«Hay mucha comida rápida que puede considerarse saludable»

Pablo Torres
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Noelia Pedrosa dirige desde 2015 una consulta de dietética y nutrición que actualmente se encuentra en la calle Los Abetos. Allí ofrece a los pacientes «las herramientas y los conocimientos necesarios para que puedan llevar una alimentación autónoma»

Noelia Pedrosa de la Cruz frente al centro de belleza Tcuida, donde se encuentra su consulta - Foto: Óscar Navarro

Noelia Pedrosa de la Cruz es dietista-nutricionista licenciada desde 2012 y lleva trabajando en su especialidad nueve años. Su consulta ha tenido varias sedes y actualmente se encuentra en el centro de belleza Tcuida de la capital, en el número 2 de la calle Los Abetos. Su formación se complementa con un máster de nutrición clínica y nutrición deportiva. Además, amplía su currículum con varios cursos relacionados con la alimentación, como el de patologías digestivas, coaching nutricional o nutrición infantil, por citar algunos ejemplos. 

Pasadas las navidades, época marcada por la variedad y cantidad de comidas y cenas de diferente índole (empresas, amigos o trabajo), Pedrosa ofrece algunos de los consejos a tener en cuenta para «equilibrar los excesos».

¿Cómo es su trabajo?
Antes se enfocaba más en hacer dietas y ahora en la educación alimentaria. Esto significa enseñar al paciente para que sea autónomo con su  alimentación. Darle las nociones para que aprenda a hacer la compra, leer las etiquetas de los productos, hacer un menú, clases de nutrición… En definitiva, darle los conocimientos para que pueda llevar bien su alimentación. 

Visto así, su ejercicio profesional tiene un alto grado didáctico
A mí me gusta enfocarlo más así y es la forma en la que trabajo. Los pacientes me cuentan muchas de las situaciones que no saben gestionar, así que las trabajamos para que aprendan a hacerles frente la próxima vez que las vivan. 

Esto es lo realmente importante. Si yo vengo y doy una dieta a mis pacientes para que la apliquen durante un tiempo determinado, después de alcanzar el objetivo deseado no van a saber cómo seguir. Es una metodología centrada en dar las herramientas. Sé que otros muchos nutricionistas trabajan de esta manera. 

¿Antes no se trabajaba así?
Antes era aplicar una dieta y ya. Al fin y al cabo, eso es lo que te enseñan en la universidad. 

¿Cómo es el proceso desde que un paciente acude a su consulta?
Yo no tengo establecido ningún tipo de protocolo, ya que, como cada persona es diferente, no trabajo igual con todas. 

Cuando acuden a consulta planteo pequeños objetivos y cambios de hábitos. El siguiente paso es mantenerlos y, de vez en cuando, hacer un seguimiento para comprobar que se están consiguiendo.

¿También aborda el consumo de bebidas?
Sí. Una pregunta muy común que me hacen los pacientes es: si salgo, ¿qué debo beber en los bares? Yo les explico las opciones, aunque son ellos los que finalmente toman las decisiones. 

¿Cómo de importante es el papel de la bebida en una dieta?
Depende del consumo. Si se abusa a diario de ella, perjudica. Esto no significa que por beber muchos refrescos no se vaya a conseguir el objetivo deseado, pero sí que se va a tardar más.

Si hay varias necesidades que cambiar en una rutina, las priorizo. No puedes cambiarlo todo de la noche a la mañana. Siempre empiezo por lo que el propio paciente quiere cambiar. Es importante que sea él el que tome las decisiones. Es un trabajo en equipo, no basta con que se lo imponga yo. 

Acabó la Navidad. ¿Considera que es esta la época del año con más excesos alimenticios?
Sí. Las navidades y el verano son las épocas donde más excesos hay. 

¿A qué cree que se debe?
Las comidas, las cenas… todo. Al fin y al cabo, la Navidad son solo cinco días, que equivalen a cinco comidas y cenas. El problema está en todo lo que tenemos a mayores, como las celebraciones con amigos, la familia, la empresa, etc. Acabamos celebrando la Navidad todo el mes de diciembre y parte de enero. 

¿Es un problema relacionado con la abundancia?
Además de la cantidad, se suele beber más alcohol. Al final es todo. Durante esta época, se tienen hábitos diferentes a los que se suelen tener el resto del año. 

¿Considera que estos excesos pueden suponer un riesgo para la salud?
Los de la Navidad, no. Si los excesos alimenticios los haces solo en esos días y el resto del año mantienes una alimentación saludable y cuidada, no tienen por qué ser un riesgo.

¿Cuándo puede llegar a ser preocupante el hecho de no prestar atención a lo que se come?
Cuando los hábitos se mantienen en el tiempo. Si solo son períodos puntuales, como la Navidad o un cumpleaños, no creo que llegue a ser un problema.

¿Quiénes se ven más afectados: las personas mayores o los niños?
No creo que sea un tema de edad. En el caso de los niños, ni siquiera depende de ellos, sino de los padres.

