Carmen Quintanilla Buey

Otra mirada

Carmen Quintanilla Buey


El cielo y nosotros

14/10/2023

Las personas, en general, están un poquitín enfadadas con el Cielo. Algunos opinan que si nos nacen sin nuestro consentimiento, y nosotros emprendemos el camino de la vida a nuestro libre albedrío, no se nos tendría que pedir cuentas muy estrictas, porque no hemos recibido clases particulares. Por eso a veces nos equivocamos ¡pues claro que sí! Otras veces, la senda es la acertada, pero es por chiripa. Y una vez ya dentro de la vida, y con la mente a todo rendimiento, si nos hubieran dado a elegir entre la nada que fuimos y la casi-nada que somos, el tema habría estado equilibrado, pero... ¡no siempre a partes iguales! Es aconsejable animar al ánimo con arreglo a nuestra capacidad de hipocresía.  También hay que tener en cuenta que muchos de los nacidos, por desgracia, tienen todo su ser discapacitado menos la mente. Y eso tiene que ser un infierno (que me perdone el Cielo). El ejercicio físico está muy recomendado, pero el intelectual tendría que ser obligatorio porque es dificilísimo saber aceptar las tragedias sin una preparación previa. Y creo que los resultados óptimos deberían ser premiados con Matrícula de Honor: Dios lo ha querido así... Será mi destino... ¡Admirable! Luego está la lista de los cabreados que les cuesta admitir que sin motivo ni fundamento las estén pasando canutas, y les queda el único recurso que es el ¡¡caguental ...!! Pero yo creo que a esos pobrecillos, el Cielo tiene la obligación de descabrearlos y de tenderles una mano para que puedan salir airosos de la situación. Y otra cosa: los intelectuales celestiales tendrían que ir pensando en crear oraciones nuevas, es que siempre las mismas nos cansan un poco. Toda la tertulia cuando esté reunida paseando entre las nubes, que se entretenga y piense que lo de -«Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores...»-, aquí, en la tierra, nos suena mal porque nadie perdona deudas, y el Cielo ayuda muy poquito en este caso aunque reconozca que exista más razón que la que tienen todos los Santos juntos. Queremos oraciones modernas, lo mismo que ya no nos conformamos con aquellas canciones como -«La Lirio tiene una pena, tiene una pena la Lirio»-. Eso sí, que nos deje, por favor lo de... «El pan nuestro de cada día dánosle hoy». Es que si nos quita el pan, y nos deja la pena... ¡Que nos vaya haciendo sitio!

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