«Entré con ganas y salgo con el deber cumplido»

Carlos H. Sanz
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A sus 72 años, Jesús Merino puso punto final el pasado sábado a su labor política. En su mochila, 20 años como concejal, ocho de ellos en el equipo de Gobierno y 12 en la oposición, además de ocho como diputado provincial

«Entré con ganas y salgo con el deber cumplido» - Foto: Sara Muniosguren

Jesús Merino debutó como concejal en 2003 de la mano de Heliodoro Gallego, quien le fichó cuando era director del colegio Tello Téllez de la capital. Durante ocho años, fue concejal de Obras, Transportes y Servicios y con la llegada del popular Alfonso Polanco a la Alcaldía pasó a la oposición. Además, durante 8 años ha sido diputado provincial. Una etapa que ya se ha cerrado y que le permitirá dedicar su tiempo a la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui y, sobre todo, a pasear con su familia. 

 

¿Cómo ha vivido el final de su etapa como político?

Con ilusión. Creo en la satisfacción del deber cumplido y con la satisfacción de haber trabajado con Heliodoro Gallego y Miriam Andrés. Me siento muy honrado, más ahora que Miriam ha alcanzado la Alcaldía en su mejor momento, en su madurez como política. 

Estos años se me han pasado muy rápido. Hace cuatro años sufrí un ictus que me condicionó mucho físicamente, y aunque me he recuperado intelectualmente, tengo secuelas de estabilidad que me han llevado a la decisión de no querer repetir como concejal. 

Todos los días que he sido concejal he aprendido algo y he disfrutado, tanto Heliodoro como Miriam son dos grandes trabajadores por Palencia. Entré con muchas ganas de hacer cosas y salgo con la satisfacción del deber cumplido. 

 

¿Y ahora a qué va a dedicar el tiempo libre Jesús Merino?

Me gustaría dejar la Asociación Saharaui para dedicarme a pasear con mi mujer y mis hijas por la calle Mayor. Sin embargo, no encontramos a nadie que quiera tomar las riendas, así que ahora toca pelearme con familias y administraciones para ver si nos ayudan a pagar los viajes y traer a muchos niños este verano, unos 12 aproximadamente. 

Lo que sí mantengo es la ilusión y mi compromiso social, al que no voy a renunciar nunca. Me tomo este paso con felicidad, cierro una etapa como cerré otra cuando me jubilé en el colegio. Lo único que me da pena es dejar a mis compañeros porque son todos gente muy válida.

 

¿Cómo valora su paso por la Diputación Provincial?

En estos ocho años me he dado cuenta de que hay mejor ambiente entre los compañeros de los distintos partidos políticos que en el Ayuntamiento, donde hay más resentimiento y más fricción. Creo que se debe a que la votación en Diputación es indirecta y en el Consistorio directa, pero estos años no han sido un ejemplo por parte de todos, me incluyo. Hemos tenido demasiada mala uva. Tiene que haber una regeneración y una tranquilidad para que lo que importe sea solo Palencia y no nuestras rencillas y ajustes de cuentas. 

 

¿Qué ha aprendido de la política provincial?

He aprendido mucho. Es un catecismo de vida, porque me ha permitido entender los pueblos y dar importancia a lo que de verdad importa. Han sido unos años que recomendaría porque he sido muy feliz. 

Dos décadas como concejal en el Ayuntamiento, en cuatro de ellos como responsable de Obras, Transportes y Servicios... ¿Qué balance hace?

Poder administrar tu ciudad y marcharte con la cara alta y saludando a todos los vecinos es un orgullo. De aquellos años de gobierno, me gustó mucho la participación ciudadana que existía con Heliodoro Gallego, cómo respetábamos a las asociaciones de la ciudad. Eso se ha perdido porque el último equipo de Gobierno de PP y Cs ha machacado totalmente la representación, lo que es un grave error. Pulsar el ánimo de los barrios engrandece y ayuda a gestionar. 

 

¿De qué se queda de su labor como edil?