Podría decir que en personas jóvenes es más preocupante porque tienen más vida por delante. Si los malos hábitos y la mala alimentación los llevas desde pequeño y los mantienes en el tiempo durante tu vida adolescente y adulta, va a ser un riesgo mayor que si empiezas a adoptarlos directamente como adulto. No obstante, en estos últimos casos, las malas conductas suelen venir desde niños.

¿Cuáles son sus recomendaciones para corregir en enero los excesos de la Navidad?
Llevar una alimentación normal. No recomiendo hacer las típicas dietas y compensaciones que tanto se escuchan en estas fechas, como la dieta de la piña o tomar únicamente caldo. Aparte de que no sirven para nada, lo normal es que, cuando finalice un periodo de excesos, continúes con tu dieta habitual. 

Por lo que dice, ¿cree que hay una sobresaturación de dietas?
Siempre ha existido y va a existir de por vida. Gracias a Dios, desde que comencé como nutricionista en 2015, he percibido un cambio en la gente: ahora se preocupa más por la alimentación. Ya no vienen a la consulta diciendo solo que quieren perder peso , sino que buscan un cambio de hábitos. El concepto ha cambiado y son más conscientes de la importancia de cambiarlos, no solo de adelgazar así porque sí. 

¿Nota un incremento de consultas pasadas las fiestas?
Sí. Suelen ser personas preocupadas por los excesos. Para aquellos que vienen antes, la forma de trabajar no se centra en el menú que deben comer, sino en la manera de enfocar las diferentes situaciones: qué hacer en cada comida, consejos para ser más consciente de lo que se come, etc. Es algo que trasciende al simple hecho de decirles qué comer. 

Por eso me parece inteligente que la gente venga a consulta en noviembre, otro mes en el que suele aumentar la afluencia de cara a las navidades. Los que vienen después piensan en lo que se han excedido y se preocupan al ver a lo lejos el verano. 

¿Hay intrusismo laboral en la profesión de nutricionista?
Mucho, sobre todo en redes sociales. Cualquier persona puede aprender a hacer una dieta. El problema de aquellos que la hacen sin tener ningún tipo de formación es que no valoran la situación global de cada persona: si tienen una enfermedad, su día a día, su nivel de estrés, sus rutinas, etc. Al final, puede perjudicar a la salud.

Por lo que explica, hay muchos factores a tener en cuenta a la hora de elaborar una dieta personalizada. ¿Podría mencionar algunos?
La rutina o los horarios de cada persona, por ejemplo. Todo lo que involucra su día a día, afecta. 

A la hora de configurar una dieta tienes que tener en cuenta todos estos aspectos, no únicamente el peso y la altura de cada individuo.

¿No tener en cuenta todos estos factores es el principal fallo de muchos aficionados?
La mayoría de las veces no se atienden porque se emplea la misma dieta para mucha gente. No se personalizan. Este problema pasa también en la sanidad, donde se emplean dietas de cajón debido a la falta de nutricionistas.

¿Considera entonces que en el ámbito sanitario falta personal de su perfil profesional?
Si en la sanidad hubiera nutricionistas, que muchos centros no los tienen, no acudiría tanta gente a la consulta con problemas de salud relacionados con la alimentación, pues se tratarían directamente en el hospital. Algunos hospitales tienen dietistas, pero estas personas, para tratar patologías, deben estar supervisadas por un nutricionista. 

El tema de las dietas en este ámbito lo suelen tratar los endocrinos. El problema es que utilizan muchas veces la misma para diferentes pacientes. Eso lo sé porque han acudido a mi consulta muchas embarazadas con dietas que les han facilitado en el hospital. 

¿Percibe un aumento con el paso de los años de las opciones de comida rápida?
Sí que se han incrementado bastante, tanto en número de locales como de productos en supermercados.

¿Realmente son tan dañinos estos productos?
Depende de cómo estén hechos. Hay mucha comida rápida que puede denominarse saludable. A los botes de legumbres que vienen ya cocidas, por ejemplo, los denomino también comida rápida y no tienen nada de malo. 

Hemos asociado este término solo a los alimentos que no son saludables, pero también se atribuye a aquellos que sirven para los que no tienen mucho tiempo para cocinar. En la consulta doy consejos sobre comidas saludables que pueden prepararse rápidamente. Con abrir un bote de garbanzos, una latilla de pimientos asados, otra de atún, aceite y pimentón tienes un plato en menos de cinco minutos. 

Hay que prestar también mucha atención a las etiquetas. Mucha comida precocinada emplea potenciadores de sabor. El glutamato monosódico, por ejemplo, lo utilizan muchas franquicias de comida rápida porque, aparte de hacer a los productos más sabrosos, genera adicción. De ahí que se añada a muchas pizzas y hamburguesas. 

¿Qué tipo de alimentos recomendaría entonces para alguien con poco tiempo y que no quiera recurrir a la comida precocinada? 
Las legumbres cocidas, latillas, conservas o salteados de verduras, por citar algunos. Hay muchos productos, incluso congelados, que recomiendo tener siempre en la nevera. Hay todo tipo de opciones: tanto saludables como no. 

