban escapar de allí y llegar al centro», rememoró el maquinista. 

La sociedad palentina mostró en masa su rechazo al terrorismo al día siguiente de los atentados con una concentración de unas 50.000 personas en la capital (más de la mitad de la población), la más grande en la historia de la ciudad. 

«Ayer fue un día gris. La luz, el tiempo y las horas discurrieron con un mal sabor de boca generalizado, con la pesadez del paso lento de unas horas que solo traían malas noticias, números de muertes y testimonios desgarradores». Así comenzó la crónica sobre la jornada de protestas, firmada por Carlos H. Sanz, publicada en este rotativo el 13 de marzo de 2004. 

«Una marea humana», como se definió aquel día, inundó la columna vertebral de la capital. Partiendo de la plaza de San Pablo, miles de personas recorrieron la calle Mayor en una movilización acompañada por aplausos, canciones como Libertad sin ira y expresiones como «¡Basta ya!».

A la cabeza de la protesta, las autoridades palentinas, junto con el por aquel entonces consejero de Sanidad de la Junta de Castilla y León, César Antón, sujetaban una pancarta en la que podía leerse lo siguiente: «Con las víctimas, con la Constitución. Por la derrota del terrorismo». A los mensajes de «no a la violencia», la manos blancas (en contraposición a las manchadas de sangre de los asesinos) y los gritos de protesta se sumó, sobre todo, la creencia de que, desde el día del atentado, nada volvería a ser como antes. 

Cabe recordar que la de la tarde no fue la única movilización. Por la mañana, unos 3.000 palentinos se concentraron en la plaza Mayor para expresar con su silencio su rechazo hacia la tragedia y sucompasión con las víctimas. Heliodoro Gallego, que por aquel entonces era el alcalde de la capital, pronunció un manifiesto que expresaba «el sentimiento de dolor y a la vez de rabia e indignación de todos nuestros vecinos, conmocionados por la muerte de tantos inocentes por la sinrazón de unos pocos». 

20 AÑOS ATRÁS. Echar la vista dos décadas atrás también es reconocer a viejos rostros de la esfera política y social de la provincia. Representantes de entidades nacionales, regionales y provinciales apelaron aquellos días a la unidad y resaltaron los valores de la democracia para hacer frente a la lacra del terrorismo. «Hay que demostrar a los asesinos que el único modelo de convivencia es el de libertad», aseguró el que fuera presidente de la Diputación, Enrique Martín. Siguiendo esa línea, se encontraron declaraciones como la de José María Hernández, por aquel entonces delegado territorial de la Junta, que aseveró que «es inconcebible que la amenaza terrorista impida hacer vida normal a los españoles».

Heliodoro Gallego, alcalde de Palencia, calificó los hechos como «un ataque frontal contra la democracia». Carlos Fernández Carriedo, que ocupaba la presidencia provincial del Partido Popular, apeló a la necesidad de «apoyar a las fuerzas de seguridad» para que detuvieran a los terroristas. Asimismo, Clemente Pita, subdelegado del Gobierno, mostró su «más absoluta repulsa por el vil y cobarde asesinato». Todas ellas, declaraciones recogidas por este rotativo. 

La excepcionalidad e importancia de las circunstancias hicieron que Diario Palentino lanzara la tarde del 11-M una tirada especial de ocho páginas ofreciendo información puntual sobre lo ocurrido.