«Muchas y buenas trufas se están sacando en el Cerrato en estos días. Además, en este año se ha adelantado la maduración excelente de esta joya gastronómica de nuestra tierra, gracias a la abundancia de lluvias suaves y temperaturas apropiadas», afirma el profesor Juan Andrés Oria de Rueda, director de la Cátedra de Micología Uva Iufor.
Las trufas negras no solo constituyen una delicia gastronómica, son «más que saludables», pues «contienen biomoléculas con demostradas propiedades antivirales y antibióticas naturales», añade el director de la Cátedra. Por eso, hay que «desechar» las trufas de origen exótico, sobre todo de Asia, que «se cosechan antes de tiempo, son más baratas, pero a menudo se adulteran con sustancias químicas que dan olor artificial a un producto insulso».
La Cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid, ubicada en la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia, patrocinada por la Diputación y perteneciente al Instituto Universitario de Gestión Forestal Sostenible, realiza un seguimiento permanente de la producción y diversidad de estos exquisitos hongos en los montes y plantaciones en la provincia palentina, colaborando con actividades de formación y divulgación a diversos niveles con empresas y entidades públicas.
La demandada joya del bosque es la trufa de invierno, el diamante negro de la alta gastronomía puede conseguirse en Palencia con la máxima calidad en estas Navidades. En la comarca del Cerrato, más de 150 ha de plantaciones, sobre todo de las nativas encinas, pero también de carrasquillas y robles autóctonos, permiten hacer frente a la creciente demanda de esta delicia gastronómica. «Gracias a la colaboración de científicos y técnicos palentinos puede degustarse la mejor y más auténtica trufa negra con seguridad», subraya Oria de Rueda.
Este explica que se ha avanzado notablemente en las técnicas de cultivo, que dan máxima eficacia y seguridad, y que permiten conseguir una elevada producción de trufas de alta gama de máxima calidad. Se han encontrado recientemente en Palencia hasta 40 trufas asociadas a una joven encina, verdadero nido de este suculento manjar.
Este delicioso hongo subterráneo, gracias a los programas de impulso de la truficultura de la Diputación, puede degustarse procedente de las repoblaciones micorrizadas de encinas y robles que se extienden por el sur de Palencia, pero también en otras comarcas calizas de Burgos, Soria e incluso Valladolid y Segovia.
Gracias a las apropiadas condiciones meteorológicas, se están encontrando muchas trufas de gran clase que han empezado antes a madurar con gran calidad y esto beneficia a los consumidores al ser los precios más aquilatados.
«Como ocurre con las plantas aromáticas, la mayor radiación solar de nuestros páramos y las atmósferas secas y frescas contribuyen a resaltar las esencias en estos hongos, por lo que las trufas palentinas son más olorosas y aromáticas que las francesas», explica Juan Andrés Oria de Rueda.