Periquillo

Fernando Pastor
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Pedro González tenía su centro de operaciones en Cevico de la Torre, su localidad natural

Periquillo

El periodista Rafael Gómez Parra, con raíces cerrateñas en Valoria la Buena, me pone sobre la pista y me relata esta interesante historia.

Desde aproximadamente 1790 (y durante muchos años) actuó en El Cerrato un contrabandista, principalmente de tabaco: Pedro González, alias Periquillo (a veces también Perico), natural de Cevico de la Torre.

En 1797 prometió a su novia, María Aguado, casarse con ella, debido a que la había dejado embarazada. Sin embargo, ya fijada la fecha de la boda, Periquillo fue detenido y conducido a la prisión de Roa (Burgos) junto con varios miembros de su banda. 

PeriquilloPeriquilloEllo motivó que Manuel Salas, hermanastro de María, solicitara al alcalde de Cevico, Manuel Palenzuela, y al cura de la localidad, que firmaran el indulto que permitiera a Periquillo salir de la prisión para cumplir su promesa de matrimonio y así evitar lo que entonces se tenía como gran deshonra: ser madre soltera. Estos indultos eran competencia de las autoridades municipales y eclesiásticas.

Con el papel del indulto firmado, Manuel Salas montó un caballo de su primo, el cura de Tariego, para recorrer los 44 kilómetros que separan Cevico de Roa. En la prisión fue recibido por el alguacil, Antonio Treviño, quien le permitió hablar con Periquillo a través de la cancela y después le acompañó a visitar al corregidor de Lerma (Burgos), que era el encargado de conducir a los presos a Burgos para ser juzgados.

El corregidor permitió a Manuel Salas acompañar a la comitiva de presos hasta Burgos para allí tramitar el indulto, por lo que al día siguiente partió junto con el propio corregidor, los bagajeros, los guardias y los presos.

Cuando la comitiva llegaba por las inmediaciones de Pinillos de Esgueva fue asaltada por el resto de la banda de Periquillo, que mediante disparos puso en fuga a los guardias y rescató a los presos.

Las autoridades sospecharon que Manuel Salas, como conocedor del traslado de los presos, era cómplice del asalto, por lo que fue encausado penalmente. Los testimonios del alcalde y el cura de Cevico, asegurando que no tenía relación con Periquillo más allá de la pretensión de que el futuro hijo de su hermanastra tuviera padre reconocido, y de los miembros de la comitiva afirmando que ni portaba armas ni ayudó a los asaltantes y que huyó junto con ellos, posibilitaron que Manuel Salas recuperara su libertad meses después de los hechos.

Otra fuga sonada de Periquillo fue de la cárcel de la Real Chancillería de Valladolid, junto con Juan Antonio Izaguirre, vecino de Marquina, y Antonio Hilarión, vecino de Durango, colaboradores suyos llevando el tabaco desde las costas vascas hasta los pueblos castellanos. Esta fuga provocó el procesamiento del alcaide de la prisión, José Gil Rueda.

Periquillo gozaba de gran influencia y cierto respeto de las autoridades. Por un lado los contrabandistas contaban con simpatía social y, por otro lado, era frecuente que su labor fuese el trabajo sucio y arriesgado del que se beneficiaban económicamente personajes de alto rango en la administración.

Ello explica que en 1800 el fiscal del crimen acusara a varias personas de Dueñas, Cevico de la Torre y Valoria la Buena (entre ellas Manuel López Puga Viguera, uno de los mayores hacendados de Valoria y familia de catedráticos y regidores de Valladolid), por auxiliar, recoger y curar a Periquillo.

Un año después fue detenido Pascual García, alias Reliches, vecino de Castronuevo de los Arcos (Zamora), colaborador de Periquillo, lo que permitió conocer que este hacía llegar el contrabando hasta la frontera con Portugal.

En 1807 es perseguido junto a otros bandoleros (José Becerro, El Becerro; Roque Huidobro, El Cubero; Joaquín Pérez, El Chafandín, y El Bocanegra), acusados de cometer diferentes robos y otros delitos en las provincias de Salamanca, Ávila y Madrid, por lo que se supo también que fue ampliando tanto el objeto de contrabando como la zona de operaciones, en colaboración con otras bandas.

En 1817 volvió a estar preso en la cárcel de Valladolid, y allí acusado de apuñalar a otro recluso, Patricio Rodríguez. 

En 1821, el tabernero Matías Amigo, de Las Granjas de Pereda, en las inmediaciones de San Martín de Valvení, fue encausado por encubrir a Periquillo, Gregorio Gallo, El Tuerto de Cigales y otros delincuentes que operaban en la zona. 

La actividad de Periquillo continuó, ya que hay constancia de que un año después Laureano Mantero (vecino de Valbuena de Duero, localidad del Cerrato vallisoletano), encarcelado junto a otros dos hombres por el robo de fanegas de trigo a un vecino de Quintanilla de Abajo, se fugó de la prisión y se unió a su banda.