Palencia

Juan Francisco Sanjuán Benito
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Palencia, a cuya catedral se moteja como La bella desconocida, debería apodarse así enteramente tanto la capital como toda la provincia

Palencia

La ciudad de Palencia nació como fortaleza y capital de los vacceos, pueblo de la familia de los celtas que habitaba, principalmente, en un territorio extendido a ambos lados del río Duero por los actuales términos de Medina del Campo, Valladolid, Sahagún, Villalpando y Toro, hasta que los romanos conquistaron estos territorio durante los años 26 y 25 a.C. 

Entonces los romanos iniciaron un proceso de latinización-aculturación en todo el ámbito de la vida de estos pueblos hispanos, fundando ciudades con arquitectura romana, sus respectivos saneamientos y baños públicos, introduciendo los hábitos de alimentación, vestimenta, formación cultural y religiosa, construyendo, a su vez, numerosos caminos, calzadas y explotaciones agropecuarias; y por encima de todo, modos y maneras de hacer la guerra, cuya importancia e influencia puso las bases de la cultura occidental. Bajo la dominación romana, se convirtió en uno de los principales enclaves del valle del Duero, en la ruta que unía las ciudades de Astorga y Tarragona. 

Con la decadencia del Imperio Romano en el siglo V, llegaron las invasiones visigodas que se apoderaron de la ciudad. Sus habitantes fueron asesinados o esclavizados, pasando la ciudad a formar parte del reino hispano-visigodo. Durante esta época se instauró la sede episcopal de la Iglesia Católica, lo que la impulsó a un rápido desarrollo bajo el báculo episcopal de los obispos Arderico y Conancio auxiliados por el cabildo. 

En el año 714, las mesnadas de Muza y Tarik se apoderan de Palencia, saqueándola e incendiándola. Bajo la administración musulmana, de los siglos VIII al X, quedó semidesierta, pues a los destrozos causados por las huestes de invasión, debemos sumar las plagas que sufrieron en aquél entonces.  Volvería a resurgir tras la reconquista cristiana, su reconstrucción y repoblación, así como con la restauración de la sede episcopal en el primer tercio del siglo XI por mandato del rey de Pamplona Sancho III el Mayor, y la inestimable colaboración del obispo de Oviedo don Ponce.


Fernando I de Castilla.

Fernando I de Castilla y de León, hijo de Sancho III el Mayor, enfeudó Palencia y la cedió en señorío al obispado local, en aquel entonces encabezado por el obispo don Ponce. Los sucesivos responsables de la diócesis palentina, ya señores de la villa, definirían y perfeccionarían su poder sobre el concejo municipal, ayudados por las recurrentes concesiones reales a la diócesis, en especial por las realizadas por Alfonso VIII el de Las Navas, tío del obispo Raimundo II, que el 10 de marzo de 1180 concedió un fuero por el que se regirían las relaciones de poder de los señores y los obispos con el concejo. A partir de entonces y hasta bien entrado el siglo XIV, la diócesis palentina se convirtió en una de las más importantes de Castilla por extensión y rentas, lo que la confería mucho poder. 

Cuando en 1297 Álvaro Carrillo tomó posesión del Obispado, el concejo de Palencia se negó a rendirle el preceptivo homenaje, lo que motivó que el 18 de diciembre de 1297, Fernando IV emitiera una cédula real por la que ordenaba al concejo de la ciudad palentina prestar homenaje al obispo, de acuerdo a los principios jurídicos feudales de prestar esa pleitesía al señor. Dos años después, el día 25 de enero de 1300, la corona dictó una sentencia de obligado cumplimiento en Valladolid, por la que se reparaban todos los agravios y perjuicios causado al obispo por el concejo palentino; y el 24 de diciembre de 1300 el concejo al completo, procedió a rendir homenaje y pedir perdón al obispo por lo agravios y perjuicios sufridos. 

