Los claveles

Fernando Pastor
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Desde hace justo 100 años, la música en la celebración del Corpus en Cevico de la Torre corre a cargo de la familia actualmente conocida como Los claveles

Los claveles

El próximo domingo se celebra en Cevico de la Torre la tradicional danza del Corpus, en la que los danzantes recorren la localidad y suben danzando los cerca de 100 escalones con que cuenta el atrio de la iglesia.  


Desde hace justo 100 años (1923) la música en esta celebración corre a cargo de la familia actualmente conocida como Los claveles, nombre que se deriva del clavel que Nicolás González llevaba sujeto en la faja del traje de bailar. Sus convecinos, muy dados a poner apodos, comenzaron a llamarle Clavel. Puesto que los apodos son algo que inexcusablemente se hereda y abarca a toda la familia, cuando sus hijos comenzaron a actuar por los pueblos decidieron adoptarlo como nombre artístico.


Conocidos como Los Claveles y también como El Trío Clavel, lo componían tres hermanos. Emiliano e Ismael tocaban la dulzaina, y Arsenio la caja. Adquirieron las dulzainas solicitándolas contra reembolso, y se encontraron con la sorpresa de que una de ellas era para un zurdo, con las llaves al lado contrario, lo que obligó a Emiliano a aprender a tocar con ella pese a ser diestro. 

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A raíz de la guerra, debido al fusilamiento de los Adrianes en Baltanás (la mejor saga de dulzaineros de la zona), muchos dulzaineros dejaron de tocar. Fue el caso de  Los Claveles, que no volvieron a actuar juntos en trío. Por separado hicieron alguna actuación, o Ismael y Arsenio llevando dulzaina y caja, pero los tres juntos ya no.


Ismael decidió cambiar su dulzaina por dos ovejas y un saco de alubias, en Vertavillo.


La siguiente generación, hijos de los componentes del Trío Clavel, continuaron la tradición. 

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Ismael enseñó a tocar a su hijo, del mismo nombre. Cuando tan solo tenía 6 años le confeccionó dos palos de chopo y le enseñó los ritmos percusionando con ellos en una lata de escabeche. Aprendió tan rápido y bien que muy poco después ya tocó la caja en la procesión ceviqueña. 


Entonces compraron una dulzaina y una caja en una tienda de objetos usados de Valladolid. Pero al ser de segunda mano necesitaban arreglos que costaban más que el propio instrumento, por lo que tuvieron que solicitó dinero un día en la misa mayor  para pagar el arreglo, pues en caso contrario no podrían tocar las danzas ese año.


Otro hijo de Ismael, José, tocaba el acordeón. Pero el día de su boda, en 1965, un primo suyo acudió a la boda con un tocadiscos y José le cambió el acordeón por el tocadiscos. Lo tuvieron unos 20 años, en su casa del barrio vallisoletano de las Delicias, y puesto que muy poca gente tenía tocadiscos, muchos vecinos acudían al domicilio a bailar. Hasta que el cambio de voltaje de la electricidad de 125 a 220 provocó que el aparato se 'achicharrara', pues no cayeron en la cuenta del aumento de tensión.

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José también tocaba la caja. De hecho en la mili fue tamborilero.


Un hijo de José, Antonio, ha recogido el testigo familiar y es el encargado de tocar la dulzaina en la danza de Cevico, acompañado por su tío Ismael a la caja. 


Antonio González Calzada, conocido artísticamente como Toño Clavel, estudió dulzaina e hizo sus primeros pinitos en percusión en las bodegas de Cevico: cuando iba de merienda con los amigos llevaba alguna pandereta, cucharas o algún otro cacharrillo con los que tocar algo. Después estudió percusión tradicional (pandereta), y toca esporádicamente el rabel. 


Compró una pandereta, y otra se la regaló la familia, pero no le gustaba como sonaban, y dado que su abuelo hacía los parches para las cajas de redoblante y que su padre le había explicado cómo se hacían las pieles, empezó a fabricar panderetas él mismo.

Sonaban mejor que las que tenía, y poco a poco fue mejorando la técnica. Las vende a músicos ya que al ser artesanales suenan mucho mejor, los dedos resbalan de otra manera, y son más costosas dado que necesitan mucho tiempo para confeccionarlas. También ha hecho algún rabel, aunque el primero que hizo no sonaba.


Toño Clavel actúa en pueblos de Castilla y León. En Cevico además de la danza del Corpus interpreta el denominado baile de los pobres. En muchas localidades había diferentes salones de baile, según la categoría social. En Cevico había tres. Los ricos podían ir al baile de los pobres, pero estos no podían ir al de los ricos salvo con invitación. La gente más pobre carecía de medios para contratar músicos e incluso para pagar la entrada a los salones de baile, por lo que se reunían los domingos (en verano por la tarde, en invierno por la mañana) a la puerta de las casas-cueva en las que vivían, y bailaban tocando ellos mismos con objetos que tenían en casa (herramientas de trabajo, útiles del hogar, instrumentos fabricados con sus propias manos, etc.). Al ser en la calle, posibilitaba que participaran las mujeres casadas, ya que a los salones de baile no acudían por estar mal visto. Este baile desapareció en la guerra civil.


En muchos pueblos, como Cevico, las mujeres solteras solo podían bailar los domingos, y las casadas solamente el día de la fiesta. Tampoco podían participar en la procesión (ahora son mayoría) ni tocar la dulzaina, entre otras razones porque si las contrataban en algún pueblo los maridos no las dejaban ir, salvo que fuesen también ellos como músicos. 


El cambio en este tema queda patente en la siguiente generación de Los claveles. Las hijas de Toño Clavel, Jimena y Eylo, siguen la tradición familiar. La primera es percusionista, ha estudiado en el conservatorio, forma parte de una orquesta sinfónica y ha actuado en diversos países (Portugal, Italia…) con artistas como Serafín Zubiri o Juan Valderrama. La segunda toca la dulzaina y la pandereta. Ambas participan en las danzas de Cevico de la Torre.