Europa debe mantenerse en los principios éticos de la donación

César Ceinos
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Esta palentina puso en marcha la Iniciativa Andaluza en Terapias Avanzadas, institución que «permitió posicionar a Andalucía como una región líder en la innovación, desarrollo e investigación en ese campo»

Natividad Cuende - Foto: Óscar Navarro

La adjunta a la Coordinación Autonómica de Trasplantes de Andalucía es la doctora palentina María Natividad Cuende Melero (1965). Ocupa el puesto desde marzo de 2005, aunque es solo uno de los hitos de su amplio currículum. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria por el hospital Río Carrión de Palencia y en Medicina Preventiva y Salud Pública por el hospital La Paz de Madrid, firma más de medio centenar de artículos en revistas científicas internacionales y unos 40 capítulos de libros, y puso en marcha la Iniciativa Andaluza en Terapias Avanzadas (IATA), una organización que a través de acuerdos con múltiples instituciones académicas nacionales e internacionales y empresas farmacéuticas y biotecnológicas, «permitió posicionar a Andalucía como una región líder en la innovación, desarrollo e investigación (I+D+i) en el campo de las terapias avanzadas». Antigua alumna de los colegios Blanca de Castilla y Maristas, también forma parte del Consejo Rector de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) en calidad de experta de reconocido prestigio desde 2021 y de otros órganos de carácter nacional y mundial, como la Sociedad Internacional de Terapia Génica y Celular, cuyo comité de asuntos legales y regulatorios presidió de 2014 a 2019.

Comentó en una conferencia reciente en el instituto Alonso Berruguete de Palencia que aún es necesario crear una mayor conciencia social para impulsar la donación de órganos en España, que es líder mundial en esta materia desde 1992. Es una cuestión que, a priori, sorprende

El trasplante, a fecha de hoy, es la única posibilidad para que muchos pacientes con enfermedades que afectan a órganos vitales puedan sobrevivir. La excepción es el trasplante renal, donde existe la alternativa de la diálisis, aunque la calidad de vida es mucho peor y la esperanza de vida es menor que con un trasplante. A nivel mundial, hay un gran déficit de órganos y muchos enfermos mueren por ello. En España, afortunadamente, como es el país con mayor número de donantes, la mortalidad en lista de espera es relativamente baja, pero también es cierto que lo es porque las indicaciones que se hacen de trasplante vienen condicionadas por la disponibilidad de órganos. Es decir, si hubiera más, se admitirían más pacientes en lista de espera. 

¿Por qué el modelo español de trasplantes es tan reconocido en el mundo?

Por una razón: somos los que tenemos los mejores resultados.

¿Qué tiene de especial?

El elemento más distintivo quizá sea que el sistema de donación pivota en una red de coordinadores que trabajan dentro de los hospitales y, prioritariamente, en las unidades de cuidados intensivos (UCI), que son los lugares donde se genera el mayor número de potenciales candidatos a poder donar órganos. Para que se pueda producir una donación, las personas, mayoritariamente, tienen que fallecer en un hospital y en una unidad donde puedan tener acceso a respiración asistida. Por lo tanto, las UCI son, por así decirlo, el lugar donde es más fácil detectar posibles donantes. 

Además, el modelo español da mucha importancia a la formación continuada a todos los niveles del sistema sanitario, porque depende de que otros profesionales sean conscientes de qué pacientes pueden ser, cuando fallezcan, donantes de órganos. También es cierto que la sociedad española se caracteriza por su generosidad, pero hace falta que esta sea canalizada a través de una buena organización. La generosidad per se no basta. Por último, siempre hemos dado prioridad a la relación con los medios de comunicación. Sabemos que las campañas tienen un impacto muy limitado para generar concienciación social. Sabemos que la mejor forma de llegar a la población es a través de información veraz y llevada a cabo por profesionales de la información.

¿Qué requisitos tiene que cumplir una persona para donar sus órganos cuando muere?

No hay ningún límite de edad para la donación de órganos, pero dependiendo de la causa de la muerte, los coordinadores de trasplantes verificarán el estado de los órganos. Se hará una valoración uno a uno. Puede haber enfermedades que afecten a un determinado órgano y provoquen que no sea útil, pero quizá haya otros que sí lo sean. Contraindicaciones absolutas hay muy pocas. La mayor parte de las personas que mueren por un daño neurológico podrían ser donantes y, si no, de tejidos. Aquellos que sufren un cáncer, en muchos casos, no podrán donar un órgano, pero sí sus córneas. Tampoco hay contraindicaciones de forma genérica para todos los órganos y tejidos. Hay que valorar caso a caso.

¿Hay que dejar registrado antes de morir la voluntad de ser donante de órganos?

Legalmente no hace falta, aunque los pacientes pueden incluirlo en el registro de voluntades. Lo importante es que los familiares del fallecido conozcan que quería ser donante y lo comuniquen. Es la forma más eficaz. Si muere en el hospital en condiciones de donar, el coordinador va a preguntar a los allegados.

¿Pueden donarse órganos en vida?

