Los de Vox están de subidón y en el Partido Popular no saben cómo conjurar el daño provocado por unas elecciones innecesariamente anticipadas. Fernández Mañueco convocó elecciones para quitarse de encima al moscardón de Francisco Igea, con el señuelo de una mayoría absoluta a costa del esperado fracaso de Ciudadanos, y el resultado ha sido caer en las redes de la araña Abascal. Fue a peor. El primero era molesto, incluso desquiciante por la inseguridad que su runruneo de deslealtad provocaba. La araña, una vez que te atrapa, resulta letal. Los de Abascal nunca serán sospechosos de pactar con el PSOE un cambio de gobierno por las bravas en Castilla y León. Mañueco no dormirá con la pesadilla de la moción de censura, pero tendrá que acostumbrarse a algo peor, a tragar cada mañana un sapo, una afrenta, el chantaje permanente. Nadie ignoraba que la continuidad de Mañueco al frente de la Junta solo sería posible con la suma de los 13 procuradores de Vox. Aspirar al gobernar en solitario a falta de 10 para la mayoría absoluta era una quimera que desafiaba la ley de las matemáticas y del sentido común. Se contaba menos con que Abascal tomara Castilla y León como banco de pruebas nacional y escaparate de su poder llave, inmenso por su propia definición. Castilla y León pasó de ser una comunidad anodina, a convertirse en escrutada referencia para los medios y conspicuos analistas políticos nacionales. Abascal no solamente ha logrado introducir su estrategia en la médula del próximo Congreso Nacional del PP, una brasa en las manos de Feijóo, sino que además lo hace al estilo que les es propio, en plan chulesco. Afirma el líder de Vox que lo de Castilla y León debe interpretarse como la presentación de un piso piloto. Y Ortega Smith ha superado en chulería al jefe, al lanzar como reto la convocatoria de elecciones anticipadas para mejorar la vida de los andaluces. «Juanma -le recomienda al presidente andaluz- aprende de Mañueco, va a empezar a mejorar Castilla y León porque Vox ya está en el gobierno. Dale una oportunidad a Andalucía, déjanos pasar y no te preocupes, también reconoceremos que hiciste alguna cosa bien». Pero antes, Madrid.