Dominar el lenguaje del metal, fundirlo, darlo forma, hacerlo bello a la vista y al oído y convertirlo en un instrumento musical es un don del que muy pocos pueden presumir. Un selecto club entre los que se encuentra el empresario Manuel Quintana Saguillo, cuya familia ha hecho de la fundición de campanas todo un arte.
Quintana es la pura esencia del trabajo bien hecho, el que se realiza sin prisas y donde cada detalle cuenta. No en vano, ha crecido entre campanas en un oficio que bebió desde niño y al que aún hoy, ya jubilado, sigue muy vinculado. Méritos más que de sobra para que el Ayuntamiento de Saldaña le concediera ayer el Premio Javier Cortes-La Olmeda en su decimoctava edición en reconocimiento a su trayectoria laboral y a su empresa Campanas Quintana, que ha llevado el nombre de la capital de La Vega por todo el mundo. «Solo nos falta un continente, Oceanía», bromeaba con Diario Palentino antes de recoger el galardón.
El homenajeado se mostró «muy orgulloso» por recibir el más alto reconocimiento cultural de la villa, que supone un espaldarazo a una carrera llena de éxitos como la restauración de cinco campanas de la madrileña catedral de LaAlmudena con motivo de la boda del entonces Príncipe Felipe con Letizia Ortiz, hoy reyes de España.
Campanas que tocan a premio en Saldaña - Foto: Daniel Herrero«Este oficio forma parte inseparable del apellido Quintana desde el siglo XVI. Esto es lo que he hecho toda mi vida y estoy muy satisfecho, porque hoy por hoy somos los mejores de España y los únicos con los conocimientos y medios para afinar y modular su sonido», afirmó.
La innovación también forma parte del ADN de Campanas Quintana, que se han puesto a la altura de las grandes fundiciones de Europa «manteniendo la tradición y sin perder la calidad» gracias al buen hacer de sus ocho trabajadores.
El alcalde, Adolfo Palacios, fue el encargado de entregar el premio en una gala que estuvo conducida por Borja Barba y que cerró la coral Ave María con un breve concierto.