«El Estado no puede arrogarse funciones que no se han votado»

Pablo Torres
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El Club de Opinión Criterio regresa hoy a su actividad, a las 20 horas, en el hotel Castilla Vieja. Lo hace a cargo del exdiputado y empresario Marcos de Quinto, quien ofrecerá a los asistentes una conferencia con el título 'Progreso y libertad'

Marcos de Quinto - Foto: Nacho Valverde (ICAL)

Después de un paréntesis, el Club de Opinión Criterio vuelve a su actividad con una junta directiva renovada. El primer invitado de este nuevo ciclo es Marcos de Quinto, quien ofrece hoy en el hotel Castilla Vieja su conferencia Progreso y libertad, en la que alude a la relación entre ambos términos y cómo «la libertad es necesaria para que una sociedad progrese», según explica a Diario Palentino

Marcos de Quinto es un empresario y expolítico español. Ocupó la vicepresidencia ejecutiva de Coca Cola a nivel mundial entre 2015 y 2017, cuando anunció su salida de la multinacional después de 35 años. En su faceta política, fue diputado nacional por Ciudadanos en 2019 y 2020, año en el que abandonó la formación por discrepancias. Fue número dos en las listas madrileñas al Congreso en las elecciones generales de 2019, por detrás del expresidente del partido Albert Rivera. 

Su conferencia de hoy, que abre de nuevo el Club de Opinión Criterio, lleva por título Progreso y libertad. ¿A qué hace referencia?
Al hecho de que el progreso solamente se da cuando existe libertad. Esa libertad (de creación, de empresa, de propia iniciativa, etc.) es lo que ha hecho progresar a las sociedades. En España estamos viviendo una situación en la que cada vez hay más regulaciones y zancadillas para aquellos que quieren vivir de su           esfuerzo. 

¿Los ciudadanos relacionan el concepto de progreso con el de libertad como acaba usted dehacer?
Lo que ocurre es que la seña cultural de la izquierda ha conseguido apropiarse de determinados conceptos. Se han apropiado del término progresismo, cuando la historia ha demostrado que todas las sociedades socialistas y comunistas han promovido cualquier cosa menos el progreso. Del mismo modo, han hecho lo propio con determinadas causas como el feminismo, el medio ambiente o la defensa del colectivo LGTBi. Por ejemplo, Rusia, a día de hoy, sigue siendo un país eminentemente homófobo. Donde la mujer ha alcanzado mejores cuotas de igualdad ha sido en las democracias de corte liberal.

¿Dónde situaría la libertad de cada individuo?
Cada uno tiene libertad de vida, de propiedad privada y de iniciativa. Aquellos que quieran desarrollar un proyecto, en tanto que no afecte negativamente a nadie, pueden perfectamente hacerlo. 

El Estado es una entidad a la que la ciudadanía le otorga unas funciones determinadas, pero lo que no puede ser, que es lo que se está viendo en Europa, es que se arrogue otras que no han sido debatidas ni votadas. Que la Comisión Europea, por ejemplo, dictamine que los coches de combustión dejen de ser fabricados para el 2035 es escandaloso. ¿Quién ha decidido esto? La libertad es poder decirle al Estado que se ocupe de unas cuestiones, pero que en el resto nadie les ha dado permiso para entrometerse. 

¿En qué cuestiones entonces sí considera legítima la intervención del Estado?
Hay temas como la justicia o la defensa que influyen en lo común y que son áreas que el Estado debe coordinar.

Sin embargo, fijémonos en otras cuestiones, como la alimentación, que es, según la pirámide de Maslow, la primera necesidad de las personas: ¿por qué el Estado no tiene economatos ni supermercados? Porque no hacen falta. La iniciativa privada se encarga de ello de una forma más eficiente.

¿Por qué cree que se demoniza al sector privado?
No lo demoniza la gente, sino la propaganda izquierdista, que trata de hacer lo mismo con todo sobre lo que no tiene poder. Mucha gente, si pudiera elegir, elegiría la enseñanza privada. Si no tiene dinero para acceder, lo que debemos hacer entre todos es contratarle un seguro y que decida. Del mismo modo, si alguien está pasando hambre, no es necesario crear un supermercado, sino que el Estado le dote de un cheque para que compre comida donde quiera.  

¿Cómo valora la situación política que atraviesa el país?
Creo que está tocando fondo, aunque nos están acostumbrando a que, cuando parece que no se pueden deteriorar más las instituciones, se da una vuelta de rosca y seguimos descendiendo. Esto parece la fosa de las Marianas. 

¿Qué opina de los sindicatos?
Me parece muy bien que existan, pero defiendo que deben mantenerse con las cuotas que voluntariamente deciden pagar sus trabajadores.Si los sindicatos no defienden sus intereses, estos pueden darles la espalda y, entonces, se verían obligados a cerrar.

Como exdiputado de Ciudadanos, ¿qué fue lo que falló en el partido?
El primer problema fue quedarnos a 0,8 puntos porcentuales en votos del PP.  Eso hizo entrar en pánico a muchos medios conservadores, lo que provocó que no solo recibiéramos ataques de la izquierda, sino también de la derecha, para salvar a la formación popular. Nos pilló en una especie de sándwich. 

Lo segundo es que, cuando Albert Rivera y Fernando de Páramo dejaron el partido, hubo una gran metedura de pata. Las personas que se quedaron se equivocaron, y en lugar de respetar el sentido de los votantes, aunque estos fueran menos, trataron de preparar con el PSOE unas mociones de censura que fueron un escándalo. Eso mató a la formación para siempre. 

Ha trabajado en puestos importantes dentro de la vida pública, como fue el cargo de diputado; y en el sector privado, como vicepresidente ejecutivo de Coca-Cola. ¿En cuál de los dos ámbitos se sentía con mayor responsabilidad? 
Desde el punto de vista de la gestión, cuando estuve de número dos mundial de Coca-Cola tenía muchas familias, tanto de empleados como de accionistas, dependiendo de nuestras decisiones. En mi etapa política no he tenido esa responsabilidad de gestión, pues estaba en la oposición. Sí tenía que poner los puntos sobre las íes y hacer un control al Gobierno, pero son dos cosas distintas.