El otro reencuentro con el mar

C. Domínguez (EFE)
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Los supervivientes de la Ruta Canaria intentan superar los traumas de una travesía que desde enero se ha cobrado más de 770 vidas

Un migrante se ‘reconcilia’ con la playa de Las Teresitas, en Santa Cruz de Tenerife, gracias a un programa de las asociaciones Accem y PROEMAID. - Foto: Alberto valdés (EFE)

Una vista rápida al litoral de Santa Cruz de Tenerife, en la Playa de Las Teresitas, dibuja un paisaje abarrotado de bañistas que se refrescan ante las altas temperaturas. Pero en él también se observa un grupo especialmente alegre y festivo que llama la atención de todo aquel que pasa a su lado.

El equipo es amplio. Está conformado por 40 migrantes mayores de edad procedentes del campamento de Las Raíces (La Laguna) y que, acompañados por trabajadores de la asociación Accem y voluntarios de PROEMAID, tratan de enfrentarse a uno de sus principales obstáculos: el mar.

La Ruta Canaria es una de las más mortíferas del mundo. Tal es así que en los seis primeros meses de 2023 un total de 778 personas perdieron la vida cuando trataban de alcanzar la costa canaria procedentes de África.

Las condiciones de la mar y de las embarcaciones dejan en los supervivientes un sentimiento de angustia que se necesita solventar «por salud mental», según explica Alicia Rate, integradora social de Accem. Para soliviantar este temor al agua, estas asociaciones crearon el programa Agua, el cual durante los dos últimos veranos se ha coordinado con el dispositivo del campamento de Las Raíces para acercarse a la playa de las Teresitas, en grupos alternos, cuatro veces a la semana.

El objetivo principal es enseñar a nadar a estos migrantes, pero también facilitar técnicas de defensa en el agua y fomentar la integración social.

También se busca despejar la incertidumbre de los migrantes y el síndrome de Ulises que padecen, un malestar emocional derivado de una travesía en la que han dejado atrás «el mundo que conocían en situaciones de emergencia».

El presidente de PROEMAID, Daniel García, cuenta cómo es su rutina una vez llegan a la playa: realizan calentamientos y estiramientos, hacen pruebas de nivel y grupos más pequeños con el fin de promover una enseñanza más personalizada. García dice que, respecto al año pasado, se ha mejorado la logística del proyecto porque ahora pueden acceder muchos mas usuarios.

Senderismo y español

El senderismo y las clases de español son otras de las actividades que ya se ofrecen a este colectivo de Las Raíces, un grupo con mas de 20 nacionalidades distintas y origen mayoritario focalizado en el África subsahariana. La diversidad se hace patente entre juegos y sonrisas, cuando se escuchan diferentes acentos e idiomas, desde el árabe y el wolof hasta el mandinga.

Mustafá es uno de los intérpretes de Accem. Él acompaña al grupo de Las Raíces a la playa para facilitar el proceso en el que «el mar se perciba con otra intención que no sea la de sufrir».

«El mar ha sido su única puerta de salida frente a las guerras, el conflicto político y el desempleo», comenta mientras los jóvenes piden fotos para inmortalizar el momento que desean repetir. El intérprete, que traduce al árabe y francés, destaca lo esencial que ha supuesto contar con un equipo de traductores de orígenes compartidos. «Los intérpretes de Accem tienen sus mismos orígenes y esto facilita que entre ellos se sientan como paisanos», un hecho que ayuda a dejar atrás el natural silencio que acompaña a las experiencias traumáticas.

Sociabilización

Abdulay es uno de los migrantes que conforma este nutrido grupo que, en Las Teresitas, disfruta de un agradable baño y un poco de deporte. Es muy joven y viene de Senegal. En su mirada se percibe la ilusión del encuentro, mientras cuenta sus ganas de repetir para disfrutar nadando junto a otros compañeros.

Otro de los usuarios del servicio, de origen senegalés, también exhibe su alegría por compartir tiempo con los demás, porque para él no solo se trata de salir y aprender a nadar, sino de una oportunidad para mejorar la convivencia con quien comparte campamento. Cuando llegó a España, no sabía nadar, pero ahora se desenvuelve en el agua y cuenta sus vivencias como muestra de agradecimiento.

La experiencia continuará. En julio de 2024 los usuarios del campamento de Las Raíces volverán a sonreír y disfrutar de un rato de playa, se acercarán a la orilla y se mostrarán reconciliados con el mar, sin olvidar el camino recorrido.