Formar para integrar

Alba Míguez (Ical)
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La Fundación Personas en Palencia da con la clave para mejorar la inserción laboral de los alumnos con discapacidad intelectual

César González está disfrutando de sus primeras vacaciones laborales. No fue un camino fácil. Tuvo que sortear muchos obstáculos, pero siempre contó con la ayuda de un profesorado que no solo le enseñó aquello que debía saber para enfrentarse al mundo laboral sino también a la vida y sus adversidades. «Me decían que si me rendía, no conseguiría encontrar un trabajo y les hice caso», reconoce todavía emocionado al recordar todo lo que tuvo que pasar hasta llegar aquí. 

Él tiene discapacidad intelectual, pero en la Fundación Personas «encontró su sitio». La entidad imparte un ciclo de Formación Profesional en Administración y Gestión para todos aquellos que, por el motivo que sea, se quedan fuera del sistema educativo convencional. Se trata de un espacio en el que el día a día es igual que en cualquier otro centro educativo existente en la provincia, y si hay que elegir, González se queda con la paciencia de los docentes. «Se adaptan a tu ritmo», señala.

Este proyecto surgió porque detectaron «un vacío» y, prueba de ello, es que cada año cuentan con más alumnos. «Son bienvenidas todas las personas, con o sin discapacidad, que no consiguen alcanzar los niveles de la Educación Secundaria Obligatoria. Hay muchos motivos. Uno de ellos puede ser no conocer bien el idioma», explica la directora del centro, Pilar Martín, quien aseguró que hace años se detectó una necesidad que desde entonces se pretende cubrir. «Nuestra mayor baza fue el entender que había un vacío», apunta. Y es que encontrar trabajo es una tarea complicada para los jóvenes en general, pero más difícil todavía si se tiene algún tipo de discapacidad o se carece de un mínimo de formación. 

Ese fue el motivo que llevó a Francisco Paquia a apuntarse a ese ciclo de FP. Ahora, ha logrado pasar de una media jornada a un trabajo completo y no puede estar más orgulloso de sí mismo. «El colegio me resultaba muy difícil porque iba demasiado avanzado y aquí me ayudaron mucho. Empecé a recibir clases de matemáticas y informática», asegura al tiempo que recordó cómo desde el primer día se sintió «como en casa». «Venir es muy agradable», reconoce a la Agencia Ical. Una vez terminó su formación empezó a trabajar y cuenta ya con una gran experiencia.

Uno de los objetivos de este ciclo es, precisamente, aumentar la inserción laboral de un colectivo que no lo tiene nada fácil para encontrar un puesto de trabajo. De hecho, tal y como destacó la directora, incluso para poder acceder a una oposición se requiere de una titulación mínima. Por eso, tener un ciclo como este es «un plus». «Te lo piden, por ejemplo, para la convocatoria a nivel estatal de plazas de conserje. Aquí aprenden esas competencias profesionales, pero a mayores consiguen puntos para el examen», clarifica.

PRÁCTICAS EN EMPRESAS

Además, el curso contempla la realización de prácticas remuneradas en las empresas. «En un principio eran algo reticentes a pagar al alumno por unas prácticas, pero se han dado cuenta de que es bueno también para ellos ya que los estudiantes reciben una formación muy orientada y específica para su empresa y eso les convierte en posibles aspirantes a ser trabajadores de la compañía», matiza una de las tutoras del ciclo, Ana del Val. Esta, asimismo, aseguró también que, a la vista de los buenos resultados, cada vez son más las empresas que se postulan para contar con sus alumnos. «Es un verdadero éxito. Al tener esa primera toma de contacto con la empresa, es más fácil que luego decidan contratarles», reconoce.

Ejemplo de ello, es el caso de Salma El Mahfoudi. Es una de las alumnas del centro sin ningún tipo de discapacidad, pero decidió matricularse aquí porque no se vio capaz de sacar adelante sus estudios en el Instituto donde estaba matriculada. De esta forma, lo que era un muro insalvable, ahora es un camino llano. No solo trabaja, sino que se está sacando una FP de grado superior. «Se me juntaron muchas cosas y tuve mala suerte durante la Secundaria pero, al menos, quería tener unos estudios básicos», señala.

Reconoció que las clases en este centro siempre la motivaron a seguir y que, aunque sin la ayuda de los profesores hubiera sido inviable, aprendió que con empeño «todo es posible». En su opinión, y según su propia experiencia, la formación que aquí se imparte es «totalmente diferente» a la de cualquier centro educativo. «Se convierten en familia por cómo te apoyan, te explican las cosas, te animan y te ayudan en todo. Aunque tú lo quieras dejar, ellos no te dejan. Sientes que de verdad quieren que apruebes y eso te motiva a estudiar. Eso, por desgracia, no lo encuentras en cualquier sitio», sostiene. 

Tras dos años estudiando, aprobó todas las asignaturas y tuvo la posibilidad de empezar las prácticas en una empresa donde más tarde la ofrecieron una oportunidad laboral. «Sentí como si mi suerte hubiera cambiado. Como si me hubiera tocado la lotería. Sentí que por primera vez había hecho algo bien y que había merecido la pena», recuerda todavía con una amplía sonrisa dibujada en su cara. Desde que empezó a trabajar, ha pasado por varios departamentos. «Siempre me han buscado hueco y estoy muy contenta», dice. Pero, pese a haber encontrado trabajo, decidió seguir formándose y continuar con sus estudios en Fundación Personas. «Tengo la ventaja de poder compaginarlo porque trabajo a turnos y puedo hacer las dos cosas», apunta.

Ese esfuerzo de los alumnos redunda en un compromiso de por vida por parte del centro que además de impartir clases, está pendiente de plazas u ofertas donde puedan trabajar o mejorar sus condiciones. «Tenemos muy en cuenta el perfil de trabajador que buscan en las empresas. Así es más fácil que decidan contar con ellos», subrayan. Es la manera que tienen de derribar barreras y demostrar, desde estas aulas, que es posible dar la vuelta a las estadísticas.