El miedo a volar, muchas veces, va asociado al desconocimiento

César Ceinos
-

Este piloto palentino lleva desde 2016 volando en las cabinas de los aviones de Iberia tras varios años de formación y de intentos. Después de salir de la escuela de aeronáutica cursó Empresariales, pasó por varias firmas y pudo cumplir su sueño

Jorge Buisán - Foto: DP

El palentino Jorge Buisán Bertrán (1986) soñaba de niño con ser piloto. Con lo que quizá no contaba era con el largo camino que tendría que recorrer. Se formó en la escuela aeronáutica Adventia de Salamanca (2004 – 2007), pero no entró en el sector al primer intento. Por ello, cursó en la Universidad de Valladolid Ciencias Empresariales (2007 – 2010). Posteriormente, realizó dos másteres (Gestión Aeronáutica y Comercio Internacional), completó una experiencia de 300 horas de vuelo en Florida (Estados Unidos) y trabajó en varias empresas. Curiosamente, una de ellas fue Iberia, aunque en su primera etapa solo pudo estar en las oficinas. El deseo infantil se hizo realidad al incorporarse a Flightline en 2015. Un año después, aquel pensamiento idealizado lo confirmó al ponerse a los mandos de un avión de la compañía española. Además, es auditor de control de conformidad.

¿Cuándo pensó por primera vez en ser piloto?

Mis padres me cuentan que desde que era pequeño me ha llamado la atención el mundo de la aeronáutica. El primer contacto serio con la aviación se produjo cuando era adolescente. Mi padre, por motivos laborales, tenía facilidad para viajar en helicóptero y, en una ocasión, pude acompañarlo en un vuelo que hizo. Ya había montado en avión, pero en aquella fecha estuve con el piloto, le hice un montón de preguntas y descubrí que me gustaba al completo.  

Tras terminar los estudios de Bachillerato y presentarse a la selectividad se va a Salamanca, donde logra en tres años todas las licencias para volar, pero no un trabajo de piloto. ¿Es difícil entrar en el mundo de la aviación?

Es muy complicado. Es un sector al que le afectan una gran cantidad de variables. Al ser tan global, que vayan mal las cosas en un país o en otro también puede repercutir. 

Jorge BuisánJorge Buisán - Foto: DPJusto cuando yo terminé en la escuela de aeronáutica empezó la crisis, se paralizaron las convocatorias y se dejó de contratar a pilotos durante años. Es cierto que en algunas ocasiones está la opción de probar suerte en otras naciones, pero en aquellos momentos realmente no había nada.

Y decidió trasladarse a Valladolid para estudiar Ciencias Empresariales. ¿Por qué?

Porque quise seguir formándome y abriéndome puertas, pero mi intención siempre fue volver a la aviación. De hecho, después, en el año 2012, me desplacé a Florida  a hacer horas de vuelo.

¿Con qué se queda de su paso por Norteamérica?

De la experiencia en general. Es el lugar donde disfruté del vuelo diario. Fui conociendo zonas con el avión y empecé a hacer mis propias planificaciones. Era lo que yo buscaba y me encantó. Me apunté con un grupo de gente que hacía lo mismo que yo y hubo buenas relaciones y un buen ambiente. Fueron 300 horas de vuelo que hice en unos cuatro meses.

«El día que entré en Iberia de piloto fue muy emocionante para mí» 

Después entró en Iberia, pero no manejó ningún avión

Jorge BuisánJorge Buisán - Foto: DPAntes estuve encadenando contratos en otras empresas. No estaba mal, pero no era lo que quería hacer. Luego cursé el máster de Comercio Internacional en la Cámara de Comercio de Valladolid y desde ahí se abrieron varias oportunidades. Entre ellas surgió Iberia. Accedí a la compañía a través del área de Desarrollo de Recursos Humanos. No era lo mío, pero me sirvió para conocer la empresa y a gente. 

¿Por qué abandonó la compañía en la que trabaja en la actualidad?

Lo dejé porque me surgió en 2015 la oportunidad de volar con Flightline, una empresa pequeña con base en Barcelona y dedicada a la carga aérea. Viajaba por toda Europa quince días seguidos y los quince siguientes descansaba. Con ella fui a Kiruna (Suecia), que está en el circulo polar ártico. Es un pueblo que se dedica a la minería y tenía una fábrica paralizada porque necesitaba una pieza de 100 kilos que se fabricaba en Alemania. Fue uno de los vuelos más singulares que hice.

