Carmen Quintanilla Buey

Otra mirada

Carmen Quintanilla Buey


El cariño navideño

23/12/2023

Hoy quiero resumir el contenido de un relato navideño  que me premiaron hace diez años. A pesar de ser corto, no me cabe en la columna, así que me centraré en recortar el texto, poniendo de relieve el motivo, y dejaré textualmente lo más relevante:  Se trata de un hombre muy sensible, que por circunstancias muy comunes, se vio obligado a pasar la Navidad totalmente solo. Le costó  mucho hacerse a la idea, pero con mucha fuerza interior lo consiguió. Hubiera agradecido enormemente, aunque fuera por cumplido, la cercanía, el cariño, la mano tendida... ¡pero no! A fuerza de tesón, y de entereza, logró blindar su corazón , y --«A medida que avanzaban los días, y los escaparates se llenaban de colorines, se aceleraba mi taquicardia, y un villancico perenne y machacón, me acosaba persistente»--. Pero de pronto, sonó el llamador de la puerta... ¡ Gracias, Dios mío, alguien se acuerda de mí! -- «Abrí, con mi educación  preparada, y con  el... ¡Te lo agradezco muchísimo, pero por mí no os molesteis, y bla  bla bla... ¡pero no! La llamada la produjo la vecina de arriba de mi casa, y... -Perdone que le moleste, pero es que quiero decirle  que nos disculpe, por favor, porque esta noche se armará en mi casa la marimorena, ya sabe, los chicos... todos sus amigos con zambombas y panderos... nos juntamos cuarenta y la madre... cantarán... bailarán... y por eso  he dicho: Voy a advertir al vecino para que... Pero... ¿qué le pasa, que se tambalea, es que no se encuentra bien ?»--. He estado dudando entre preparar a este superhombre un final muy feliz con arreglo a su acusada bondad, o partirle el alma. Me he decidido por lo  último para que sirva de ejemplo de lo que no se debe hacer nunca. En Navidad, el pavo, el mazapán, las grandes comilonas, y todo ese montonazo de grasas supersaturadísimas, y que son una auténtica mierda, correrán por nuestras tripas como el pez en el agua, si antes, nuestra sonrisa, nuestra palabra de aliento, y nuestra mano amiga, ha caído, como llovida del Cielo para la persona que por circunstancias, impuestas por el destino, está hecho la puñeta. La parafernalia y el boato son chorradillas y armas al hombro. Tampoco, y de forma chulesca, tenemos que ir forzosamente a secar lágrimas. Todo ello, a su tiempo, y sin ostentación. Y si tenemos en cuenta que la copa de champán es solamente un chorrito de veneno que se nos sube a la cabeza... ¡Tampoco es para ponernos tan chulos!

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