Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Feliz vuelo, amigo

01/06/2023

Los jóvenes del Instituto Jorge Manrique obtuvieron premio a tanto esfuerzo. En un acto solemne, en el Teatro Ortega, recibieron Beca y Diploma de Graduado en Bachillerato. Los presentadores de cada curso lucieron oratoria que calentó el rigor de la tarde, fría y desapacible, y levantó aplausos. Lo hicieron bien. El director del Instituto habló de nuevos retos a los que con la EBAU, y luego en la carrera, o en el trabajo que elijan, se encontrarán. Pienso que volarán hacia la meta que se propongan y en la libertad de elección -parece una utopía- aprenderán a ser fuertes por los conocimientos que sus buenos profesores les transmitieron y con valores humanos que hacen al hombre y a la mujer sabios y tolerantes para transitar por la vida sin herir a nadie, respetando a quien es diferente por uno u otro motivo. Seguiría con las cariñosas y simpáticas frases con las que cada presentador se refirió a todos los profesores, y la nota musical, showman incluido, que amenizó el acto. Desde mi posición de abuela, dos generaciones me separan de Jimena, mi nieta, quiero destacar la despedida de una madre, plena de emoción y realidad. Durante estos años creemos que los hijos, lo deseamos inconscientemente, nos pertenecen. 
Una de sus frases: «Nadie nos enseña a ser madres». En mi generación, lo normal era tener pronto trabajo e hijos. Fui mamá a los 22 años. Nadie me dijo cuán difícil era serlo. Temí equivocarme al tomar decisiones respecto a aquella criatura que llegó a mi vida. Dijo la madre que los 18 años dieron de sí para todo: quererse, enfadarse, discutir, perdonar. Pero ahí estaban los padres, implicados para ayudar. Ahora, será diferente, lejos de casa, resolverán, por sí mismos, toda eventualidad. La columna llega al final de los caracteres marcados. Nuestros graduados serán el futuro y en él caben las diferencias, aceptación, tolerancia, la mutua convivencia. Ojalá todos ellos logren su meta y sean felices. 
La nota de ternura la puso una mamá joven con su hija en brazos, pienso que del Bachillerato Nocturno, que subió con salero, pisando fuerte y con decisión al estrado. Con su pequeña en brazos. Eso es mérito añadido. Compatibilizar estudios y tarea maternal. Desde este final de La Quinta, le envío un fuerte abrazo.