Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Hombre, blanco, heterosexual, clase media

11/07/2023

Tiene razón, en eso, Yolanda Díaz: dos hombres blancos, heterosexuales, acomodados, ni jóvenes ni viejos, no representan a toda España. Ni aunque provengan de ámbitos familiares diferentes, que hay muchas variantes de clases medias. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo pueden presumir, entre ambos, de acumular, como mucho, once millones de votos (ya veremos) de los más de treinta y cinco millones de votantes posibles, que, con la abstención, se quedan en algo más de veinticuatro millones. Es decir, hay catorce millones de electores que no se sienten representados por los dos gladiadores del 'cara a cara'. Y luego está el tema de las mujeres, todavía infrarrepresentadas en la política española, pese a que son algo más de la mitad del total de la población. Súmese a eso el concepto de las 'otras Españas', una nación rica, diferente, plural. Muchas voces como para pretender resumirlas en solo dos gargantas. ¿Dónde está el resto, quién lo escucha?

Muchas veces he dicho que a mí, más que los 'cara a cara', que tratan de reconstruir un bipartidismo que ya no existe, me interesan los debates más plurales, a cuatro, a siete. Porque todo el mundo sabe que ni Sánchez ni Feijóo podrán gobernar sin el concurso, en el primer caso, de Sumar (y puede que de otros varios partidos), y de Vox en el segundo. Puede que 'la España de los Otros' sea la decisiva, la que marque cómo será la gobernación del país. Habría que escucharlos atentamente ¿no?

Claro que tampoco Yolanda Díaz, por mucho que ella insista en un feminismo particular en su programa, representa, ni mucho menos, a todas las mujeres. Ni a toda la izquierda, claro. Ni, ya que estamos, Santiago Abascal representa a todos los que él dice, o cree, representar, esa nación rural, cazadora, taurina, conservadora.

Claro, resulta muy difícil organizar, y más aún pastorear, un debate televisivo en el que estén representados todos los sectores sensibles de una sociedad tan fragmentada en lo social, en lo económico, en lo moral, como la española. Quizá lo que ocurre es que una campaña electoral debería consistir, más que en esos mítines de aplaudidores, en un conjunto de debates a todos los niveles y en todas las escalas, en todas las televisiones y redes sociales posibles. La sociedad avanza hacia el pluralismo y aquí retrocedemos hacia la bipolaridad.

Soy uno de ese veinticinco por ciento de españoles que aún duda sobre qué voto introducir en la urna. Sé bien lo que no voy a votar, pero no tanto lo que sí voy a votar. Necesitaría escuchar muchas más que dos voces hablando siempre de lo mismo, cuando la temática se está ampliando tanto en tantas cuestiones y en tan poco tiempo. La limitación de opciones empobrece. Lástima que nos queden tan pocas oportunidades de ver otros debates, también 'recortados' en presencias (menudo error el de Feijóo dejando una silla vacía) y en temáticas, con esos bloques cerrados que encorsetan ideas e imaginaciones. Supongo que quien no sea hombre, ni blanco, ni heterosexual, ni de edad media, ni de clase acomodada y con la hipoteca ya pagada habrá visto el 'cara a cara' con muy otra cara.