El responsable de Ecovidrio en Castilla y León, José Carlos Agustina, llamó ayer la atención sobre «el círculo perfecto» que supone el proceso de reciclado de vidrio. «Es un perfecto ejemplo de lo que se llama economía circular porque cada vez que tiramos una botella a un contenedor la reciclamos al 100%», especificó.
«Cuando un ciudadano o un hostelero lleva sus botellas, tarros y frascos al contenedor verde, el primer paso que damos es llevarlas a una planta de tratamiento en la que convertimos esa botella, tarro o frasco en materia prima. Son reducidas a trocitos de vidrio de solo 15 o 20 milímetros que se introducen en un horno, en el que se quitan todo tipo de impurezas como restos bolsas o tapones. Con este proceso obtenemos la materia prima y, el siguiente paso, es introducirla en la vidriera, en un nuevo al horno».
«Al trabajar con vidrio reciclado, no hace falta que estos hornos estén a 1.500 grados de temperatura sino que se pueden reducir a 1.000 o 900 grados. Esto nos permite reducir la aportación de CO2 a la atmósfera. En la vidriera se hacen nuevos envases que salen para la envasadora y de allí, al mercado», explicó Agustina.