"El esfuerzo de la diócesis en la catedral es ingente"

Álvaro Lantada - César Ceinos
-

El nuevo prelado palentino asegura que la necesaria apertura de la Iglesia y el derribo de trincheras serán una tarea complicada, «pero maravillosa como todo buen reto», y llama a «enraizarnos en las aptitudes que nos ha dado Jesús»

El obispo, Mikel Garciandía, en las instalaciones de Promecal en Palencia - Foto: Sara Muniosguren

El navarro Mikel Garciandía Goñi (Etxarri Aranatz, 1964) es el centésimo segundo obispo de la diócesis de Palencia. Su nombramiento fue anunciado en el Boletín de la Santa Sede del 31 de octubre de 2023 y tomó posesión del cargo en una ceremonia que se celebró el 20 de enero. Es licenciado en Filosofía por la Universidad de Navarra (1987) y en Teología Fundamental por la Pontificia Universidad Gregoriana (1998) y doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma (2023).

Fue ordenado sacerdote en 1995 y desempeñó diversos cargos en la diócesis de Pamplona y Tudela antes de ser destinado por el PapaFrancisco a tierras palentinas, entre ellos vicario episcopal del Mendialde, director de la casa de espiritualidad de Santa María de Zamartze y capellán del santuario de San Miguel in Excelsis, de Aralar.Además, ejerció como docente en Cantabria, en la Escuela Diocesana de Teología Pastoral, en la Universidad Pública de Navarra y en la Facultad de Teología de Deusto.

El lema de su escudo episcopal es Quis ut Deus?, que en castellano significa ¿Quién como Dios? ¿Por qué?   
La elección casi fue por aclamación popular. No hubo que pensar mucho. Cuando la gente se daba cuenta de que iba a ser obispo, los más vinculados a la zona y al santuario en Pamplona me decían que si iba a tomar ese lema.  ¿Quién como Dios? Nadie como Dios es el grito que los capellanes del santuario, con la imagen de San Miguel, vamos diciendo por todos los pueblos. 

¿Cómo ha sido su llegada a la diócesis palentina?
Desde el principio fue muy fácil, porque antes de que se hiciera público mi nombramiento ya había estado con el anterior obispo, Manuel Herrero, de manera privada y me legó todos los documentos y los trabajos en curso. 
En ese momento, me alegró que se hubiera decidido desde la diócesis tener un plan de pastoral con principios fundamentales vinculados a una salida misionera y a una mayor comunión dentro de la Iglesia. Había una serie de puntos que me resultaban muy familiares.Y estos meses tienen que ser de aprendizaje. Pienso que estoy en una época de aprendiz. Luego me tocará a mí también el magisterio, pero para que este cale tiene que haber una ida y una vuelta. Ahora me estoy dedicando a aprender de Palencia, cuál es su historia, qué problemas hay y cuáles son sus retos y oportunidades. Es evidente que hay un reto con las edades de la vida consagrada, pero, con todo, veo que es una vida con muchísimo deseo de estar testimoniando al Señor, a ese que nos da a todos la vida. Es muy alentador también el tono que me he encontrado en la vida religiosa.

En la primera homilía que pronunció como obispo de Palencia hablaba de una necesidad de apertura de la Iglesia y de derribar trincheras. ¿Es un reto difícil?
Si, pero maravilloso, como todo buen reto. Los extremismos son lo que hay que evitar y pienso que  una palabra que hay que utilizar más es la radicalidad. Pienso que tenemos que ser mucho más radicales.Radical viene de la palabra raíz, es decir, tenemos que enraizarnos en las aptitudes que nos ha dado Jesús: ser hombres y mujeres de paz, estar continuamente tendiendo puentes y aprendiendo de todos. Porque nosotros tenemos un mensaje, pero para que sea recibido, tenemos que tener una actitud y un talante de escucha.
En esta época ya no valen los mensajes puramente unidireccionales. El tipo de cultura en la que estamos creo que nos acerca a algunos elementos que son originales del Evangelio. El Señor no iba adoctrinando, primero preguntaba qué conversación traes por el camino, qué puedo hacer por ti. Considero que el cristianismo tiene que tener esa cortesía de no entrar de una manera abrupta, sino de ir caminando y, luego, conforme se va caminando, se dan las circunstancias para ir, eso sí, luego proponiendo.