El 26 de octubre de 1113 tuvo lugar en Palencia un concilio convocado por los obispos de Toledo, Bernardo de Sédirac, y de Santiago, Diego Gelmírez, intentado arreglar los problemas del reino –guerra civil– producidos por el matrimonio de los reyes doña Urraca, titular de la corona de León y Castilla y don Alfonso I el Batallador de Aragón y Navarra. El concilio acordó la nulidad del matrimonio de Urraca y Alfonso, alegando la consanguinidad de los monarcas; dando así al traste con el proyecto inicial de unir todos los reinos cristianos de la península ibérica bajo un mismo cetro. Los dominios de doña Urraca incluían: Asturias, León, Galicia, Portugal y Castilla; y los de don Alfonso I las coronas de Aragón y Navarra.

En 1188 nació en Palencia la infanta Blanca de Castilla, hija de los reyes Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet, quien luego sería reina consorte de Francia por su matrimonio con Luis VIII, y madre del rey Luis IX, conocido como San Luis de Francia. 

Tello téllez.

Por estas mismas fechas, último cuarto del siglo XII, se fundó el Estudio General de Palencia, primera universidad de España y una de las primeras de Europa, por cédula real de Alfonso VIII e inspiración del obispo de la diócesis don Tello Téllez de Meneses, del tronco familiar de la más tarde tres veces reina doña María de Molina. La nueva institución quedaría vinculada a la catedral y su cabildo durante los proximos sesenta años que duró su existencia, pues la creación de los Estudios Generales de Salamanca, (Universidad de Salamanca) en el año 1218 por cédula real del rey Alfonso IX de León, debilitaron a los palentinos.

El lunes 16 de julio de 1212, una gran coalición de tropas cristianas venció a los musulmanes en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa. Las mesnadas palentinas, comandadas por el obispo don Tello Téllez de Meneses, participaron en las tropas de la vanguardia castellana, demostrando un heroico comportamiento, motivo por el cual, el rey Alfonso VIII concedió a la ciudad las dos cruces que figuran en su escudo de armas en unión de los dos castillos otorgados anteriormente por Fernando I de León y Castilla.

En 1321, la diócesis palentina comenzó la construcción de la actual catedral, la llamada La bella desconocida, sobre las ruinas del anterior templo de estilo románico, que se había construido sobre la anterior catedral visigoda, quedando vestigios de todas ellas en la edificación actual, cuyas obras finalizaron a últimos del siglo XVI.


Durante los más de 70 años que van desde la mitad del siglo XIII a la primera veintena del XIV, Palencia albergó varias reuniones de Cortes con la asistencia de la alta nobleza y clero del reino, así como la no menos frecuente presencia de los titulares de la corona, Alfonso X, Sancho IV, María de Molina, el hijo de ambos, Fernando IV y el nieto Alfonso XI. Doña María de Molina ejerció el poder de reina consorte en vida de su esposo Sancho IV, de reina gobernadora su hijo Fernando IV el Emplazado y de su nieto Alfonso XI el Justiciero.


En 1388, mientras los varones palentinos estaban fuera de la ciudad en campañas militares de la corona, huestes de Juan de Gante, duque de Lancaster, yerno del rey Pedro I el Cruel y pretendiente a la corona de Castilla y León, llegaron a la ciudad con intención de saquearla, la cual fue defendida valerosamente por las mujeres palentinas evitando que Lancaster sometiera a Palencia. Esta heroica defensa de su ciudad las valió el reconocimiento del derecho de tocas que ha dado origen a la banda dorada que luce en el traje tradicional palentino. Al año siguiente tuvo lugar en la catedral la boda del príncipe Enrique, luego como rey, Enrique III el Doliente, con Catalina de Lancaster, hija del duque de Lancaster.

Durante la revuelta comunera de 1521-22, la ciudad de Palencia se levantó bajo el mando de su obispo Antonio de Acuña y Osorio contra las huestes reales y su corte foránea succionadora de cargos y recursos del reino, y en defensa de los usos y costumbres castellanos. Al ganar las huestes reales en la contienda, la Palencia fue castigada al ostracismo económico hasta el siglo XVIII que llegó la instalación de industrias harineras. 

