«No quiero hablar sobre el velo. Tengo miedo», asevera una joven en pleno centro de Teherán, acompañada por dos amigas. Van vestidas de forma moderna y cubiertas con un hiyab a medias. No lejos de ellas está aparcada una furgoneta blanca. Es una guardia de la llamada Policía de la Moral. Y provoca terror entre las mujeres.
El miedo se ha impuesto en las calles de la capital ante el reciente regreso de las patrullas de orientación como parte del Plan Luz para reimponer el uso del velo islámico entre las iraníes y ya han comenzado las detenciones de quienes no usan la prenda.
La campaña se puso en marcha el mismo día que el régimen persa lanzó un ataque con misiles contra Israel, lo que ha llevado a numerosas activistas a afirmar que las autoridades están utilizando las tensiones regionales para aumentar la represión en casa.
Se trata del último intento de la República Islámica de restaurar el uso del velo, que muchas mujeres dejaron de usar tras la muerte en 2022 de Mahsa Amini después de ser detenida por no llevar bien puesto el hiyab.
Desde entonces, el cabello descubierto se ha convertido en un gesto de desobediencia civil entre las iraníes desde las protestas por Amini, en las que perdieron la vida 500 personas, a pesar de unas restricciones que incluyen la confiscación de vehículos, latigazos e incluso castigos que implican la limpieza de cadáveres.
El líder supremo de Irán, Ali Jameneí, afirmó el 3 de abril que las mujeres deben «obedecer» y cubrirse el pelo ya que se trata de una «regla absoluta de la sharía (la ley islámica)». Solo 10 días más tarde reaparecieron las patrullas de Policía de la Moral, cuerpo responsable de aplicar el código de vestimenta en la calles y los arrestos a la fuerza en caso de no cumplirse.
En este sentido, Amnistía Internacional denunció hace unos días que las autoridades continuaron tratando a las mujeres como «ciudadanas de segunda clase», con políticas que «vulneran sus derechos».
«Es una presión psicológica enorme», cuenta Mona, nombre ficticio (por seguridad), estudiante de Fotografía de 21 años. La joven camina por el centro de Teherán sin velo, acompañada de una amiga también descubierta y un chico. A unos 100 metros se encuentra la concurrida plaza Valiars, donde hay dos patrullas del Orden.
«Yo no llevo el velo puesto porque aquí no hay policías. Me lo pongo en zonas donde sé que hay patrullas de la Moral», explica.
No lejos de allí, la también joven Yasaman cuenta que vive con «mucho estrés» la situación. «Cuando salgo de casa, no estoy segura de si volveré sana y salva», afirma la estudiante de Bellas Artes de 21 años.
Yasaman sigue la misma táctica que Mona. «Me pongo el velo cuando veo a las patrullas, pero unos metros más adelante me lo vuelvo a quitar», relata con nerviosismo.
Peor suerte han tenido otras iraníes que han sido detenidas y llevadas a comisaría. En internet circulan vídeos con la etiqueta «guerra contra las mujeres» donde se observa a mujeres metidas a la fuerza en furgonetas.
Una de ellas fue Dina Ghalibaf, quien denunció en las redes sociales que fue arrestada y recibió electrochoques (con un táser) por no llevar el velo, antes de ser puesta en libertad el pasado 16 de abril.
Ghalibaf, periodista y estudiante universitaria, fue aprisionada de nuevo y trasladada a la cárcel Evin de Teherán, según informó la premio Nobel de la Paz Narges Mohammadi, quien denunció que las autoridades han convertido las calles de Irán en «un campo de batalla contra las mujeres».
Otra de las arrestadas es Aida Shakarami, hermana de Nika, una joven que murió en las protestas y se convirtió por ello en un símbolo.
«En el momento de su detención, con una violencia y salvajismo que no vemos ni en bestias, la arrastraron por el suelo», lamentó su madre Nasrin a través de internet. «¿Ha habido a lo largo de la Historia un Gobierno más vil, más sucio y más cruel que la república satánica, que haya sido tan cruel, opresor, violador y traicionero con su pueblo?», se preguntó la mujer.
Unas vanas denuncias a tenor de las advertencias de las autoridades de que la campaña, lejos de remitir, continuará con más «fuerza», tal y como afirmó el jefe de la Policía iraní, el general de brigada Ahmad Reza Radan.