¿Cómo se sintió el día que voló por primera vez con Flightline?

Muy orgulloso, la verdad. Fue muy gratificante después de tanto esfuerzo y muchísimos años intentando conseguirlo. Creo que fue un sentimiento que compartía toda mi familia conmigo.  De hecho, me siento obligado a agradecer todo su esfuerzo y su paciencia. Sin mis familiares, este viaje hacia mi sueño hubiera sido más largo y más duro.

Después volvió a Iberia, ya para volar. ¿Qué sensación tuvo en aquel momento?

El día que entré en Iberia fue muy completo. Cuando me dijeron que ya formaba parte de la compañía fue muy emocionante para mí. De pequeño idealizaba mi profesión y quería ser piloto de Iberia de la misma manera que otro niño quería ser futbolista del Real Madrid. Luego, en realidad, ves que hay alternativas y empresas muy buenas.

¿Recuerda su primer vuelo tras su regreso a la conocidísima aerolínea española?

Fue un Madrid – Venecia en febrero de 2016 en un Airbus 320 con capacidad para 200 pasajeros.

¿Qué más aviones ha pilotado?

He llevado el Airbus 330, para 290 pasajeros, y el que manejo en la actualidad, el Airbus 350, el más moderno de la aviación civil, que tiene capacidad para 349 personas. Vamos dos pilotos, el comandante y el primer oficial. Ambos tenemos la misma titulación, lo único que cambia son los años de experiencia. Yo, que estoy destinado en vuelos de largo radio, soy el segundo, el copiloto. Podría ser ya comandante en otra compañía, pero en Iberia va por escalafón, en función de las necesidades de la compañía.

¿Cómo es el día a día de un piloto comercial?

A mí me llega una programación mensual donde tengo fijados todos los vuelos que tengo que hacer. Más o menos, en vuelos de largo radio (por todo el planeta) se hace un itinerario semanal (ida y vuelta). Son destinos que pueden estar a una media de doce horas y hay un tiempo obligatorio de descanso antes del regreso. La línea más corta me puede ocupar tres días.

En los vuelos europeos es diferente. En el mismo día, los pilotos hacen cuatro saltos, por ejemplo: Madrid-Viena, Viena-Madrid, Madrid-París y París-Madrid. También ocurre lo mismo con los nacionales.

¿Y durante la época de la covid-19?

Se paralizó el mundo, si bien la aviación mantuvo el mundo conectado. No se podía transportar viajeros porque estaba prohibido, pero nos desplazábamos para llevar material sanitario. Yo hice algún vuelo por este motivo, por ejemplo a Shanghai. Se programaban igual que cualquier otro viaje de pasajeros. Cuando todos estaban encerrados en casa, yo tenía que ir a trabajar.

¿En qué situación dejó la pandemia a las aerolíneas?

Fue un rejonazo bastante importante. La mayoría tuvo que pedir financiación a sus respectivos países. Iberia, que forma parte del grupo IAG, venía de varios años buenos y eso nos permitió aguantar más. Ahora nos estamos recuperando.

La de piloto, al menos desde fuera, siempre se ha considerado una profesión privilegiada. ¿En qué situación está en la actualidad?

La realidad es que hoy no existe ningún empleo que esté mejor que hace veinte años, pero yo sigo siendo un privilegiado por mi estilo de vida, por las comodidades que puedo tener o el trato que recibo de la compañía. Yo volvería a hacer todo el camino que he hecho para llegar hasta aquí. Económicamente está bien remunerado, aunque depende muchísimo de lo que se vuela. Mi sueldo base es relativamente bajo, si bien lo complemento con los viajes y otras variables.

Pero, claro está, antes es necesario aprender. ¿Qué coste tiene la formación para manejar un avión?

Es caro, porque durante toda esta etapa se utiliza un material costoso y no solo me refiero al combustible. El curso más barato que se puede encontrar en España puede ser de unos 50.000 euros, pero no es lo habitual. El precio medio suele ser de unos 100.000 euros.

¿Y dónde se puede cursar?

