Pan y queso servido desde el aire en forma de pedrea

Rubén Abad
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Cientos de personas se arremolinaron a los pies de la ermita del patrono del Cristo para hacerse con una de las 4.000 bolsas que se lanzaron · El Consistorio trabaja ya en su declaración como fiesta de interés nacional

Pan y queso servido desde el aire en forma de pedrea - Foto: Óscar Navarro

Más de quince siglos han transcurrido ya desde que Santo Toribio se refugiara allá por el año 447 en el cerro del Cristo, donde huyó del apedreamiento de los vecinos de una ciudad a la que había llegado para predicar contra las doctrinas priscilianistas y que le obligó a buscar abrigo en una cueva de este otero. 

Aquellas piedras son ahora bolsas de papel que volaron ayer por los aires desde el minúsculo balcón de la ermita en la tradicional pedrea del pan y quesillo. Una particular celebración que, dada su peculiaridad y las cientos de personas que logra congregar cada año, puede presumir de la declaración como fiesta de interés turístico regional.

Sin embargo, este marchando pronto podría cambiar, pues el Ayuntamiento ha iniciado los trámites para su declaración como fiesta de interés nacional. Así lo anunció a pie de ermita el alcalde, Mario Simón, quien destacó que «la fiesta es cada año más grande», por lo que el Consistorio «seguirá recabando los apoyos necesarios para que sea de interés nacional porque hay que defender y apostar por lo que nos hace únicos, como es esta pedrea a la que cada vez viene más gente de fuera de Palencia».

Pan y queso servido desde el aire en forma de pedreaPan y queso servido desde el aire en forma de pedrea - Foto: Óscar Navarro

Una declaración en cuyo expediente ya se trabaja y que, de conseguirse, «representará un impulso para esta pedrea, el que se merece esta ciudad», destacó la concejala de Cultura, Turismo y Fiestas, Laura Lombraña, quien subrayó que las fiestas de Santo Toribio son unas de las «más típicas y emblemáticas» de la ciudad, además de encontrarse entre las «más queridas» por los vecinos y por muchos visitantes.

Con declaración nacional o sin ella, cientos de personas se arremolinaban en el cerro a medida que se aproximaban las 13 horas, momento en el que comenzó la pedrea. En ese instante 4.000 raciones de pan y de queso volaron por los aires ante una muchedumbre entregada que hacía lo posible e imposible por hacerse con tan deseado tesoro. Otras 3.500 bolsas se pusieron a la venta en una caseta.

Allí había personas de todas las edades, desde palentinos ya entrados en canas hasta niños en edad escolar. Y es que la pedrea es algo tan singular de Palencia, que pocos se ña quieren perder. Al grito de ¡Viva Santo Toribio! arrancó este particular reparto que involucró a la peña del mismo nombre y las autoridades. Y es que faltaban manos para dar respuesta a las peticiones de los asistentes, que reclamaban más y más bolsas. 

En cualquier caso, la pedrea transcurrió con absoluta normalidad y no hubo que lamentar incidente alguno gracias al ejemplar comportamiento de los asistentes, los policías locales allí despegados y el trabajo de los voluntarios de Protección Civil. Y es que en fiestas multitudinarias como las de ayer, toda precaución es poca para que los asistentes no tengan mayor preocupación que divertirse.

PROCESIÓN Y MERCADO

Antes de la pedrea, una marea naranja (de ese color era el pañuelo festivo) acompañó a Santo Toribio en procesión desde la iglesia de San Ignacio y Santa Inés hasta el centro de interpretación de Victorio Macho, a los pies del Cristo más alto de España. Allí tuvo lugar una misa oficiada por el delegado diocesano de Patrimonio, José Luis Calvo, a la que siguieron los bailes populares en las inmediaciones del mirador.

Después, y antes también, la fiesta se trasladó a la arteria principal del barrio, el paseo del Otero, donde se montó un enorme mercado que congregó a cientos de compradores y curiosos. Puestos al aire libre en los que se ponía a la venta todo tipo de artículos y que convivían en perfecta sintonía con las atracciones feriales, que hicieron las delicias de niños y jóvenes.

La música puso el broche a las actividades programadas para honrar al patrono del barrio. Para empezar, un vermú torero en la sede de la peña y, para continuar, un concierto de flamenco organizado por Los Mismos en el bar Baracoa.