Tres nombres y un mismo destino

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El accidente de helicóptero que costó la vida a Rosa de Lima Manzano, Alberto Acitores y Santiago Amón conmocionó a la sociedad palentina de hace un cuarto de siglo. Pasa el tiempo y sus figuras siguen muy presentes

Tres nombres y un mismo destino

Fue hace hoy un cuarto de siglo, aunque hay nombres que resuenan en el presente casi como aquellos días de junio. Proyectos, denominaciones, lugares… Recuerdos, también, de quienes fueron los tristes protagonistas de un hecho que aún encuentra cobijo en la memoria colectiva. 25 años ya desde que la Asociación de Amigos del Monasterio de Aguilar recibiera el premio Europa Nostra por su trabajo en Santa María la Real de Aguilar cuya entrega fue el desencadenante de todo. Hoy, el mismo año en que la Fundación Santa María la Real se acaba de hacerse valedora de nuevo de este reconocimiento, se cumplen 25 años del accidente que dejó a España sin su directora general de Tráfico, a la provincia sin uno de sus mejores embajadores y a los socialistas palentinos huérfanos de líder. Tal día como hoy de hace ni más ni menos que dos décadas y media el helicóptero que trasladaba desde Madrid a Aguilar a la directora general de tráfico y ex gobernadora civil de la provincia, Rosa de Lima Manzano, al crítico de arte Santiago Amón y al secretario general de los socialistas palentinos y diputado nacional por Palencia, Alberto Acitores, se estrelló provocando su muerte y la de los dos miembros de la tripulación.

Los tres acudían, como había hecho la reina Doña Sofía, a Aguilar a participar en la entrega del Europa Nostra, acto al que también asistió el por entonces presidente de la Junta, José María Aznar. Sin embargo, a la hora convenida nadie de los embarcados en aquel Ecureille de la DGT estaba presente en la villa galletera. «Al principio piensas en cosas normales, no te das a creer en lo peor. No había móviles, y no podía saber qué había ocurrido exactamente», recordaba esta semana Agustín Manrique, mano derecha de Manzano en el Gobierno Civil y secretario de Organización del PSOE entonces.

La última vez que se tuvo conocimiento de su paradero fue sobre las 9,30 horas de la mañana del 30 de junio de 1988 cuando contactaron con la base de Colmenar Viejo. Las condiciones no eran las más óptimas, con lluvia y viento, y el piloto optó por cambiar la ruta preestablecida.

Según las informaciones aparecidas aquellos días, el helicóptero, que se estrelló entre las 9,30 y las 9,45 horas, estuvo ardiendo hasta las tres de la tarde de aquel jueves. El fuego fue avistado por los vecinos de Valdemanco (Madrid), pero no le dieron importancia. El Ministerio del Interior no movilizó a los efectivos de búsqueda hasta las tres de la tarde porque hasta las 13,15 no se informó desde Aguilar del retraso en la llegada. «Después de que se marchara la reina, nos bajamos en coche, y ya en Herrera, cuando paramos a comer, empecé a pensar en lo peor», recuerda Manrique. La búsqueda se estableció en las provincias de Madrid, Segovia, Palencia, Burgos y Valladolid y en el este de Ávila. A última hora el rastreo se centró fundamentalmente en las localidades de Segovia y Palencia. Sólo cuando por la noche, al ver el Telediario, uno de los vecinos de Valdemanco relacionó el fuego que había observado con la desaparición del aparato, se puso en la pista a los rescatadores.

En Palencia, todo eran temores. Nada se sabía y todo eran especulaciones, aunque como explica el que había sido mano derecha de Rosa Manzano durante su estancia como gobernadora civil, Agustín Manrique, «ya de madrugada teníamos casi confirmado su fallecimiento. No claramente, pero no había duda». Tras un primer intento, frustrado por las condiciones meteorológicas, la Guardia Civil y varios vecinos volvieron a los riscos de las inmediaciones del Pico de Cancho Gordo, en el municipio de La Cabrera. Tardaron en hallar los restos de la aeronave esparcidos en 150 metros a la redonda. La única parte reconocible era la cola de la aeronave. El aparato se había estrellado y la deflagración del tanque de combustible, prácticamente lleno con 400 litros, combinada con la situación de las rocas convirtió aquella zona en un horno que carbonizó a los ocupantes.

En la mañana del viernes 1 de julio la noticia ya había llegado a Palencia, donde los tres ocupantes del helicóptero eran queridos y reconocidos. En Madrid comenzaron a preguntarse la razón de aquel viaje y la decisión de ir en helicóptero. Al parecer, según informaba Diario Palentino aquella misma tarde, el viaje de Rosa Manzano acababa en Aguilar, pero luego tenía previstas varias paradas relacionadas con su cargo. La visita al área de descanso que se había construido para los conductores portugueses que utilizaban la N-620, en Torquemada. También se había planteado, aunque luego se descartó, inaugurar la regulación semafórica de Guardo.

«Rosa, que tenía mucho carácter, había convencido a Alberto y Santiago a venir. Ellos no querían. Alberto porque tenía miedo a volar y Santiago porque no atravesaba las mejores relaciones con Peridis», afirma Manrique. Sin embargo, a los tres el premio a Santa María La Real les tocaba de cerca. A Manzano porque fue la gobernadora civil, primera mujer en el país y única hasta la fecha en Palencia, entre los años 1982 y 1987, coincidiendo con las labores de recuperación de Santa María La Real. A Alberto Acitores porque además de ser la cabeza visible del socialismo palentino también era representante de la provincia en el Congreso y no podía faltar a una cita a la que acudiera la reina.

Además, los dos habían mantenido muchos contactos en el Gobierno para instalar en el Monasterio el Instituto. Por otro lado, Santiago Amón junto a Peridis fue el impulsor de la Asociación de Amigos del Monasterio de Aguilar de Campoo, germen de la Fundación Santa María La Real.

La despedida. Una de las paradas de aquel viaje debería haber sido el Área de Servicio de Torquemada, el municipio donde nació Alberto Acitores, cuyos restos fueron depositados en el cementerio de la localidad. Mientras, los de Rosa de Lima Manzano descansaron en la provincia de Burgos. Ambos funerales fueron multitudinarios y con presencia ministerial. Hasta Torquemada se desplazaron, junto a miles de palentinos los ministros Barrionuevo y Cosculluela y la mujer del por entonces presidente del Gobierno Felipe González, Carmen Romero.

Unas despedidas que sobrecogieron a los palentinos y en especial a Torquemada, a la que llegaron más de medio centenar de coronas de flores. Tras depositar sus restos, La Internacional sonó en el camposanto. Para el por entonces secretario de Organización del PSOE palentino «además de la pérdida en lo personal, en aquel momento se truncó un proyecto político planificado y que no se llevó a cabo. Los que estábamos a su lado no supimos continuarlo... De poco sirve lamentarse ahora».

Al igual que en el caso de Rosa de Lima Manzano, el funeral por el crítico de Arte Santiago Amón, se realizó fuera de Palencia. Aunque la Diputación, presidida entonces por Jesús Mañueco, que incluso publicó en DP un obituario de Amón, anunció escasas horas después de tenerse conocimiento del siniestro, que se organizaría un homenaje al «eterno embajador palentino».