Tenemos en nuestro país dos escuelas muy importantes: la de Salamanca y la de Jerez. En Madrid hay varias opciones, en Burgos acaban de abrir una, en La Coruña… Existen bastantes lugares en España para ser piloto por el camino civil. También está la posibilidad de la vía militar, que no te supone un coste económico, pero existe una vinculación al Ejército durante un período de tiempo. Es una carrera de oficial. Son dos itinerarios totalmente diferentes.

¿En la actualidad coincide con muchos palentinos en el sector?

Sí, en una línea que hice recientemente coincidí con una técnico de cabina que vive en Villamuriel de Cerrato. Puedo asegurar que no es la única, hay más gente que vuela y que vive en Palencia. Una de las ventajas que tiene este sector es que puedes escoger el lugar donde residir. No estás atado a una ciudad. Actualmente estoy en Valladolid, pero tengo compañeros que viven en Estados Unidos y vienen para trabajar.

«Un sitio maravilloso es Río de Janeiro, pero también me llaman la atención los lugares donde se come bien»

Se hace mucho turismo trabajando de piloto

Sí, para mí es de lo mejor que tiene mi profesión. Cuando llego a un destino tengo que estar 24 horas allí y puedo ir conociéndolo poco a poco porque voy muchos días. Siempre salgo y, si hay una línea especialmente buena en la que descanso más jornadas, me pueden acompañar familiares. 

Entonces podrá enunciar alguna de sus ciudades preferidas

Hay muchísimas. Un lugar que me parece maravilloso es Río de Janeiro (Brasil), pero también me llaman la atención las ciudades donde se come bien. Además, Perú y Argentina me encantan. De hecho, siempre que puedo voy a la capital argentina, Buenos Aires. Tampoco me olvido de Johannesburgo (Sudáfrica) o Tokio (Japón) … de todos los sitios sacas algo bonito.

¿Desde el aire qué urbe le ha hecho más ilusión ver?

Aquí podría decir Palencia. Tengo muchas fotos de ella, sobre todo de noche, que es cuando mejor se ve al estar la ciudad iluminada y el campo oscuro. Hay un vuelo entre Madrid y Londres que pasas por encima de Tabanera de Cerrato, a unos diez u once kilómetros de altura.

¿Qué sensación produce ver el mundo desde esa distancia?

Es difícil de describir, pero me encanta. Cuando tengo un momento libre siempre estoy mirando por la ventana. La primera vez en una cabina es muy emocionante. Ya he ido muchas veces, pero me sigue pareciendo espectacular. Yo animo a la gente a que, si tiene la oportunidad, se asome a una cabina de avión. Yo invito a pasajeros que están interesados en verla.

¿Qué diría a esas personas que tienen pavor a montar en un avión?

El miedo, muchas veces, va asociado al desconocimiento. Nunca han visto una cabina, ni saben lo seguro que es un avión e ignoran nuestra preparación. Ayuda mucho que gente que pierde el control y empieza a llorar de los nervios vaya a la cabina y tenga trato con nosotros.

¿Cómo es la conciliación laboral de un piloto?

Esta es una de las razones por las que también me siento un privilegiado. Yo no estoy en casa por motivos laborales durante tres días y no estoy para nada, pero cuando vuelvo estoy con mi hija las 24 horas. Si yo me pongo a contabilizar las horas que estoy fuera, quizá estoy menos que una persona que trabaja en una oficina u otro lugar.

A una persona apasionada del mundo de la aeronáutica, entrar en aeropuertos le gustará mucho. En España los hay con una gran circulación, pero también con escasa o nula. ¿Duele ver esas infraestructuras aéreas tan desaprovechadas?

Desde luego. Da mucha envidia ver en EEUU cómo tienen tantos aeropuertos y todos con tráfico. 

¿Cuál es el futuro de la aviación?

Espero que la gente siga ilusionada con volar. En un mundo tan global, la necesidad de trasladar a gente va a seguir existiendo, pero lo que hay que buscar es la forma que sea más respetuosa con el medio ambiente. Si se consigue, no va a tener fin el transporte aéreo de personas.

Por último, ¿cómo es la seguridad en un aeropuerto?

Es un aspecto que preocupa muchísimo y hay una gran cantidad de personal especializado. Hay mucha más seguridad de la que puede percibir un usuario. Además, con el paso del tiempo se va incrementando. 

Respecto a cuestiones sanitarias, los filtros de aire de los aviones son los mismos que los existentes en los quirófanos. Ya era así antes de la pandemia, aunque ahora son cosas que se ponen en valor.