Senaras, domingueras, rifas...

Fernando Pastor
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Las cofradías se financiaban con la cuota de los cofrades al entrar, había otra anual y además pagaban también para adjudicarse el honor de portar los estandartes y las tallas

Senaras, domingueras, rifas...

Todas las cofradías contaban con cargos jerárquicos. En general había un abad (que le correspondía al sacerdote de la parroquia), alcalde, prioste, mayordomo, muñidor, llamador o avisador (con la esquila, avisaba de la muerte y entierro de los cofrades, así como de los días de sejo o festividad, en que la asistencia de los cofrades era de obligado cumplimiento), contadores, cajeros (tocaban la caja), penero (encargado de cobrar las penas en forma de multas. En Villaconancio o en Soto de Cerrato las multas se pagaban en cera que servía para las velas con las que se acudía a las funciones religiosas), limosnero, etc. 


Para pagar todas esas actividades, así como a los oradores que contrataban para algunas festividades, disponían de diversas fuentes de financiación. Los cofrades pagaban cuotas al entrar en la cofradía, otra cuota anual y cuotas para adjudicarse el honor de portar los estandartes y las tallas. 


En Renedo de Esgueva, donde según los estatutos de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario para ser admitido como miembro tenían prioridad los hijos de cofrades y las personas que reunieran las mejores condiciones de moralidad y costumbres, la cuota variaba según la edad y condición: las personas solteras y viudas de hasta 50 años pagaban 24 reales; y desde los 50 hasta los 60 años, 40 reales. Los matrimonios de hasta 50 años, 34 reales, y desde los 50 hasta los 60 años, 60 reales (no se admitían cofrades mayores de 60 años). Además todos tenían la obligación de aportar 6 reales el domingo de ánimas. La obligación de participar en las actividades religiosas y de asistencia a otros cofrades, y reciben a cambio panecillos y vino el día de las Honras Generales.

Senaras, domingueras, rifas...Senaras, domingueras, rifas...


Otra fuente de financiación era lo que denominaban hacer senaras: la obligación de los cofrades de trabajar cultivando las tierras y atendiendo el ganado propiedad de las cofradías para obtener y vender vino, queso, lana, corderos, cabras (estas también se alquilaban), etc. Ese trabajo de los cofrades no estaba remunerado, aunque la cofradía les compensaba con pan, queso y vino. 


En algunas localidades existía lo que denominaban dominguera: si los cofrades poseían cabras tenían la obligación de aportar la leche ordeñada a sus cabras en domingo, para que la cofradía pudiera elaborar queso con ella.


Algunas cofradías organizaban juegos de cartas y rifas, solicitaban préstamos y limosnas y obtenían mandas piadosas (legados).

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En Baltanás disponían de ganado vacuno y un toril. Había dos escuadras, la compañía principal y los encapados. La diferencia, amén de la indumentaria, estribaba en que la primera recaudaba más y la segunda menos, por lo que se le denominaba también ánimas pobres.


Cevico de la Torre.  

En Cevico de la Torre la cofradía tenía también otras formas alternativa de financiación: alquilar una romana para pesar las uvas de las vendimias. Además, la cofradía tenía obligación de vestir a un pobre cada año con sombrero basto, capote y calzones de paño pardo y zapatos de piel de vaca. Esta obligación tenía su origen en el hecho de que el patrón de la cofradía era San Martín de Tours, del que la leyenda cuanta que en el año 337, estando en Amiens, le dio la mitad de su capa a un pobre que estaba tiritando de frío. La otra mitad no podía dársela porque no le pertenecía, ya que compartía la propiedad al 50% con el ejército romano. La noche siguiente se le apareció Cristo vestido con media capa. 


Esta cofradía ceviqueña poseía un ataúd con angarillas para poder subir a los difuntos hasta la iglesia por el casi centenar de escalones que dan acceso al templo.


Algunas cofradías repartían alimentos, fundamentalmente rosquillas, peras, nueces, turrón, confitura… En Tariego repartían el denominado pan de domingo de ánimas.
Otras realizaban una mayor parafernalia militar. Así, en Hontoria de Cerrato la procesión finalizaba con un campamento en el que los soldados hacían guardia por turnos, y en Herrera de Valdecañas el batallón acompañaba a los oficiales hasta su domicilio por orden jerárquico. 


En Fuentes de Valdepero cada cofradía realizaba actividades características en su fiesta. La de San Isidro regalaba lechugas a los vecinos. La de San Antonio realizaba por la noche una hoguera a la puerta del domicilio de su mayordomo. La del Cristo prendía un pipote elevado sobre un madero en la ermita.