Sí. En vida, lo más habitual, es la donación de un riñón. Además, es deseable que una persona con insuficiencia renal pueda acceder a un trasplante de algún allegado vivo antes de acudir a diálisis. En algunas ocasiones, cuando el receptor es pequeño, generalmente un niño, se le podría donar una parte del hígado y, en ocasiones muy excepcionales, un lóbulo pulmonar. 

¿Cuáles son los órganos más demandados en los trasplantes?

La mayor frecuencia de enfermos en lista de espera para un trasplante son los renales. Para el hígado, pulmón y corazón las cifras fluctúan, aunque son significativamente menores que el riñón. Entre ellos, son similares. También está el páncreas, aunque el número es inferior. En algunos pocos casos también se demanda un trasplante de intestino.

¿En qué situación se encuentra en la actualidad el sistema español de trasplantes?

Goza de buena salud si se compara con el de otros países, pero realmente está muy tensionado. La actividad ha crecido mucho en los últimos años, tanto en trasplantes de órganos como en tejidos y células. Además, hay que sumar nuevas modalidades que se van incorporando. En cambio, la red de coordinadores no ha crecido en la misma medida, con lo cual, la sobrecarga del sistema, especialmente en los recursos humanos, es importante. Es una situación que requiere atención por parte de las administraciones sanitarias a nivel nacional y en todas las autonomías. Podemos morir de éxito. Es tal la actividad que se desarrolla que es muy difícil que sea sostenida en el tiempo si no se refuerzan los equipos de coordinación de trasplantes.

Como miembro de la Organización Nacional del Trasplante (ONT), alertó del riesgo que supondría para el sistema remunerar a los donantes. ¿Por qué? 

En la actualidad está bajo revisión la normativa europea que regula la donación de células y tejidos en humanos, que se pueden trasplantar, pero también ser utilizados para fabricar medicamentos de terapia avanzada. Estos, aunque se elaboran a partir de sustancias de origen humano, se regulan de forma diferente a los trasplantes. La parte de la normativa relativa a la donación es común, pero el acceso a los medicamentos depende de que una empresa los comercialice a cambio de un importante beneficio económico, a diferencia de los trasplantes que no son comercializados, siendo procedimientos que se realizan dentro del sistema sanitario sin que medie ningún lucro. Como se está revisando la normativa, la industria biotecnológica quiere que se liberalice la donación para que puedan pagar a donantes y garantizarse, por así decirlo, el suministro. 

Nosotros creemos que la Unión Europea debe mantenerse firme en los principios éticos en los que se sustenta la donación y el trasplante: la voluntariedad, el altruismo y la no remuneración de los donantes. Hay varias razones. La principal, por respeto a los derechos humanos. El riesgo de remunerar a los donantes es la mercantilización de los seres humanos y al final terminan donando con mayor frecuencia aquellos que tienen necesidad económica, lo que puede provocar que asuman riesgos en su salud, como ya se ha visto en países en los que se paga a los donantes de sangre. Por otro lado, es una forma de garantizar la calidad de los materiales donados. Además, creo que si se abriera una doble vía de donación, altruista para trasplante y remunerada para las empresas, se podría poner en peligro la primera al haber una posible deriva hacia la que se cobra. De esta manera, podría darse el caso de que, por ejemplo, si se permitiese remunerar a los individuos que donan su médula ósea para fabricar un medicamento de terapia avanzada, muchos podrían dejar de donar de forma altruista, de modo que los pacientes con leucemia que necesitan un trasplante de médula ósea no la recibirían.

¿Cuáles han sido los últimos avances en esta cuestión? 

Hemos conseguido que el Consejo de Europa recientemente aprobara un posicionamiento unánime pidiendo a la Unión Europea que preserve el principio de voluntariedad y de no remuneración de los donantes. Además, ha elaborado una serie de recomendaciones, entre ellas que se regule el lucro que obtienen empresas farmacéuticas y biotecnológicas con la comercialización de productos elaborados a partir de sustancias de origen humano que se donan altruistamente. Este posicionamiento ha sido promovido por España en colaboración con Andalucía, aunque sabemos que el lobby del sector es muy potente. Trabajamos con el objetivo de intentar neutralizar la influencia de la industria biotecnológica y farmacéutica y que sigan manteniéndose los principios que han regido hasta ahora la donación de sustancias de origen humano y que también están reconocidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación Médica Mundial (AMM), entre otros.

¿Como ha evolucionado el mundo de los trasplantes de órganos en los últimos años? 

Nos hemos tenido que adaptar a los cambios epidemiológicos de la población. Ahora hay menos personas que fallecen de muerte encefálica, la forma más habitual entre los donantes. En 2012 se reguló en España otra forma de donación, que incluye el fallecimiento por fallo cardiorrespiratorio y que en la actualidad representa más de la tercera parte de los donantes. En lo relativo a las donaciones en vida, en el trasplante renal, a veces ocurría que un familiar o amigo de una persona que sufría una insuficiencia quería donar pero no podía porque era incompatible. En los últimos años hemos avanzado mucho en el intercambio de órganos entre parejas, lo que se conoce como trasplante renal cruzado. Es decir, que dos o más parejas donante-receptor incompatibles puedan reorganizarse en dúos que sí sean compatibles. Es logísticamente complejo, pero en España hemos sido capaces de concatenar cadenas de siete parejas.

