La villa de Itero de la Vega se ubica en la margen derecha del río Pisuerga, en la comarca de Tierra de Campos, a la orilla del Camino de Santiago y a 42 kilómetros de la capital. Según el censo de 2020, cuenta con 154 habitantes, de los cuales 93 son hombres y 61 son mujeres. Forma parte del partido judicial de Palencia. El nombre de Itero proviene del adjetivo latino arcaico fietum, hito al que se añadió el sufijo ero con significado de abundancia, pero también significa reiterar, repetir, volver a hacer o decir. En el siglo X se citaba a la población como Hitero. En cuanto al apellido de la Vega simplemente indica su emplazamiento geográfico en la vega del río Pisuerga.
La localidad, tras su reconquista de manos agarenas, fue repoblada en el siglo X por el caballero Fernán Mentález, señor de Melgar, vasallo de Sancho García, el de los Buenos Fueros, conde de Castilla y héroe de Calatañazor, donde terminaron las sangrientas correrías de Almanzor en julio del año 1002. A la población de Itero se le concedió el privilegio de ser lugar de behetría, es decir, libertad para poder elegir libremente a un señor para que la protegiera a cambio de los correspondientes tributos. Esto permitió a la villa estar unida a hombres influyentes que prestaban sus servicios a la corona.
Al estar ubicada en la Ruta Jacobea, ha sido lugar de paso de continua peregrinación durante más de diez siglos y en la actualidad es el primer pueblo de la provincia de Palencia en el Camino de Santiago, al que se accede mediante un majestuoso puente de once ojos llamado Puente Fitero, construido en piedra de sillería durante el reinado de Alfonso VI el Bravo. Este puente y el río Pisuerga marcaban en aquellos tiempos, siglo X, el límite entre los condados de Castilla y Monzón para luego ser también divisoria entre los obispados de Burgos y Palencia. El puente fue citado en el siglo XII en el Códex Calixtinus, del cual dice: «Pons Fitere supra Pisorga Flumen».
Tras la muerte de Fernando I de Castilla y León, esta zona fue disputada por castellanos y leoneses. Las disputas terminaron el día 19 de julio de 1068 a orillas del río Pisuerga, en la frontera entre el reino de León y el reino de Castilla, cerca del actual pueblo de Lantadilla, cuya contienda ha pasado a la historia como batalla de Llantada, con victoria de Sancho II de Castilla sobre su hermano Alfonso VI de León. Entonces Sancho se proclamó rey de Castilla y León, aunque éste triunfo le duró poco, pues fue asesinado el día 7 de octubre de 1072 en el Portillo de la traición en Zamora por Bellido Dolfos; y Alfonso VI se proclamó rey de León y Castilla.
Cuentan las crónicas que junto al puente hubo un hospital dedicado a San Juan, posiblemente fundado por el conde Nuño Pérez de Lara hacia el 1174, que luego pasó a ser encomienda de la Orden de San Juan, institución que además poseía en Itero varias tierras y viñas que fueron desamortizados en el siglo XIX. Los edificios de esta institución sanitaria probablemente desaparecieron en el siglo XVI al decaer las peregrinaciones.
Junto al puente hay una preciosa ermita románica dedicada a San Nicolás, restaurada hace pocos años por unos italianos amigos del Camino que actualmente ofrecen albergue, cena y desayuno a los peregrinos, desde mayo a septiembre.
Reyes y reinas.
El rey de Castilla Alfonso VIII, luego llamado el de Las Navas y su esposa Leonor Plantagenet, entregaron a dos de sus hijas a sendas nodrizas en la villa de Itero de la Vega. En 1180 nació la infanta Berenguela, luego reina de León por su matrimonio con el rey Alfonso IX y de Castilla por herencia, cuya lactancia corrió a cargo de una dama llamada Estefanía, esposa de Pedro Sánchez. En 1188 nació la infanta Blanca, luego reina de Francia por su matrimonio con el rey Luis VIII, cuya crianza fue confiada al matrimonio formado por los nobles Pedro Rodríguez de Castro y Urraca Rodríguez de Guzmán, quienes eligieron a la nodriza Sancha López para amamantar a la infanta en casa de los nobles en Itero. Ambas nodrizas y sus respectivos maridos fueron recompensados por la corona con tierras y heredades en Itero de la Vega, según el privilegio que figura en el Cartulario del monasterio de Santa María de la Vega. «Puerula infantissa Domina Blanca, nutriente in domo Petri Roderici de Castro».
Durante el reinado de Enrique IV, tercer cuarto del siglo XVI, se produjeron revueltas de la nobleza contra la corona, llegando a coronar al infante Alfonso como rey Alfonso XII en Ávila, acto conocido como la Farsa de Ávila; la villa de Itero apoyó al rey durante estas revueltas y este luego premio a la villa con privilegios y el rollo de la Justicia que se eleva en el centro de la plaza desde 1529 declarado Monumento Histórico-Artístico en 1966.
A mediados del siglo XIX, el diccionario de Pascual Madoz, situaba a Itero en la provincia y diócesis de Palencia, partido de Astudillo y audiencia territorial y capitanía general de Valladolid. Constaba de 140 casas ocupadas por 113 vecinos y 588 habitantes, una casa de beneficencia para enfermos pobres y escuela de primera educación. La mayoría de calles estaban empedradas y había dos plazas, una en el centro en la que se encontraba el ayuntamiento y el mesón y otra junto a la iglesia. Fuera de la villa señalaba una ermita en ruinas. Su terreno era bastante llano y de mediana calidad, con plantío de olivas y viñedo. Producía trigo, cebada, legumbres, aceite y vino, se criaba ganado lanar y vacuno y se pescaban barbos y truchas.
La actividad económica de la villa está basada en la agropecuaria y algo de turismo. Cultivan trigo, cebada y girasol en secano; maíz, remolacha, alfalfa y huerta en regadío. La ganadería está representada por ovejas, vacas y cerdos.