Los Yodis

Fernando Pastor
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Los hermanos Santoyo Díez, de Astudillo, formaron a principios de la década de 60 el famoso grupo palent

Los Yodis

José Francisco Santoyo Diez, conocido como Tato, estudió interno en Los Salesianos de su localidad natal, Astudillo. Allí había un piano y le dio por probar a tocarlo. No lo hacía mal, y fue el inicio de su afición por la música.

Tras salir del colegio, su padre, Melchor Santoyo, le compró un acordeón, que también tocó con pericia. Eso hizo que Melchor le dijera a otro hijo, Luis, que acompañara a su hermano tocando la batería. 

Los YodisLos YodisMelchor tenía contactos con alcaldes y vecinos de todos los pueblos de alrededor, debido a su condición de fotógrafo oficioso para hacer fotos de carnet, reportajes de eventos, etc. Lo que le posibilitaba ser mánager, también oficioso, para que sus hijos actuaran en esas localidades. Así fue a partir de 1955.

Era frecuente que Melchor acudiera en moto con Luis a algún pueblo a hacer un reportaje de boda, tras lo cual regresaban rápido a Astudillo a revelar las instantáneas y confeccionar con ellas un álbum, para volver al pueblo en cuestión. Luis a tocar y Melchor a mostrar las fotos para recoger los pedidos de los interesados en ellas.

No tardó en incorporarse al grupo otro hermano, Teodoro, que con tan solo 12 años vestía pantalón corto. Luis tenía 16 y Tato, 14. 

Los YodisLos YodisEstuvieron actuando de manera informal, pues cuando a cada hermano le llegó (de forma escalonada, por la edad) la obligación del servicio militar, los otros dos se incorporaban a alguna otra orquesta.

Finalizada dicha obligación por parte de los tres, crearon el grupo Los Yodis. Era el año 1962 y el nombre surge de unir la última sílaba de su primer apellido (SantoYO) con la primera del segundo (DIez). 

En un primer momento fue un cuarteto, pues a los tres hermanos se unió José María Martínez, también de Astudillo. Luis tocaba el saxofón (había aprendido en la mili), sus dos hermanos el acordeón y José María la batería. Con posterioridad Luis tocaría también el bajo, y él mismo llamó a un compañero de la mili, José Antonio Martín Rebollo, que tocaba la trompeta y que se integró en Los Yodis un año después. José Antonio, gran músico y compositor, natural de Ataquines (Valladolid) se estableció en Astudillo y era el encargado de hacer también los arreglos musicales.

La voz la ponían Tato y Teodoro, aunque después como vocalistas primero estuvo Deme y más tarde a Juan José, conocido como Güili, que no eran de Astudillo.

Les contrataron para actuar en las fiestas de la localidad burgalesa de Pedrosa del Príncipe, que dista 12 Kilómetros de Astudillo. Firmaron el contrato días antes de la actuación, pero en aquel tiempo no existía whatsapp, ni correo electrónico, ni ningún medio tenido actualmente como habitual. Enviaron el contrato por correo postal, pero al pertenecer Astudillo a la provincia de Palencia y Pedrosa del Príncipe a la de Burgos, para un trayecto de 12 kilómetros el recorrido de la carta era de Astudillo a Frómista para cargarla en un tren con destino a Palencia capital, de ahí en otro tren a Burgos capital para que desde allí se repartiera a los pueblos correspondientes de esa provincia, en este caso a Pedrosa del Príncipe. Total casi una semana y el día de la fiesta el contrato firmado no había llegado. Nerviosos por ello, las autoridades de Pedrosa encomendaron al alguacil ir en bicicleta hasta Astudillo a asegurarse de que la actuación seguía en pie. 

A los pueblos se desplazaban en una furgoneta de dos pistones que les daba muchos problemas. En una ocasión iban a Palenzuela y se les estropeó la furgoneta. Luis llamó a un amigo músico de Carrión de los Condes, familia de los propietarios de la funeraria San Millán, para que fuese en su ayuda. Acudió con un furgón de la funeraria, para llevarlos hasta Palenzuela, y cuando llegaron a las inmediaciones, la gente que estaba esperando la llegada de los músicos lo primero que vio aparecer por la carretera fue un furgón fúnebre con la cruz por delante. ¿Quién se ha muerto? fue la pregunta más repetida entre los expectantes vecinos de Palenzuela. 

En otro pueblo se quedaron sin líquido de frenos y a las tres de la mañana entraron en un bar a preguntar si tenían. Un camarero les dijo que no tenían liquido de frenos, pero que les solucionaba el problema: les dio una botella con orujo y mistela y les comentó que lo echaran. Y funcionó.

SIN ESCALERA.

En un pueblo de Tierra de Campos, el escenario era muy alto, de ahí que les pusieran una escalera portátil para subirse a él. Un miembro de orquesta flirteó un poco con una chica, o ella con él, lo que puso celoso a un chico del pueblo, y reaccionó quitando la escalera. No pudieron bajar del escenario en el descanso, así que se tuvieron que quedar allí sentados.

Además, en algunos pueblos se quedaban varios días (comiendo y durmiendo en las casas de los quintos, que eran quienes los contrataban), ya que actuaban durante muchas horas: desde por la mañana, recorriendo las calles dando diana, hasta de acompañamiento en actos oficiales y en baile varias veces al día, etc. Ello propició que forjaran amistad con mucha gente. 

Tocando en Villahoz (Cerrato burgalés), se presentaron unos chicos de Saldaña para contratarles para las fiestas del 8 de septiembre, pero ya tenían un contrato firmado con el Casino de Lerma para ese día. 

Los chicos de Saldaña fueron a Lerma a hablar con el gerente del casino para solicitar que les dejaran libres para ese día, recibiendo la negativa por respuesta. Pero los jóvenes de Saldaña ofrecieron 15.000 pesetas y en el casino accedieron. Debido a esta especie de cláusula de rescisión actuaron en Saldaña cuatro días.