En este tipo de polarización política que estamos viviendo y de convulsión social en muchos aspectos, ¿hasta qué punto cree que la Iglesia tiene que mantenerse al margen de lo que está ocurriendo en la vida política, que marca de una u otra manera el destino de todos nosotros y el día a día?
El Evangelio llevado a la vida social es una maravillosa doctrina social y considero que esta, tanto en el terreno explícitamente político, como en el económico, el cultural o el social, hace unas aportaciones preciosas en las que mucha gente y muchos grupos católicos están implicados desde hace décadas. Pienso que hay que incidir sin cansarnos en que nosotros tenemos una hoja de ruta, que es el Evangelio, y luego tenemos que tener la capacidad de tener un diálogo crítico.

¿A qué se refiere con un diálogo crítico?
Un diálogo crítico significa ser honestos y aceptar y recibir todo lo positivo que hay en nuestro mundo, que no es poco. Pero también decir que hay elementos que van contra la vida y que nosotros consideramos que los más débiles y los últimos tienen que ser puestos en un lugar privilegiado. En ese sentido, todos los bautizados tenemos que convencernos de que el Evangelio tiene muchísimo que aportar en lo pequeño, desde abajo, pero es como se cambia la historia. 

En su primera intervención en la catedral habló de apoyar a todas las víctimas. ¿Hace falta más implicación por parte de la Iglesia ante los problemas de abusos?
Si algo estamos aprendiendo en las últimas décadas es, en primer lugar, que tenemos que poner en el centro a la víctima, que es la prioridad número uno. Y luego tenemos que interpretar honestamente que hay una necesidad de purificación. Como institución creo que lo está haciendo de una manera, últimamente, muy solvente y muy transparente.  No dudo que siempre se podrá hacer mejor pero yo pienso que ha habido y está habiendo pasos de cara a todos los tipos de abusos.  El que a nosotros nos ha podido salpicar de una manera tan terrible es la pederastia, pero hay muchísimos dramas sociales en los que la Iglesia, igualmente, está lanzando una voz profética.Solo que hay unos mensajes que tienen una mayor acogida y otros menor, pero creo que el camino emprendido en estas últimas décadas tiene que ser una hoja de ruta ya definitiva.

Palencia y Navarra son diferentes en muchos aspectos, pero guardan también ciertas similitudes. ¿Hay una hoja de ruta que pudo aplicar en su lugar de origen y ahora aquí?
Pienso que hay elementos muy comunes. En una sociedad tan rural y tan dispersa tenemos que incentivar lo que ya se está haciendo en Palencia, como el trabajo de zona, la pastoral juvenil o la catequesis, que muchas parroquias ya son incapaces de ofrecerlas por sí solas. Y eso requiere de una pastoral mucho más de conjunto e integrada. Veo que se están haciendo esfuerzos. Pronto voy a tener un encuentro con los jóvenes de confirmación, que se van a juntar todos los de una zona. La idea es que la fragmentación no nos lleve a la fragmentación, sino justamente esa debilidad que tenemos, convertirla en una fortaleza. Ahora se trata de que en la iglesia seamos muy creativos en el modo de trabajar. 

