Tarde de sufrimiento

César Ceinos
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La celebración vespertina se trasladó a los barrios delAve María y del Cristo con el Santo Rosario del Dolor, que subió hasta los pies de la escultura de Victorio Macho, donde rezaron el último de los cinco misterios dolorosos y las letanías

Tarde de sufrimiento - Foto: Óscar Navarro

Lo que por la mañana era alegría, euforía y felicidad se convirtió por la tarde en sufrimiento, emoción y tristeza por la muerte de Jesús. A la procesión de La entrada de Jesús en Jerusalen le siguió, ya por la tarde, el Santo Rosario del Dolor, que estuvo organizado por la cofradía penitencial y sacramental de la Vera Cruz.

La salida, minutos después de las seis de la tarde con un tiempo primaveral y un ambiente de domingo por la tarde, fue escalonada.De la sede de la cofradía (calle VeraCruz) partieron las hermandades, las autoridades y la agrupación de tambores y cornetas de la Vera Cruz, que fue la encargada del acompañamiento musical. A continuación se dirigieron, a través de las calles Vera Cruz, Marqués de Santillana y Los Pastores al convento de la Piedad, donde rezaron el primero de los cinco misterios dolorosos, La oración en el Huerto. Del monasterio partió el paso de Nuestra Señora del Dolor (anónimo del siglo XIX) portado a hombros.

Acto seguido, la procesión se trasladó a la iglesia de San Pablo, donde se dio entrada la talla mariana y se rezó el segundo misterio, La flagelación de Jesús atado a la columna. Dentro del templo conventual esperaban los portadores del Santísimo Cristo de la VeraCruz (anónimo del siglo XVI), que sacaron, también a hombros, la imagen del Señor crucificado a los compases del Himno de España.

Reorganizada la marcha de nuevo en el exterior, atravesó la plaza de León y cruzó las vías por el paso subterráneo que une el centro con la avenida de Santander. La original vista aérea que se apreciaba desde la parte alta de las bocas del túnel provocó que muchos curiosos esperaran a la procesión en este punto. Ya en el Ave María, la procesión se detuvo de nuevo en la iglesia de María Estela, donde se recordó el tercer misterio doloroso (La coronación de espinas); mientras que el cuarto (Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario) se rezó en la iglesia de San Ignacio y Santa Inés, en el barrio del Cristo.

El quinto y último misterio (La crucifixión y la muerte de Jesús) y las Letanías a Nuestra Señora llegaron en la ermita del Otero, a los pies del Cristo. En este punto de la procesión, cuando el sol se había puesto, las dos tallas se colocaron frente a frente. 
Para ello, los portadores, de varias cofradías, derrocharon esfuerzo durante todo el largo recorrido, como también lo hicieron los penitentes que cargaron con cruces y aquellas personas que decidieron procesionar en la tarde-noche de ayer descalzas.

El Santo Rosario del Dolor emprendió el camino de retorno a San Pablo por el itinerario que había ascendido hasta el Cristo para poner punto final al Domingo de Ramos. Como es habitual, todas las cofradías de la capital se sumaron al desfile, que también contó con la presencia de la hermandad de la Santa Cruz de Grijota y las cofradías de la Vera Cruz de Osorno, de Valladolid y de Carrión de los Condes.