1999. Pero los primeros Euros nos arruinaron los bolsillos

Carlos Dávila
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1999. Pero los primeros Euros nos arruinaron los bolsillos

¡Felices, es el Año del Conejo! El anterior había sido en 1987 y se constituyó como un escándalo frívolo, provocativo, monumental. El director de ABC, a la sazón Luis María Ansón, se fue de ojeo cinegético y se llevó a la portada del diario monárquico una referencia al trascendental Año del Conejo. La cosa no hubiera pasado a mayores si no hubiera sido porque la imagen representaba a distinguidas señoritas en paños medianamente menores. Los puritanos se dieron de baja pero la tirada del diario se disparó. Y es que el conejo en el Horóscopo Chino es lo mejor de lo mejor: son sus afortunados poseedores, graciosos, afortunados, bondadosos e incluso bellos; así, como se lee. El siguiente ejercicio conejero fue este que glosamos: 1999, vísperas de un nuevo milenio. Y aquí hubo de todo. Empezó con que el 1 de enero, sin esperar a más, entró el euro en los mercados y en los bolsillos de 12 Estados europeos; adiós al franco y al marco, ya, residuos sólidos de monedas convertidas en antiguallas. Aquí, en España, nos encontramos de sopetón con la nueva divisa un pelín más tarde y, la verdad, de entrada nos llevamos un susto del que aún no nos hemos recuperado. El día inicial del euro nos fuimos a ingerir el café mañanero y el camarero nos cobró 1,30 euros, o sea, una veintena de pesetas más de los que costaba el anterior. Y así, todos los precios arriba; gran beneficio para recibir fondos de la UE y gran perjuicio para nuestra vida doméstica.

Aquel año se ocupaba de encarar el temido Efecto 2000 del que nos habían advertido convenientemente: caída general de todos los ordenadores del universo, apagones por doquier, catástrofes derivadas de la conjunción de todos los males que se pudieran imaginar. En fin: parecían desde el principio los pronósticos de un agorero cenizo que, curiosamente, contagiaron la propaganda de los partidos de la oposición que, el mismo día 1 de enero, filtró a sus correspondientes filiales que, nada más dar las 10 en la Puerta del Sol de Madrid, las luces de la Moncloa habían dejado de alumbrar. Falso, claro, pero aquella primera fake dio tinta para los iniciales memes que ya por entonces empezaban a ponerse de moda. Hacíamos risas en el país, a pesar de que por ahí fuera, en Bruselas más concretamente, el español Javier Solana fue autorizado por su OTAN para bombardear el Belgrado de la antigua Yugoslavia donde el asesino Milosevic, un psiquiatra hecho para el mal, había ordenado un auténtico genocidio.

 En España se vivía -rara avis- una época de un cierto confort político. Las prácticas económicas de José María Aznar habían hecho descender el desempleo, subía nuestro índice de confianza. Vascos y catalanes permanecían siempre al acecho pero tranquilos, y la banda criminal ETA había decretado un alto al fuego permanente mientras supimos los españoles, con un cierto reparo, de aquel encuentro de mayo, en un pueblo muy cercano al suizo Zurich, entre tres enviados del presidente y otros tantos miembros de los facciosos, dirigidos siempre por el amenazante Mikel Antza. No sirvió para nada aquella reunión, aunque quizá… para una sola constancia: que el mediador, obispo de San Sebastián, monseñor Uriarte se encontraba tan a gusto con unos como con otros. Francia colaboraba y en su territorio se detuvo, con el auxilio inapreciable de la Guardia Civil, a otros de los jefes terroristas, Arizkuren Ruiz, Kantauri de alias. Por eso y por la frustración de no haber conseguido del Gobierno español otra dádiva que el acercamiento a prisiones vascas de una centena de presos, ETA decidió volver a las armas, cosa que hizo ya en el 2000, en el 99 se había quedado en blanco.

 La tregua, sin embargo, le había valido al Partido Popular de Aznar para acrisolar una cierta confianza y un buen prestigio interior que se fotografió en las elecciones municipales, autonómicas y europeas del 13 de junio. Allí el PP se impuso por 26.625 concejales contra los 21.907 del PSOE y se llevó por delante cuatro comunidades autónomas hasta entonces afectas al ala izquierdistas del espectro. El PSOE seguía con diagnóstico de crisis profunda: el candidato del puño y la rosa que había ganado las Primarias, José Borrell, tuvo que despedirse acosado -ya se ha dicho- por todo un grupo de comunicación que le retrató como confidente y cómplice de corruptos. Curiosamente, el derrotado Joaquín Almunia, tuvo que hacerse cargo del marronazo. Con más pena que gloria, dicho sea al paso, debutó como oponente del presidente popular en el Debate sobre el Estado de la Nación y no recibió más que tortazos con la mano abierta. El hombre no fue capaz de reponerse y cada paso suyo fue una nueva equivocación hasta llegar a la más clamorosa de coligarse para las generales con los comunistas de otra época regidos por Paco Frutos, un antiguo militante del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña). La iniciativa condujo al PSOE al resultado más estrepitosamente fracasado de la historia.

 No lloró mucho este país por Almunia, luego comisario europeo, y sí lo hizo por el gran cómico del surrealismo hispano, Luis Sánchez Polack, Tip, que se nos marchó pronto no sin antes recomendarnos que bebiéramos vino, porque el consumo en España, dijo, está disminuyendo considerablemente; «Yo hago lo que puedo», sentenció, y a los 72 años se despidió en un año donde también dejó de cantar, murió en Madrid, el tenor de las élites, Alfredo Kraus. Siempre en confrontación con los otros dos populares Plácido Domingo y Josep Carreras, nacido José, luego se ha declarado actor furioso del independentismo catalán. También decidió morirse (hizo todo lo posible para acabar así) Enrique Urquijo de Los Secretos. Colgó definitivamente la copla en los long play de la época la entrañable Juanita Reina, y se quedó para el mar de los recuerdos Rafael Alberti, de la Generación del 27. Marinero en tierra fue una de sus enormes aportaciones a la lírica del país. Cerca de España, pasando por el Estrecho falleció Hassan II, el hermano separado de nuestro Rey Juan Carlos I. Aquí desapareció para siempre la llamada musa de la Transición, Carmen Díez de Rivera, una vida atribulada y una biografía apasionante.

 Por los campos, campas y carreteras del deporte dos grandes decepciones: la nacional, un descomunal saltador de longitud, el asturiano Yago Lamela, que tras llevarse la plata en los accidentados Campeonatos del Mundo de Atletismo de Sevilla, cayó en un sueño depresivo que terminó con su vida. No es cierto que las drogas tuvieran la culpa, sí fue responsable el doping de la gran mentira del persistente ganador del Tour Lance Amstrong, que ya retirado tuvo en todo caso la gallardía de confesar su fraude. Ocupó las pantallas del mundo el mentiroso ciclista casi al mismo tiempo en que estalló el fenómeno Britney Spears. Su Baby One More Time llenó los conciertos también de España. En las discotecas se bailaba a su son mientras se estrenaba a granel un mejunje de diseño cutre: el kalimocho. Eso sí, cuando la gente más pequeña se quedaba en casa, sus padres les colocaban el gran rollo de Bob Esponja, todo un clásico secular. Y ese año 1999 recibimos los mortales el último eclipse de sol del Milenio. Sabe Dios cuando lo veremos -los que lo vean- otra vez en España.