La guerra de la Independencia de 1808 a 1812 trajo a Palencia una guarnición de 3.000 soldados franceses que con su voracidad y malos modos explotaron a la vecindad con alojamiento, todo tipo de alimentos, bebidas, en especial vino, y caudales sin mesura, lo que provocó una revuelta del pueblo contra las huestes francesas. Revuelta que sofocaron las nuevas tropas francesas de refuerzo que llegaron el día 7 de junio. La población tuvo que ejercer una resistencia silenciosa festejando las derrotas que les infligían las tropas anglo-españolas a los franceses en otras partes de la Península, frente a todo tipo de exigencias de la guarnición francesa. 
En 1931, la ciudad , por iniciativa de su obispo don Agustín Parrado, encargó al insigne escultor palentino Victorio Macho la construcción de un colosal monumento al Corazón de Jesús en el cerro del Otero.

Según el censo de 2018, la ciudad de Palencia tenía 78.629 habitantes.

Lugares de interés DE PALENCIA.

La gran joya de la ciudad de Palencia es su catedral gótica llamada La Bella Desconocida, construida entre los años 1321 y 1516 siguiendo la traza de los arquitectos Acebes, Gómez de Burgos, Rodrigo de Astudillo y los Solórzanos como encargados de las obras, en cuyo subsuelo está la cripta visigótica y románica de San Antolín. La catedral consta de tres naves, con crucero, girola y cinco capillas hexagonales en la cabecera, destacando el triforio con tracería y antepecho flamígero y el trascoro, ejecutado a principios del siglo XVI a expensas de Juan Rodríguez de Fonseca, presidente del Consejo de Indias. Al exterior destacan: las cubiertas de la bóveda de crucería, el ábside de gran belleza, y la inclinada torre. Tiene cinco puertas de acceso. 


El interior del templo es un magno museo: magnífico retablo mayor, púlpito, tríptico del trascoro, tapices de la sala capitular, colección de escultura y pintura del Museo Catedralicio con un famoso San Sebastián de el Greco, un muy peculiar retrato del rey Carlos I, que para poder observarlo, hay que mirar a través de un pequeño orificio en un saliente del marco, y una de las mayores colecciones de libros del siglo XVI y XVII, entre otros tesoros de esta insigne catedral.


La iglesia de San Miguel, de los siglos XII al XIII, donde dicen se casó el Cid Campeador con doña Jimena, que se adorna con una esbelta torre fortificada y hermosas ventanas de tracería. 

También destaca la iglesia de San Lázaro, cuya fundación se le atribuye a Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. Conserva la portada de la torre de estilo románica.

El convento de Santa Clara fue edificado en el año 1378 extramuros de la ciudad, bajo la protección de don Enrique II de Castilla y doña Juana Manuel para acoger una comunidad de religiosas clarisas. La iglesia de estilo gótico presenta un bello ábside y portada. 

Por otro lado, el monasterio de San Pablo fundado por Santo Domingo de Guzmán en el s. XIII en estilo gótico. Las dependencias del cenobio han sufrido diversas transformaciones y sólo restos del claustro conservan el estilo primitivo. La iglesia consta de tres naves y capillas laterales y se cubre con bóveda de crucería. Ofrece al exterior un gran ábside central que sobresale del resto de la construcción. En la capilla mayor hay dos magníficos grupos escultóricos, uno a cada lado, son los sepulcros de los Enríquez, almirantes de Castilla y duques de Rioseco. El retablo mayor y la reja son renacentistas. 

La iglesia de SanFrancisco pertenece a un antiguo convento fundado en el s. XIII y ocupado por los franciscanos hasta mediados del s. XIX. El interior del templo, que ha sido muy transformado, conserva la primitiva construcción del crucero, donde estuvieron los sepulcros de don Diego López de Haro y otros personajes de su época. La sacristía, barroca, conserva un hermoso artesonado mudéjar. Una de las capillas alberga el sepulcro de los Sarmiento con estatuas orantes. 

Por último, el Museo Diocesano, alojado en el elegante Palacio Episcopal y magníficamente dispuesto, posee una extraordinaria colección de arte sacro policromado, en continuo crecimiento.