Subraya que España lidera la donación de órganos, pero ¿en qué situación se encuentra la donación de tejidos y células?

Estamos entre los países con mayores tasas pero, desafortunadamente, no somos líderes mundiales. Sí que hemos sido líderes en el desarrollo de terapias avanzadas a partir de células y tejidos humanos, pero en la donación tenemos que mejorar. Tenemos margen aún.

¿Y por qué existen estas diferencias?

Porque el acento se ha puesto en las donaciones de órganos. La necesidad de órganos era una cuestión vital. En el caso de los tejidos, aunque mejoran la calidad de vida en miles de pacientes cada año, no es tan vital. Además, los tejidos se podían importar de terceros países. Es decir, la necesidad no era tan apremiante como en los órganos, aunque en los últimos años le estamos dando mayor énfasis a la donación de tejidos.

Su curriculum es muy amplio y va más allá de los trasplantes. De hecho, su primera experiencia residente (MIR) fue entre 1992 y 1994 en Palencia. ¿Qué recuerda de aquellos años?

Guardo recuerdos muy entrañables. Tuve el privilegio de hacer el MIR en la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria entre el hospital Río Carrión y mi centro de salud, con el que fue mi médico de cabecera.

El año pasado quedaron vacantes cinco de los doce puestos de Medicina Familiar y Comunitaria que ofertó el Complejo Asistencial  Universitario de Palencia. ¿Sucedía lo mismo cuando usted era médica interna residente?

Lo que ocurre en Palencia en la actualidad también pasa en otros lugares. Antes, a diferencia de lo que ocurre ahora, había muy pocas plazas de MIR para muchos médicos. Nos examinábamos unos 20.000 médicos para cubrir en toda España unas 2.000 plazas. No quedaba ninguna libre. Ahora, el número de puestos que salen es similar a los estudiantes que terminan. En este punto, la gente se pregunta por qué no se cubren. Pues porque hay gente que no quiere especializarse en Medicina Familiar y Comunitaria. Desgraciadamente, la sobrecarga de los centros de Atención Primaria es elevada y la remuneración es inferior a la de otros especialistas que trabajan en hospitales. Entonces, algunos deciden acabar el grado en Medicina, hacer el examen del MIR y si obtienen una plaza de Medicina Familiar y Comunitaria la rechazan y siguen preparándose para las pruebas del año siguiente con el objetivo de buscar otro destino. Esto es un problema provocado por el estado de la Atención Primaria en nuestro país.

Luego cursó una segunda especialidad, en Medicina Preventiva y Salud Pública en el hospital La Paz de Madrid. ¿Por qué?

Durante mi primera especialización descubrí que la perspectiva comunitaria era la que más me gustaba de la medicina. La atención del médico que tiene su consulta de pacientes pivota en la relación profesional-enfermo, que es fascinante, pero la capacidad de impacto se reduce únicamente a esas personas. En cambio, en la parte comunitaria, donde se encuadra la Medicina Preventiva y Salud Pública, el impacto es a nivel población y eso fue algo que me resultó muy atractivo. No tenía muy claro si iba a terminar en Trasplantes, pero sí en algo relacionado con cuestiones de planificación y organización a nivel poblacional.

Además, acredita una actividad científica bastante extensa, con más de medio centenar de artículos en revistas. ¿Qué rama prefiere?

Todo tiene su encanto y su valor. Investigar es una forma de mejorar la atención, ya sea para el desarrollo de nuevos tratamientos o en el ámbito organizativo.Todos redundan positivamente.

También se ha prodigado en el campo de la docencia. ¿Es necesario más apoyo a la investigación y a la formación en nuestro país?

España ha ido mejorando en los últimos años todos los índices en cuanto a producción científica, pero no es líder. Esto tiene que mejorar. Se requiere más inversión en I+D+i, como puso de manifiesto la pandemia del coronavirus.

Las publicaciones seleccionadas que aparecen en su currículum llevan títulos en inglés. Entiendo que haya que hacerlo en este idioma

Muchas de esas publicaciones son con gente de otros países y el idioma en el que nos comunicamos es el inglés, al igual que el de las revistas científicas con mayor difusión en el mundo y el de la ciencia, al menos en el ámbito biomédico.Si escribes en español solamente te lee gente hispanohablante. 

Usted puso en marcha el IATA en Andalucía y lo encabezó durante once años. ¿En qué consistió esta labor?

Se creó la mayor red de laboratorios de fabricantes de medicamentos de terapias avanzadas dentro del Sistema de Salud de Andalucía. Con eso se pusieron en marcha 26 ensayos clínicos, desde piel artificial a tratamientos para enfermedades como el ictus. 

Para terminar, ¿qué debería mejorar en la sanidad?

La financiación. La inversión en sanidad no va pareja al incremento de los costes de las nuevas tecnologías y de las necesidades de una población cada vez más envejecida.