En su primera convocatoria de prensa recordó que había confirmado a todos los cargos del organigrama diocesano y explicó que la dispersión geográfica y la falta de clero eran una oportunidad para buscar la corresponsabilidad de los laicos. La crisis vocacional no es un problema exclusivo, ni mucho menos, de la diócesis de Palencia, pero ¿las soluciones son comunes o hay que extrapolarlas a cada una de las provincias?
Yo incidiría en que, cuando hablamos de crisis vocacional, no es que hay unas que están en crisis y otras no. Hablo de que la idea de vocación es la que está en crisis en la sociedad.El matrimonio, la vida consagrada y la vida ministerial están igualmente en crisis. El desplome del número de matrimonios como sacramento por la Iglesia nos está indicando que la idea de la vida como vocación se ha debilitado. Vivimos en una sociedad en la que una persona puede estar permanentemente eligiendo una cosa y luego la contraria.

La idea de vocación presupone una idea unitaria de vida en la que hay un diálogo de la persona con su creador, con Dios. Yo pienso que tenemos que recordar a los bautizados que todos estamos vocacionados. Dios Padre nos llama a la vida y Dios Hijo nos llama a seguirle. Y luego está el pequeño detalle, que es que el EspírituSanto nos llama a vida laica, a otros al ministerio y a otros a unos hacia la vida consagrada. Entonces, considero que no hay recetas ni debe haberlas, no se puede hacer magia, pero sí que se puede trabajar a fondo la vida cristiana, la familia, el arraigo en la sociedad, la vivencia del domingo y,  lo más importante para mí, la comunidad cristiana. Si nosotros tuviéramos, y a medida en que tenemos, verdaderas comunidades cristianas, florecería la vocación. Mientras nuestras comunidades sean más bien sociedades, mientras tengamos un catolicismo un tanto social, donde no haya una vivencia profunda de Dios en cada uno de nosotros será muy difícil que la vocación arraigue. Este es un reto que tenemos en Occidente.

Francia nos lleva 25 años de delantera. Allí ya están saliendo del túnel, las comunidades parroquiales son mucho más interculturales y las vocaciones están comenzando a florecer. Nosotros estamos en un momento muy delicado, que lo abrazamos y lo asumimos, pero no hay ningún problema en pensar que a nada que seamos fieles a lo que el Señor nos dice iremos viendo la luz. 

El número de sacerdotes es escaso, es el que hay, y habla de conseguir la implicación de los laicos para que todo esto siga funcionando, aunque no sé si eso también es complicado
Claro, en la propuesta que nosotros tenemos que hacer a los jóvenes, por ejemplo, no tenemos que dar por hecho que todos tengan una vocación laical. En este sentido,  considero que no hay simplemente una pastoral vocacional específica, sino que a toda persona hay que ayudarle a descubrir que a todos nos está llamando Dios. Recuerdo que en una encuesta muy seria de la Fundación Santa María, 300.000 jóvenes en España reconocían que en algún momento habían sentido la llamada de Dios, y 30.000, a nivel de España, reconocían que esa era una cuestión que no se les podía ir de la cabeza. Es decir, vocaciones hay y Dios continúa llamando. Lo que hay es muchísimas interferencias para que esas llamadas las podamos interpretar, hacer silencio y trabajar. 

¿Ofrecer el servicio que requiere una diócesis como la de Palencia es especialmente complicado con una población dispersa y pequeñas localidades?
La diócesis no puede abandonar los pequeños núcleos de población, pero también tenemos que ser muy conscientes de que una comunidad de ocho personas no es una parroquia como tal. Entonces habría que individuar qué comunidades cristianas tenemos y hablar de una cierta comarcalización. Entre todos, tenemos que trabajar de tal manera que, sin perder el arraigo de que existan cristianos en cada pequeño núcleo de población, las comunidades cristianas focalicen su vida desde el domingo, desde la Eucaristía. Para eso hay muchas fórmulas y tendremos que ir viendo qué será lo mejor.

¿Cuáles son las necesidades inmediatas de la diócesis?
Esas tendré que ir descubriéndolas con la gente.En este momento estoy en la etapa de asimilación, estoy escuchando mucho y me parece que, dentro de unos meses, cuando me vaya haciendo una idea podré responder a la pregunta.

