Tres décadas de pasión en los adoquines de Estafeta

Pablo Torres
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Ramón Rey lleva más de 27 años acudiendo a los encierros de la festividad pamplonesa. Como cada julio, espera a las ocho menos cinco de la mañana la llegada de los toros para acompañarlos en su entrada a la plaza de la ciudad

Tres décadas de pasión en los adoquines de Estafeta - Foto: DP

Con la camiseta de la Real Sociedad -el equipo de fútbol de San Sebastián- y el pañuelo rojo al cuello, Ramón Rey acaba de correr el primero de los encierros de San Fermín, algo que lleva haciendo más de 27 años.

Este veterano salamantino de 52 años -vinculado a Palencia por motivos laborales-, presidente de la Asociación de Corredores, Aficionados y Recortadores de Toros de España (Acarte) y de la plaza de toros de Peñafiel, en Valladolid, acude cada julio a su cita con los adoquines de la calle Estafeta para acompañar a la manda de reses en su recorrido hasta la plaza de toros.

«Es un placer muy rápido, pero inmenso, que aumenta cuanto más cerca estoy del animal. Hay pocas cosas en la vida que me reporten lo que me ha reportado el toro», describe Rey, quien, a pesar de su veteranía, reconoce que sigue sintiendo miedo a día de hoy. «Si no lo sintiera sería un inconsciente», detalla. «El miedo se siente a las ocho menos cinco, justo antes de empezar el encierro. Una vez suena el cohete, todo pasa tan rápido que no te da tiempo a tenerlo», explica.

Tres décadas de pasión en los adoquines de EstafetaTres décadas de pasión en los adoquines de Estafeta - Foto: DP

Aunque las casi tres décadas de pasión consolidan un currículum taurino que bien podría ser envidiado por muchos corredores, Ramón Rey reconoce que su afición «es relativamente tardía». «Mi primer encierro fue en mi pueblo natal, en Alba de Tormes, en Salamanca» subraya. «Al principio comencé entrando en las capeas y en los festejos populares. Disfrutaba mucho viendo a la gente que lo hacía antes que yo y, cuando decidí participar en mi primer encierro y pegué el primer corte, la satisfacción que me produjo me hizo engancharme definitivamente», describe. 

De todas las fechas que Rey acumula a sus espaldas, remarca dos momentos inolvidables en su trayectoria, tanto en el plano pasional como en el personal. «Uno de los encierros que guardo con especial cariño fue hace unos 15 años, con toros de la ganadería Alcurrucen, en San Fermín. Recuerdo correr entre el tercer y cuarto toro, teniendo al quinto y al sexto detrás. No me molestó nadie y entré desde el final de la calle Estafeta hasta la plaza con ellos», narra. Por otra parte, remarca la primera vez que su hijo fue a Pamplona y pisó los adoquines de la calle donde corre todos los años.

A pesar del riesgo de su pasión, Rey reconoce que su familia «ya lo tiene asumido». «A mi mujer la conocí cuando ya me gustaban los encierros. Recuerdo verla llorar el día que se produjo el tapón a las puertas de la plaza de Pamplona el 13 de julio de 2013. Cuando la ví entendí la gravedad de todo lo que había ocurrido». Por otro lado, Rey espera que su hijo «no se ponga nunca delante de un toro», ya que, como él mismo confiesa, «para loco ya estoy yo».

Tres décadas de pasión en los adoquines de EstafetaTres décadas de pasión en los adoquines de Estafeta - Foto: DP

Afortunadamente, los 27 años de encierros pamploneses no han sido sinónimo de disgustos. «Nunca he tenido lesiones graves. En Pamplona, solo caídas y golpes», aclara. 

«Mis dos cogidas más peligrosas, que no han revestido mayor gravedad, han sido en el Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo». No obstante, detalla que casi todos los años le toca «pasar por chapa y pintura», aunque eso no se traduce en miedo a la hora de volver al callejón. «Después de una caída me pongo delante del toro con más emoción. Al día siguiente de que ocurra una tragedia, que Dios no lo quiera, hay más corredores en el encierro», explica.

 Respecto a su vinculación taurina con la provincia, Rey asegura «haber estado defendiendo el Toro del Pueblo de Astudillo», así como también haber participado en las vaquillas de Dueñas.

SUS PREFERENCIAS. No todas las ganaderías tienen el mismo significado para Ramón Rey, quien cataloga a las reses de Cebada Gago como sus favoritas. «Son toros correosos que siempre dan muchísimo juego. Seguramente sean los más peligrosos», describe.

«El día de los Miura es también muy especial. Son los únicos toros que han ido tres siglos a Pamplona. Ese día corro de blanco por respeto a la ganadería», añade.