> El cliente valora el trabajo hecho a mano respecto al industrial <

Esther Marín
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ASUN FERNÁNDEZ / Artesana del cuero y propietaria del taller 'La vaca azul'

Asun Fernández aplica técnicas decorativas a sus trabajos. - Foto: EVA GARRIDO

¿Cuándo nace esta pasión por el cuero?

Tuve mi primer contacto hace ocho años a través de la Universidad Popular, donde comencé a ir a clase y me enganché al material del cuero. Todo empezó como un hobby y, cuando terminé la carrera al no encontrar trabajo, dedicaba mucho tiempo al cuero. Al final, en el 2004 comencé a vivir de ello y monté mi propio taller en Palencia.

No obstante, el haber estudiado Ingeniería Técnica Forestal me viene muy bien, ya que esa formación me permite también aplicar los conocimientos en otros ámbitos. Hay que tener en cuenta que los artesanos somos multidisciplinares y realizamos labores que a veces nada tienen que ver con nuestro trabajo.

¿Qué trabajos salen de sus manos?

Especialmente me dedico a la marroquinería. Para llevar a los mercados y vender a alguien que desea trabajos de este tipo para algún regalo, sobre todo tengo bolsos, carteras, funda de gafas, cuadernos, etc. Todo tipo de artículos para uso diario que pueden hacerse en cuero.

Además, en el taller personalizo cualquier trabajo que me encargue un cliente. Realizo desde trabajos a medida, restauraciones, regalos para un determinado acontecimiento... Lo principal es que me gusta personalizar las piezas y que cada una sea diferente al resto.

Se puede trabajar bajo la base de dibujos o fotografías y lograr una pieza única y exclusiva para el cliente.

¿Alguna pieza curiosa o algún cliente exigente?

Lo último raro que he realizado es un asentador para navajas de afeitar, una especie de tira de cuero en la que se coloca una cuchilla para afilar la navaja. El cliente no lo encontraba en el mercado y pensó que la única manera de lograrlo era por encargo y, al parecer, ha quedado muy satisfecho.

¿Se puede vivir de la artesanía?

Los artesanos que vamos a ferias somos autónomos como cualquier empresario y pagamos nuestros respectivos impuestos como todos los profesionales, por lo que si te dedicas a ello puedes vivir.

Además yo lo compagino con la docencia, ya que durante el curso imparto clases en la UPP, en los CEAS y en las Aulas de la Tercera Edad. Llevo seis años en la enseñanza y es un orgullo ver cómo los alumnos evolucionan y logran realizar trabajos que, en un principio, les parecían algo complicado.

Además, este trabajo te permite contactar con muchas personas y comprobar que el cliente valora más el trabajo hecho a mano respecto al industrial. Estoy muy agradecida a los palentinos, ya que siempre han respondido muy bien y creo que soy profeta en mi tierra.