¿Llega para quedarse?
Espero que sí. La alianza pastoral es un matrimonio. Soy consciente de que a veces se mueve rápido a los obispos, pero yo pienso que la mística del pastor es que uno sigue al Señor hasta la muerte. Entonces no debe de haber nada que le aparte. En mi cabeza, en mi proyecto,  yo ya soy palentino, ya estoy empadronado, ya tengo la cartilla de la Seguridad Social aquí, y yo, a todos los efectos, estoy para quedarme.

¿Mantener en buen estado el patrimonio religioso y hacer que tenga más funciones que visitarlo es otro de sus desafíos al frente del obispado palentino?
Me he planteado que tenemos que luchar para que el arte cristiano siga siéndolo.Es decir, que sea elocuente y que comunique algo a la persona que lo ve. Por ello, desde la diócesis hay esfuerzos en Nártex y una fluida relación con las distintas administraciones.El esfuerzo que está haciendo la diócesis en la catedral y en los pueblos es ingente. Y ahí tenemos que tener una hoja de ruta y un plan estratégico a largo plazo. Es verdad que no podemos poner el mismo empeño en una joya que sea una gran parroquia que una ermita que está perdida en el monte. De hecho, pienso que tenemos que establecer en cada zona cuáles son las prioridades, cuáles son las urgencias y cómo tenemos que trabajar.

La catedral ha quedado preciosa después de las últimas obras de restauración
Si, pero todavía queda. Hay algunos elementos en la capilla de San Isidro que habría que darles un vistazo antes de taparlos parcialmente porque podemos llevarnos alguna sorpresa de la época visigoda. Y la duda es si  también el foro romano está ahí debajo. Este mes tenemos que hacer alguna pesquisa y, después, tenemos que plantearnos, de nuevo, cuáles serían los ulteriores pasos que habría que dar en la catedral. Pero bueno, ahí están trabajando los de patrimonio y hay gente muy sabia. Estoy escuchándoles a todos. 

¿En estas tres semanas se ha podido quedar ya con un lugar destacado del templo catedralicio?
Cuando uno entra en la catedral se encuentra con las estatuas de la Virgen y del arcángel Gabriel que me recuerdan a la colegiata de Toro. Es una primera entrada espectacular. Destacaría que me sorprendí cuando entré por primera vez, pero conforme voy entrando me va gustando más. 
No es un templo que deslumbre la primera vez, pero su belleza es un conjunto de recovecos de una calidad impresionante. Y desde el punto de vista espiritual, la capilla del Sagrario, donde está san Manuel enterrado.

Ya ejerció como obispo en la festividad de la patrona de Palencia, Nuestra Señora de laCalle el pasado 2 de febrero. ¿Qué le pareció?
Impresionante todo, tanto la organización como sentir todo el pulso de la ciudad y el discurso de la alcaldesa. Todo estuvo realmente en su sitio y fue una fiesta muy agradable y muy emotiva.

La Semana Santa de Palencia está declarada de Interés Turístico Internacional,  pero se entiende que serán sus connotaciones religiosas las que usted querrá poner en valor. Aunque supongo que es fundamental conjugarlo todo
Pienso que tenemos que ser muy conscientes de los riesgos que hay con el turismo religioso, pero darnos cuenta también de que hay una potencialidad enorme, porque es, al final, la gente que viene y que tiene una expectativa de que les contemos quiénes somos, lo que hacemos y lo que les queremos comunicar.

¿Qué le parece que TelevisiónEspañola retransmita dos procesiones y la vigilia pascual de la Pasión palentina?
Es una entrada abrupta que mi primera Semana Santa como obispo de Palencia sea retransmitida para toda España. Además, no solo el Jueves y el Viernes Santo, sino la vigilia pascual del SábadoSanto. Esto supone un reto para los que conformamos la catedral y para la gente de la diócesis. Me imagino que necesitaremos la colaboración a nivel de canto y de lectores. También habrá que hablar con las parroquias porque sería triste que en la vigilia estuviéramos cuatro. Es un esfuerzo que tenemos que hacer, fundamentalmente, en la ciudad.