Algún mito sobre alimentación que esté muy extendido
Con la fruta hay muchos, como, por ejemplo, que engorda. También se dice mucho que, a partir de las 18 horas,  no hay que comer hidratos de carbono. En realidad, no hay ningún alimento que solo se pueda tomar en un momento exclusivo del día. Hay que ver el caso de cada uno.  No es lo mismo una persona sedentaria de 70 años que no haga nada de ejercicio que un atleta que entrena seis días a la semana.

¿De dónde cree que provienen estos mitos?
No sabría decir de dónde vienen. Internet hace mucho daño, pero no es solamente eso. Influye mucho el típico vecino que siempre dice «a mí me viene bien esto» o «conozco a alguien al que le funciona». 

Darse un capricho de vez en cuando, ¿es realmente dañino?
No. Es lo mismo que ocurre con las navidades. Si tú llevas una alimentación saludable, ¿qué va a pasar porque un día puntual tengas algún exceso? De hecho, psicológicamente, es bueno.  Me parece peor cohibirse de comer un trozo de tarta en un cumpleaños por pensar que vas a engordar que disfrutar y comerlo si realmente te apetece. Si cuidas regularmente la alimentación, no pasa nada. 

¿En qué grado afecta la salud alimenticia a la salud mental?
Diría que es a la inversa: la mental afecta a la alimenticia. Mucha gente, cuando vive una situación de estrés o tristeza, recurre a la comida como única herramienta para gestionarla, y normalmente es comida basura. Todo esto es trabajo aparte que se debe tratar con un psicólogo, no con un nutricionista. Muchas veces, se lo comento a mis pacientes, aunque no siempre están dispuestos. 

¿Cuál es su postura respecto a la suplementación deportiva?
La base de todo es la alimentación. Lo primero que hay que hacer es llevarla de forma saludable y, cuando eso se consigue, si no se llega a los objetivos que se quiere, se pauta la suplementación. Está demostrado para muchos deportes que estos añadidos mejoran el rendimiento y no son perjudiciales. 

Yo suelo recomendar solo lo que funciona. Al final, suplementación hay mucha y se puede escuchar de todo. Cuando vas al gimnasio, ves a mucha gente tomando batidos, y en muchos casos, no son cosas que realmente necesiten. 

¿Es compatible llevar a cabo una dieta de superávit o déficit calórico con tener una buena salud?
Sí. Para nada es malo. Usar una dieta de superávit porque se quiere aumentar de peso, sea por la razón que sea, no es perjudicial. 

Cuando viene gente a la consulta queriendo subir de peso, un error muy común es que se enfocan en comer mucho, pero mal. Perfectamente, se puede conseguir este objetivo con comida saludable. De hecho, es como hay que hacerlo. No hay que fijarse solo en los macros y las calorías, sino ver también qué más propiedades aporta el alimento.  Yo no suelo trabajar pesando alimentos, a no ser que se trate de deportistas que deban llevarlo todo más controlado. 

Hay gente que no sube de peso porque no come lo que necesita. Ellos creen que están comiendo lo suficiente, pero no es así. Lo primero que hay que hacer es analizar la alimentación de cada persona y, a partir de ahí, ver en lo que se falla para trabajar sobre ello. 

¿La obesidad infantil es realmente un problema?
En los últimos años ha aumentado bastante y se prevé que en un futuro vaya a continuar esta tendencia. 

¿Cree que en España hay concienciación sobre los hábitos alimenticios saludables?
Ahora más que antes.

Tal y como manifiesta, ahora hay más preocupación en España por llevar buenos hábitos alimenticios. Sin embargo, las perspectivas en cuanto al nivel de obesidad infantil son negativas. ¿Cómo es posible que convivan ambos escenarios?
Hay una situación que vivo mucho en las consultas y refleja muy bien todo esto. A veces, viene gente diciendo que come muchos dulces y que quiere dejarlos. Una de las recomendaciones que les doy al respecto es que ni siquiera los compren para así no verlos en casa. La respuesta que me suelen dar es que necesitan tenerlos porque tienen hijos, a lo que yo suelo contestar: «si sabes que no es bueno, ¿por qué se lo vas a dar a tu hijo?». 

A los niños, desde muy pequeños, se les dan alimentos que no son saludables. Cuando voy a los colegios a dar charlas, la respuesta de los padres es que no tienen tiempo.

Ha pasado por varios centros escolares para dar charlas sobre la salud alimenticia a alumnos y a padres. ¿Cree que se promueven los buenos hábitos desde los centros educativos?
Supongo y espero que sí. En todos los centros se deberían dar charlas de este estilo.El problema es que no me sirve de nada explicarle a un niño cosas relacionadas con la alimentación si luego son los padres los que le van a hacer la comida.  Para trabajar con los niños, hay que trabajar primero con las familias.

¿Existe la adicción a determinados alimentos?
Hay personas que me lo reconocen en consulta, aunque no sé si médicamente están diagnosticados.