A veces reflexiono y lo que más me sorprende es cómo fue capaz de trabajar durante 17 horas al día. Yo era director del colegio Tello Téllez y, a la vez, trabajaba en el Ayuntamiento al frente de una concejalía, la de Obras, en la que se sacaba más de 100 actuaciones al año. Obras de envergadura que nos permitieron dar un vuelco a la ciudad, de las que ha vivido alguno los últimos mandatos. 

 

¿Hay alguna obra de la que se sienta especialmente satisfecho?

No quiero significar ninguna porque la lista es larga, desde inversiones en materia de deportes, a jardines o carriles-bici a optimizar el servicio de transporte urbano hasta garantizar un servicio cada 12 o 15 minutos, lo que permitió pasar de 200.000 a 800.000 usuarios del autobús urbano...

 

¿Y no hay ninguna mejora por la que hoy pase y piense: «Esto lo tenía que haber hecho de otra forma»?

Siempre con experiencia uno piensa que podía haber hecho algo más o algo distinto, pero lo hecho, hecho está. 

 

¿Desde su asiento de concejal cómo ha visto la evolución de la ciudad estas dos décadas?

He percibido cierto frenazo a la ciudad desde la entrada de Alfonso Polanco. Estaban más interesados en otro tipo de cosas que en gobernar bien, pero lo que ha sido nefasto para Palencia han sido estos cuatro últimos años de gobierno fantasma. Han dejado arruinar la ciudad y existe una sensación de dejadez y pesadumbre enorme. Tenemos una calle Mayor triste y unos barrios abandonados. 

Durante el gobierno de Heliodoro Gallego, sin embargo, se produjo un despliegue gracias a un ritmo de más de 180 obras de importancia algunos años. Era normal gastar muchos millones en la ciudad, lo que permitió mejorarla mucho. Sin embargo, se paró y claro, si tú a los jardines, a las aceras, a los parques, no los cuidas durante años, se deterioran. 

 

¿Cuál es el secreto para ser un buen edil?

Mucho trabajo y compromiso. Lo peor que puede ser un concejal es ser indolente. Hay que tener mucho amor a lo que haces. Yo me voy de la política con grandes amigos en todos los partidos, gente que vive la política con compromiso bajo todas las siglas. Y sí, a veces somos criticados, pero compensa. Lo que es injusto es ese baldón que a veces se pone a los políticos porque hay gente que lo que hacemos, con aciertos y errores, ha sido siempre con la mejor ilusión y el mayor compromiso. 

 

¿Es duro el trabajo desde la oposición?

Es distinto. Es mucho más rico poder gobernar, claro. Pero los años de oposición te crean humildad y eso es muy importante también. 

 

¿Este último mandato ha sido el peor de los cinco que ha estado en el Ayuntamiento?

Desde luego que sí. Muchos días he sufrido la impotencia de ver que se tenían que hacer cosas en la ciudad pero que nadie de PP, Cs y Vox se mojaba por estrategias de partido. Ver que no se hace nada, que se vota en contra de los argumentos que un momento ha dado un concejal de tu mismo grupo... son juegos que los ciudadanos no deben perdonar. 

 

¿Eran mejor los políticos de antes que los de ahora?

No sé si se puede decir eso y yo tampoco soy el más idóneo, pero sí te digo que fui muy feliz durante mi etapa en el equipo de Gobierno y que estos últimos años me he tenido que morder la lengua porque no era lógico lo que se estaba haciendo a la ciudad. 

 

¿Y se escucha a los mayores en los partidos políticos?

En mi partido se nos ha escuchado a todos. Por eso estoy seguro de que Miriam va a ser una buena alcaldesa. Siempre ha respetado la posición de cada persona y tanto ella como Heliodoro Gallego han sido grandes líderes. 

 

¿Guarda todas las medallas de edil?

Todas. Las cinco. Hace poco quise regalar una a una hija y me ha dicho que la tengo que tener yo. Mi hija saharaui sigue pendiente de todo lo que pasa en la política de Palencia y me hace mucha ilusión. Está embarazada de ocho meses y ve todos los plenos. Será el primer niño en mi familia y estamos muy ilusionados con Naim. Ahora que estoy liberado del Ayuntamiento, quiero ir a verla en agosto o septiembre.