Bajo el manto de la patrona de Palencia

César Ceinos
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El fervor por Nuestra Señora de la Calle continuó por la tarde en la iglesia de La Compañía, donde se celebró la presentación de los niños. Una treintena de pequeños palentinos cumplió con la consagración a la Virgen

Bajo el manto de la patrona de Palencia - Foto: Óscar Navarro

Fiestas durante el año hay muchas. Sin ir más lejos, el calendario laboral marca oficialmente catorce días no laborables de carácter retribuido y no recuperable, pero el día de Las Candelas en la capital tiene un aroma a tradición que lo hace especial. Es una jornada de trajes regionales (con banda dorada en el caso de las mujeres), de dulzaineros, de gigantes y de cabezudos, que, acompañados por representantes de las peñas palentinas, desfilan a la hora del vermú por el centro de la ciudad impregnándolo todo de alegría. Además, ayer el tiempo acompañó. El abrigo era obligatorio, pero los palentinos que salieron a la calle a conmemorar la festividad de la patrona disfrutaron de una temperatura primaveral.

Por otro lado, en una fecha tan singular como la de ayer tampoco podían faltar los actos religiosos en honor a la patrona. A la misa y la procesión que se celebraron en horario matutino le acompañó, ya por la tarde, la presentación de los niños a Nuestra Señora de la Calle. Este rito atrajo a una treintena de familias que llevaron a los más jóvenes hasta la iglesia de La Compañía para pasarlos bajo uno de los dos mantos de la Virgen. Fue, sin duda, un emotivo acto en el que mostraron su fervor por Nuestra Señora de la Calle y con el que trataron de inculcar a los más pequeños su amor a la patrona de Palencia. Dada la corta edad de los protagonistas de la presentación, la iglesia se llenó de carros de bebé, que se fueron aparcando entre los bancos.

Los padres, tras concluir la oración, fueron colocándose en dos hileras para que los sacerdotes Fernando Salomón y Aurelio Báscones cumplieran con la tradición. Alguno de los niños sonrió cuando le colocaron la tela sobre su cabeza, mientras que otros lloraron (probablmente asustados de ver a tanta gente congregada en torno a ellos). En cambio, hubo un grupo de pequeños que miraba sorprendido a su alrededor y algunos otros que ni se inmutaron.

Con total seguridad, en el futuro, sus padres o abuelos tendrán que contarles que pasaron por el manto de la patrona (o enseñarles una foto) porque no se acordarán. Para comentar esta historia, los familiares podrán mostrarles la estampita de la Virgen que se llevaron como recuerdo de esta cita religiosa en la que estuvieron a los pies de la patrona.