Antonio Álamo

Antonio Álamo


Retirada

10/08/2023

Uno de los líderes de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, se despedía el martes de la actividad política y lo hacía en público, en una rueda de prensa. Ni siquiera recogerá el acta de diputado aunque, así lo aseguró, seguirá como militante de a pie. Fue el portavoz de su partido en el Congreso y seguramente uno de sus dirigentes más conocidos. Adujo motivos familiares, principalmente, aunque en la opinión pública hay quienes cavilan, acertada o equivocadamente, sobre si la influencia que pudo tener la reciente debacle electoral de su partido y su disminuido ascendiente en la dirección, ambos asuntos a la par, han sido determinantes. El tiempo aclarará las cosas pero por lo pronto es la segunda baja notoria en este partido... antes fue Macarena Olona.
Entre los agradecimientos personales que expuso sí llamó la atención la alusión a la prensa, quizá porque reconoció que la relación de su partido con los periodistas nunca ha sido fácil, aunque a cambio también mostró su esperanza en que a partir de ahora los medios empiecen a tratar a su partido de «forma natural». Nada que objetar a tales anhelos, legítimos y curiosamente semejantes a los que exponía tiempo atrás quien fuera vicepresidente del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias. Una «forma natural» de tratamiento debería suprimir los vetos a la prensa que hasta ahora mantiene la formación de la que es parte integrante.
También sería de agradecer que en el espectro político español se admitiera que el papel de la prensa es diferente al de la gestión pública. En una sociedad autocrática todos sabemos cómo funciona -tenemos bastante experiencia en España- pero en una sociedad democrática, la actual, conviene recordar que la crítica periodística al poder es casi como una válvula en una olla a presión. O funciona o explota la olla. Dicho de otra forma: el papel de la prensa no es de hacer méritos para que la clase política presente nuestra candidatura al Nobel de la Paz. Tampoco es el de servir como magnetófono. O el de trabajar como amanuense. Y menos todavía el de reducir nuestra opinión al delicioso «Sí, bwana». A quienes quieren una prensa sumisa basta con decirles: Detente, Drácula, que llevo escapulario. Y lo llevo de «forma natural».