Viñedos con siglos de historia en Quintana del Puente

Sotero García Ortiz
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La Fiesta de la Vendimia del Arlanza llega el día 15 a la localidad cerrateña, que cuenta con gran tradición en el sector, como lo demuestran numerosos documentos y lo confirman premios internacionales

Una de las cuadrillas que vendimian las vides palentinas. - Foto: Sotero García Ortiz

El origen de las fiestas de la vendimia arranca de muy lejos en casi todos nuestros pueblos castellanos, cuando los vecinos cuidaban con primor sus majuelos y bodegas a la espera de una buena cosecha; elaboraban y almacenaban su propio vino, y celebraban de forma festiva la recolección de la uva y el final del pisado en el lagar. A partir de ahí, esperar; entonces no había enólogos ni laboratorios que certificaran la calidad de la uva.

El hecho de que este año se celebre la XXIV Fiesta de la Vendimia y promoción de la Denominación de Origen Arlanza en Quintana del Puente, el día 15 de octubre, no debiera ser puntual y anecdótico, pues desde tiempos antiguos Quintana poseyó una larga tradición vitivinícola. Hay testimonios históricos del cultivo de vides desde 1443. En los datos proporcionados por el Catastro del Marqués de la Ensenada de 1752 ya se menciona el vino como actividad productiva de la zona y parte de la economía de sus habitantes. También ese año, el Ayuntamiento de Quintana había establecido una serie de alcabalas o impuestos municipales al vino procedente de otras localidades con el fin de proteger la producción local. Las actividades referidas a la vendimia figuran reiteradamente en las actas municipales desde tiempos antiquísimos. En 1884 el concejo autoriza al alcalde del pueblo, Pablo González, para que ponga dos vigilantes en los viñedos que se encarguen de su custodia hasta la recolección y así evitar el posible fraude o hurto.

Los quintaneses estábamos familiarizados con el vocabulario específico de la vendimia, las bodegas o sus utensilios. Sabíamos lo que era: una zarcera o descargadero, una carral o barril, una cantarera para sujetar las cántaras, la cocedera o lugar para pisar la uva, o el garillo, especie de hoz pequeña a manera de navaja para cortar los racimos. El terreno ocupado por los viñedos se medía en aranzadas -superficie equivalente a unos 4.472 metros cuadrados-; la cosecha del año se computaba por el número de cántaras o de carrales; el poíno o dormidera era el útil adecuado donde apoyar las cubas en la bodega; nos reíamos con el lagarejo que habían hecho a algún vendimiador distraído en la cara o en el trasero, al restregar el racimo, sobre todo de uva negra, y nada más dejar el rampojo o escobajo. Era toda una ceremonia festiva colectiva, familiar y vecinal.

Pero la historia y tradición vitivinícola de la zona no termina en lo contado hasta ahora. Existe entre Palenzuela y Quintana del Puente el llamado Monte de Negredo, ya mentado en los Fueros de Palenzuela del año 999, y que tuvo su importancia histórica en las guerras entre Pedro I el Cruel, y su medio hermano Enrique II de Trastámara, así como durante la Guerra de la Independencia contra el ejército de Napoleón. Perteneció al almirante de Castilla y uno de sus últimos dueños fue el duque de Osuna: Mariano Téllez-Girón y Beaufort-Spontin. Prácticamente deforestado a lo largo de los años, sobre todo del siglo XIX, por la venta de su leña en subasta pública, fue adquirido por Marcial de la Cámara Argüeso y por su cuñado Marcelo Martínez Alcubilla en 1862 al despilfarrador y arruinado duque, interviniendo de apoderado por parte de la casa de OsunaJuan Bravo Murillo, quien había sido ministro de Justicia y presidente del Consejo de Ministros de España en tiempos de Isabel II. El monte le había sido enajenado por acumulación de deudas.

Marcial, maestro arquitecto, y Marcelo, jurista y magistrado: ambos ejerciendo su profesión en Valladolid, convirtieron un terreno improductivo en una tierra próspera y fructífera a partir de un estudio profundo del terreno, una planificación y plantación sistemática de viñedos y árboles frutales, hasta tal punto que existen distintas publicaciones donde se les pone como ejemplo de emprendimiento y buen hacer empresarial. Los vinos producidos en Quinta de Negredo, como así lo denominaron,  llegaron a obtener reconocimiento internacional y ganar la medalla de oro en Amberes (1885), París y Barcelona (1888-1889) y otras distinciones honoríficas en Chicago, Reims y Versalles. Construyeron una casona en la quinta con una bodega en los sótanos que todavía se conserva. Por cuestiones de trabajo profesional, falta de tiempo y, quizás salud, intentaron vender su negocio en el mundillo del vino francés. El fallecimiento sin descendencia directa de estos dos personajes sumió a Negredo en un largo período de abandono durante veintiún años. 

Hemos de llegar a 1925 cuando Pedro del Val Hoyos adquiere la finca, pero en vez de continuar con el viñedo y la producción vinícola la dedicó al pastoreo y al cultivo del cereal. Sus descendientes Benito del Val y hermanas siguieron la costumbre del padre sin ningún tipo de ambición empresarial ni interés por la producción de vinos que tanto éxito había tenido años atrás.

Las cosas cambiarán para esta tierra cuando en 1996 la familia Primo Cavia (Suco) adquiera la mitad de la finca, unas veintidós hectáreas, y comience a comercializar sus primeros caldos en 2003. En la actualidad produce con los nombres: Quinta Negredo, Pagos de Negredo y Gran coto redondo, con una producción global embotellada de unos 120.000 a 150.000 litros, dependiendo de la añada. Podemos añadir que el vino Coto redondo Quinta Negredo del año 2015 obtuvo una puntuación de 89 puntos sobre 100 en la escala del prestigioso crítico vinícola americano Robert M. Parker, lo que lo convierte en un vino muy bueno, por encima de la media.

La otra mitad de la finca fue adquirida en 1998 por Bodegas y viñedos de González Vegas. Su bodega está situada en la antigua casona y tiene una modesta producción de vinos con los nombres: Pétreo y Río Pico. 
Como vemos, hay razones más que suficientes por historia, tradición y actualidad para poder celebrar este año la fiesta de la vendimia en Quintana del Puente. La pujanza de la denominación Arlanza sigue creciendo y esperamos que sea todo un éxito y pueda repetirse en años venideros.