A los 22 años nuestro protagonista montó un taller de ebanistería en una antigua panera de Villalobón. Algunas de las máquinas eran de segunda mano y otras, como el torno, se las hizo él mismo. Tuvo que patear mucho para encontrar encargos y se encontró con gente que confiaba en aquel joven emprendedor. Así inició una aventura, la de Muebles Aparicio, que le llevaría lejos y le permitiría superar cuatro grandes crisis, con algunos momentos especialmente complicados, en los que lo peor fue tener que «prescindir de algunos trabajadores», y a labrarse un nombre que va unido a la confianza, al respeto y la fidelización del cliente y a la calidad.
En el año 2000 optó por convertirse en franquiciado de Merkamueble porque los tiempos exigían una readaptación y, desde 2003, dispone en Villalobón de 3.500 metros cuadrados de exposición y otros 1.500 de almacén y taller. «Es una franquicia respetuosa, que copa entre el 10 y el 15 por ciento, y que deja libertad de acción en el resto», explica. Su hija Elena es la que se ocupa de la gerencia desde que Juan Carlos Aparicio se jubiló el pasado año. Estudió Ingeniería y conoce bien el funcionamiento de la empresa porque ha viajado con él visitando ferias y empapándose de la sabiduría que proporcionan el tiempo y el trato con la gente, pero también con el propio conocimiento del comportamiento de los materiales y de la eficiencia de la tecnología.
Tiene otros dos hijos, pero solo la pequeña se ha interesado por el mundo de los muebles. El mayor es psicólogo y la segunda médica.
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