El duro arte del esquileo

Myriam Esteban
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La empresa Esquiladores Montaña de León se encarga de pelar a la mayoría de las ovejas palentinas

Trabajadores durante el proceso de esquilado. - Foto: Esquiladores Montaña de León

Muchos niños de la provincia nunca han tenido la oportunidad de ver un rebaño de ovejas ocupando  la carretera. Solamente las han observado en alguna granja escolar. 

Ignacio Fidalgo es uno de los pocos esquiladores que quedan no solo en Castilla y León, sino en toda España. A pesar de los desafíos modernos, asegura que su oficio sigue siendo esencial para la salud de los rebaños y la producción de lana de calidad.

Fidalgo sostiene que en la provincia de Palencia ha trabajado «prácticamente en todos los pueblos donde hay ovejas» y menciona algunos como San Cebrián de Campos, Revenga o Autillo de Campos.

Trabajadores durante el proceso de esquilado. Trabajadores durante el proceso de esquilado. - Foto: Esquiladores Montaña de LeónPor otra parte, señala que, en la provincia, no conoce ninguna otra empresa que se dedique a esta tarea de manera «oficial».

Fidalgo, junto con otro ganadero de la zona, Alfonso Suárez, creó en 2002 la empresa Esquiladores Montaña de León, que ha llegado a trabajar con un millón de cabezas al año en diversos puntos geográficos del país, así como de Portugal. 

Atendiendo al día a día de un esquilador, él y su equipo se reúnen en la nave alrededor de las 7 de la mañana. En plena temporada,  pueden alcanzar los 50-60 trabajadores, pero fuera de ella, con la falta de temporada, se reduce el número a unos 3-4 esquiladores. Según señala el ganadero, en España las labores de esquileo «se concretan, sobre todo, entre los meses de abril y julio», ya que coincide con la primavera y el principio del verano, así como con el comienzo del ascenso de las temperaturas. De promedio, cada esquilador puede pelar entre 180 y 200 ovejas en una jornada de ocho horas. Es una labor que requiere habilidad y precisión, ya que el objetivo es quitar la lana sin dañar a los animales. En cuanto al perfil de este trabajador, afirma que «ha evolucionado a lo largo de los años». 

En Esquiladores Montaña de León hay personas de todas las edades, desde jóvenes de 18 años hasta otras de más de cincuenta y la mayoría proviene de Uruguay, aunque también hay un gran número de trabajadores de países del Este. 

De hecho, esto supuso un grave problema en la temporada de 2020, ya que, debido a las políticas de restricción de movimiento a nivel internacional por la pandemia de Covid-19, muchos solicitaban una especie de «corredor sanitario» que permitiese su llegada. Según testimonios que recogió Diario Palentino, en Castilla y León no había suficientes profesionales para pelar a las casi tres millones de cabezas que había en ese momento.

 

LOS DESAFÍOS Y EL FUTURO. El futuro del ganado ovino y la tradición del esquilado afronta desafíos. Uno de los principales problemas es la falta de mano de obra. Fidalgo destaca que «hay que pagar muy bien a la gente para que vaya a trabajar, porque la vida es muy cara y al final de mes no tiene casi nada para disfrutar». «Si trabajas es para ganar más dinero».

De hecho, se autodefine como «un empresario en desuso» en ese sentido, ya que sostiene que «a la gente hay que pagarle muy bien, para que responda muy bien también». Es por ello que señala esto como la principal razón de que cueste encontrar personas dispuestas a llevar a cabo esta sacrificada tarea.

En cuanto al futuro de la profesión, aunque la industria textil ha experimentado  cambios en los últimos años y la demanda de lana natural ha disminuido, la labor de los esquiladores continúa siendo fundamental. 

El corte de la lana no solo asegura «la limpieza y previene infecciones en las ovejas», sino que también es una manera de preservar una tradición centenaria y apoyar la sostenibilidad en la producción de lana. 

Iniciativas locales y programas educativos buscan resaltar la importancia de este oficio y transmitirlo a las nuevas generaciones.

Pese a los nuevos tiempos, su dedicación con la salud de los rebaños y la calidad de la lana sigue siendo un ejemplo de compromiso con el pasado y el futuro.