Venganza en Hontoria en la francesada

Fernando Pastor
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Dos de sus hijos mayores se tomaron cumplida venganza, se apostaron en el mismo camino y al paso de varios soldados galos, los acribillaron

Venganza en Hontoria en la francesada

La invasión francesa de principios del siglo XIX (de 1808 a 1814) dejó sus huellas en la comarca del Cerrato en múltiples formas: combates, destrozos y asentamientos.


Así, en Dueñas residió José Bonaparte, proclamado rey de España por su hermano el emperador Napoleón. También residió en Palenzuela en junio de 1813.


Según el historiador Enrique Berzal, Torquemada fue la primera localidad española que hizo frente a las fuerzas francesas. Concretamente el 6 de junio de 1808, cuando ante el temor a que las vías de comunicación peninsulares fuesen cortadas, el mariscal francés Bessières ordenó a los generales Merle y Lasalle reunirse en Dueñas. Al llegar a Torquemada, los lugareños les salieron al paso. De forma muy temeraria, como demuestra la escabechina que sufrieron, pues tanto la villa como muchos de sus habitantes fueron arrasados por batallones franceses de infantería y caballería con más de 6.000 efectivos, zapadores y granaderos, frente a unos centenares de vecinos equipados con escopetas, trabucos y aperos de labranza, intentando simplemente con cadenas, carros y vigas que los soldados franceses no atravesaron el enorme puente de 25 ojos del siglo XV. 

Venganza en Hontoria en la francesadaVenganza en Hontoria en la francesada


Los primeros disparos fueron locales, desde lugares estratégicos (levantaron un pequeño fortín en torno a la iglesia de Santa Eulalia), causando algunas bajas en las filas francesas, más por ahogamiento en el río al encabritarse los caballos y caer, que por los disparos. 
La reacción de los invasores fue matar a cuantos vecinos encontraron a su paso y arrasar la villa, destrozando e incendiando viviendas, bodegas, molinos…, y llevándose cuantos objetos de valor encontraron en las iglesias, incluidos el dinero de las rentas eclesiásticas: 17.260 reales procedentes de la venta de cereales, o 500.000 reales de la ermita de Nuestra Señora de Valdesalce.


Los vecinos que salvaron la vida huyeron a localidades cercanas, como Villamediana, Valdespina, Palacios del Alcor, Hornillos y Baltanás, por lo que Torquemada quedó despoblada hasta que el 20 de junio los soldados franceses cesaron el acoso ante la promesa del obispo de Palencia de que a cambio recibirían un tributo. 


Estos hechos motivaron que tras la Guerra de la Independencia Fernando VII concediera a Torquemada el título de leal villa.

Venganza en Hontoria en la francesadaVenganza en Hontoria en la francesada


También les queda el recurso al humor. Debido a que en una bodega, propiedad de Emilio Pisano, apareció el esqueleto de un soldado francés muerto en la batalla, le hicieron una especie de tumba y cuando iban a merendar a la bodega le ponían un vaso de vino y un cigarro para brindar con él y compartir tabaco, en plan de sorna.


Otras poblaciones cerrateñas también fueron escenario de batallas, aunque no tan desiguales ya que contaron con el protagonismo de las fuerzas aliadas, principalmente inglesas, con un papel destacado del general Lord Wellington. 


Batallas cuerpo a cuerpo.

En Villamuriel de Cerrato resultó muy dañada la iglesia. En Villabáñez hundieron el puente sito en la actual pedanía Peñalba de Duero. En Villodrigo, el 23 de octubre de 1812, una batalla cuerpo a cuerpo entre franceses e ingleses acabó con victoria francesa, saldada con 250 fallecidos y 85 prisioneros. 


Capítulo aparte merece lo acontecido en Cabezón de Pisuerga. La localidad ya había sido escenario de una primera batalla el 12 de junio de 1808, saldada con el correspondiente saqueo (después recuperaron parte de lo saqueado recomprándolo a anticuarios lo que los franceses les habían vendido). Pero la principal fue en 1812. Las tropas francesas tenían como objetivo estratégico apoderarse de la ciudad de Valladolid. Soldados españoles e ingleses al mando del general Wellington debían impedir su avance a toda costa, apostándose para ello en Cabezón.

Tras dos días de pelea, el 29 de octubre de 1812 Wellington ordenó volar un ojo del puente romano de la localidad. Este puente, inicialmente de madera, ya había sufrido anteriormente desplomes, principalmente por riadas, y reconstrucciones: en 1495, 1582, 1635, 1777...


Como en toda invasión, también son memorables las resistencias. En el Cerrato destacaron el cura Merino, que actuó en la zona de Quintana del Puente; Andrés Puertas en la zona de Baltanás; o el astudillano Juan Tapia. Este último sembraba de escombros los caminos por los que iban a pasar los franceses y creó el cuerpo de Caballería del Arlanza y el de Granderos de Castilla, matando a muchos soldados, por lo que en venganza trataron de ejecutarle y represaliaron a sus encubridores. También hubo orden de ejecutar a otro guerrillero, Juan Díaz Porlier El Marquesito, y su lugarteniente Bartolomé Amor, por su acoso a las tropas francesas desde el principio de la invasión.


Los ayuntamientos estaban obligados a mantener a las tropas galas asentadas en la localidad, lo que empobreció a muchos pueblos, que se vieron obligados a vender terrenos para poder cumplir.


Las localidades saqueadas por los  franceses fueron numerosas. Soto de Cerrato o su vecina Reinoso de Cerrato, en la que quemaron la iglesia con toda su documentación, lo que dio origen a una peculiar reconstrucción de los libros de las partidas de bautismo gracias a la memoria colectiva de los vecinos, que fueron aportando datos de las fechas de nacimiento y bautizo de sus allegados.


Precisamente, en Reinoso nació Francisco Pastor Calleja, el 8 de enero de 1752. El 19 de noviembre de 1770 se casó con Francisca Ayuso Marcos, de Hontoria de Cerrato, por lo que se trasladó a vivir a esta localidad, llegando a ser alcalde. Enviudó pronto dos veces, por lo que se casó en tres ocasiones, teniendo 6 hijos en su primer matrimonio y dos en el tercero. El 24 de octubre de 1812 (mañana se cumplen 211 años), estando en las inmediaciones del monasterio de Santa Coloma (en el camino hacia Tariego), soldados franceses le mataron sin saberse los motivos. Dos de sus hijos mayores se tomaron cumplida venganza. Se apostaron en el mismo camino y al paso de varios soldados franceses los acribillaron y empalaron con unas horcas.